La Destatis, Oficina Federal de Estadística de Alemania, reveló ayer unos datos económicos preocupantes. El Estado alemán obtuvo en el primer semestre del año un déficit equivalente al 3,2 % del producto interior bruto debido a la crisis del coronavirus. El conjunto de las administraciones central, regional y local más la caja de la seguridad social gastaron en ese período 51.600 millones de euros más de los que ingresaron. En comparación, en el primer semestre de 2019 el Estado alemán había obtenido un superávit de 46.500 millones de euros.
La economía sufrió un desplome histórico –el mayor desde que hay registros, que arrancan en 1970– del 9,7% en el segundo trimestre, algo menor al 10,1% de caída avanzada en un primer término. Ninguno de los motores económicos salvó el cuello. El gasto de los consumidores se contrajo el 10,9%, las inversiones de capital se hundieron el 19,6%, las exportaciones menguaron el 20,3%… También cayó un 4,2% la construcción.
Destatis caracterizó la situación como de “masivo desplome de la demanda interna e internacional”, algo que se refleja en el comportamiento de todas las variables. Sólo aguantó el consumo estatal, con un crecimiento del 1,5% por el despliegue de los programas de rescate. Sin ir más lejos, la pandemia ha obligado al parlamento a retirar el freno constitucional que ejercía sobre la deuda para permitir que el Gobierno financie su respuesta a la crisis y un impulso fiscal que conllevará la emisión récord de deuda nueva por 217.800 millones de euros. El giro ha provocado un déficit de 51.600 millones hasta junio (-3,2%).
El comercio exterior -uno de los puntales de la primera economía europea- también se hundió a causa del coronavirus. En el segundo trimestre las exportaciones cayeron un 20,3 por ciento con respecto al primer trimestre mientras que las importaciones se contrajeron en un 16,0 por ciento. El Gobierno alemán estima que el PIB se contraerá en el conjunto de este año un 6,3 por ciento. El Bundesbank (banco central) sitúa la caída en el 7 por ciento.
Algo de esperanza aportó la publicación también este martes del índice de confianza empresarial Ifo, que deja entrever que la mayor economía europea ya ha tocado suelo y está en vías de recuperación, aunque no trazará una marcada forma de V, sino que más bien parece que será lenta y, sobre todo, desigual. El índice ha trepado a 92,6 puntos en agosto, desde los 90,4 previos. Por otro lado, se espera que el déficit vaya decreciendo con la mejora económica del país.
Las valoraciones dependen mucho del sector. En un extremo están los servicios, que mejoran claramente su valoración tanto del presente como del futuro a seis meses. En el extremo contrario se encuentran el comercio, especialmente en el mayorista, y la construcción, donde mejora la percepción del presente pero se mantiene el pesimismo con respecto al futuro. Y a medio camino queda la industria, que percibe en general la situación actual mucho mejor que hace un mes porque las expectativas y pedidos aumentan, aunque aún muchas empresas valoran como negativo el entorno presente.
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