fbpx

El “nuevo Cura de Ars” en la Marsella agnóstica 

Iglesia

COMPARTIR EN REDES

En el corazón de Marsella, donde menos del 1% de la población se declara católica practicante y donde conviven culturas y credos con un notable peso del islam, ha brotado una historia de esperanza.

La protagoniza el padre Michel Marie Zanotti Sorkine, sacerdote que ha revolucionado la vida de una parroquia del centro de la ciudad que estaba destinada al cierre y a la demolición.

Hoy, ese templo de apenas 50 asistentes a la Santa Misa cuando él llegó, ha pasado a congregar a unas 700 personas, y casi 200 adultos han recibido el bautismo, 34 de ellos en la última Pascua.

“Traer tantas almas para Dios como sea posible”. No es un lema para el padre Michel Marie; es su programa pastoral.

Y lo lleva a cabo de una forma sencilla y, a la vez, profundamente evangélica: la presencia.

Hacer presente a Dios en el mundo de hoy, sin esconderse, sin horarios estrechos, sin barreras que alejen al hombre del encuentro con la gracia.

Una iglesia de puertas abiertas

Quien se acerca a su parroquia encuentra las puertas literalmente abiertas durante todo el día.

El sacerdote viste sotana por una razón pastoral clara: “todos, cristianos o no, tienen derecho a ver un sacerdote fuera de la iglesia”.

La ciudad ve un hábito y los corazones descubren una disponibilidad. La gente sabe que, si necesita a un cura, lo encontrará.

Esa disponibilidad se concreta en horas y horas de confesionario. Los feligreses cuentan que el padre Michel Marie permanece allí buena parte del día, muchas veces hasta pasadas las once de la noche.

Y cuando no está confesando, se le ve recorriendo los pasillos o en la sacristía, atento a cualquier persona que busque una palabra, un consejo, una bendición. Su convicción es nítida: la misión de la parroquia es “permitir y facilitar el encuentro del hombre con Dios”, y el sacerdote no puede convertirse en un obstáculo para ello.

De ahí su frase incisiva, casi un examen de conciencia para nuestras comunidades:

si hoy la iglesia no está abierta, de alguna manera decimos que no tenemos nada que proponer, que lo que ofrecemos se ha acabado.

De los cabarets a la sotana

Antes de su ordenación, Michel Marie fue un músico de éxito en cabarets de París y Montecarlo. Ese pasado no es una anécdota pintoresca pues todo suma al plan de Dios y le ha dado un lenguaje y una sensibilidad para acercarse a una ciudad “agnóstica”, acostumbrada a otros escenarios.

Sabe que, para muchos, el camino a Dios comienza con un encuentro humano cálido, con una mirada que dignifica.

Su historia personal, lejos de alejar ayuda a acercar: `pues muestra que el Evangelio no borra la biografía. Al contrario la redime y la pone a fructificar.

Mucho sentido común: liturgia, belleza y limpieza

Otra de sus claves ha sido recuperar el esplendor de la casa de Dios. Nada más llegar, con la ayuda de un grupo de laicos, renovó la parroquia, la limpió y la dejó resplandeciente.

La frase que repite, sencilla y directa, encierra una teología de la belleza al alcance de todos:

¿Cómo quiere que se crea que Cristo vive en un lugar si todo no está impecable? Es imposible”.

Se trata de caridad pastoral. Porque cuando la liturgia es cuidada y el templo es digno, el alma percibe que allí sucede algo grande.

En un barrio con fuerte presencia musulmana y en una ciudad secularizada, este crecimiento no nace de estrategias complejas, sino de lo esencial: oración, sacramentos, cercanía, belleza y trabajo codo a codo con los laicos. La comunidad ha pasado de la amenaza de cierre a convertirse en hogar espiritual para muchos.

Lección para toda la Iglesia

Lo que sucede en Marsella no es un “milagro de marketing”.

Primera lección: estar. La presencia fiel del sacerdote —visible, accesible, disponible— transforma.

Segunda: abrir. Templos abiertos, horarios reales de confesión, acogida sin prisas.

Tercera: cuidar. La liturgia y el orden no son lujos, son pedagogía de la fe.

Cuarta: proponer. En un mundo plural, proponer a Cristo con claridad, sin complejos y con caridad, atrae.

El padre Michel Marie es llamado por muchos el “nuevo Cura de Ars” de la Marsella agnóstica. La comparación con san Juan María Vianney no pretende encumbrar a un hombre, sino recordar una realidad siempre actual: el sacerdote que ora, confiesa, celebra con amor, abre su iglesia y busca cada alma.

Que su testimonio aliente a tantas parroquias que, quizá sin saberlo, están a una puerta abierta —y a un sacerdote disponible— de renacer.

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

1 Comentario. Dejar nuevo

  • Silveri Garrell
    27 septiembre, 2025 11:09

    No se trata de multiplicar los fieles, muchos acuden por la fama del sacerdote, se trata de multiplicar cristianos convencidos intelectualmente, no «efectivamente». Si no predica El Diluvio y la Pentapolis, cristianismo dormido a bien seguro.

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.