España se ha posicionado como el mayor proveedor de óvulos en Europa, con el 45% de los tratamientos de fecundación artificial europeos que utilizan óvulos donados llevándose a cabo en el país. La donación de óvulos en España se basa en un esquema en el que las donantes reciben una compensación económica de alrededor de mil euros.
Existen riesgos éticos asociados a esta práctica. Uno de los principales problemas éticos radica en el hecho de que la donación de óvulos en España no está regulada por la Organización Nacional de Trasplantes, a diferencia de otras donaciones de material biológico. Esto ha permitido la intervención privada y el lucro en las clínicas privadas, que manejan aproximadamente el 80% del mercado. Estas clínicas utilizan los óvulos donados para ofrecer tratamientos de fertilidad a precios que alcanzan miles de euros. Además, también pueden revender los óvulos a bancos especializados en congelarlos o a centros médicos en países con legislaciones más restrictivas.
El anonimato de las donantes de óvulos en España es otro aspecto éticamente cuestionable. Aunque la legislación española garantiza el anonimato de las donantes, esta práctica ha sido cada vez más cuestionada por la justicia en otros países. El Comité de Bioética de España, en su informe de 2020, recomendó un cambio de cultura en la reproducción asistida, abogando por poner fin al anonimato de los donantes de esperma y óvulos. El anonimato dificulta la trazabilidad y el conocimiento de información genética relevante para los hijos concebidos mediante la donación.
Otro aspecto ético preocupante de la fecundación artificial es la compensación económica que reciben las donantes de óvulos en España. Aunque se establece un límite máximo de compensación, que actualmente ronda los mil euros, este monto puede ser superior al salario mínimo interprofesional. Además, algunas mujeres de sectores socioeconómicos vulnerables pueden ver en la donación de óvulos una opción para obtener ingresos en situaciones de precariedad económica. Esto plantea interrogantes sobre la verdadera motivación detrás de la donación y sobre la equidad y la justicia en la compensación económica.
Es importante destacar que la regulación española en materia de reproducción asistida fue redactada antes de que la ciencia permitiera la vitrificación de los ovocitos, lo que ha abierto nuevas posibilidades y desafíos éticos. La vitrificación ha aumentado la cantidad de óvulos donados y ha permitido su distribución entre varias receptoras en diferentes momentos. Sin embargo, este avance no ha sido acompañado por una revisión exhaustiva de las implicaciones éticas y sociales asociadas.
Ante estos riesgos éticos, algunos expertos sugieren que se debería promover una transición hacia un modelo público en la donación de óvulos. En países como Francia, la compensación económica está limitada a los gastos estrictamente relacionados con la donación, y no se permite el lucro. Este enfoque, de todas las maneras, no responde a los estándares éticos y morales cristianos, ya que están en la base de la práctica de fecundación in vitro que manipula embriones fecundados y los deshecha.
España se ha posicionado como el mayor proveedor de óvulos en Europa, con el 45% de los tratamientos de fecundación artificial europeos que utilizan óvulos donados llevándose a cabo en el país Share on X
1 Comentario. Dejar nuevo
Lo de siempre, una técnica buena que el ingenio humano inventa para dar salida a una incapacidad o dificultad concretas y delimitadas, se nos sube a la cabeza, se nos va de las manos, y la convertimos en chapuza y trapicheo desmadrados.
Embriones congelados o aniquilados; donaciones irresponsables, que en realidad son ventas, de óvulos y espermatozoides que se usan como material generativo de un nuevo ser humano al que se priva del derecho a conocer a sus progenitores biológicos; niños a los que se condena, a posta, a sufrir la vejación de tener dos padres o dos madres del mismo sexo; la degradación de los hijos a productos fabricados en laboratorio y gestados en vientres de alquiler…
Algo bueno en principio, se pervierte, prolifera, y acaba contaminando a toda la sociedad, mientras la mentalidad bienpensante, adocenada e irreflexiva lo celebra como un progreso que permite a cada cual satisfacer su deseo convertido en todopoderoso gracias a la ciencia.
Ya sea sometida a las leyes del mercado o a las de la gestión pública, la FIV es una inmundicia que corrompe la dignidad propia de una relación entre personas.