La semana pasada Jordan Peterson estuvo en Madrid para presentar su libro «12 reglas para vivir. Un antídoto al caos” (Planeta). Peterson, nacido en Canadá en 1962, es psicólogo clínico. Fue profesor en Harvard y actualmente lo es de la Universidad de Toronto.
Empezó a hacerse famoso entre el público anglosajón hace pocos años con un vídeo en YouTube. Cuando el Gobierno de Justin Trudeau aprobó una ley que defendía el derecho de los transexuales a elegir el pronombre que quisieran, Peterson lo consideró un ataque a la libertad de expresión y subió un vídeo a YouTube que se hizo viral. Dos años después, cuenta con 1,5 millones de suscriptores en su canal, la mayoría jóvenes. A continuación resumimos parte de sus declaraciones en entrevistas publicadas en El Mundo y El País.
Peterson subraya que los YouTube y los Podcast pueden tener en nuestro tiempo la misma influencia que tuvo en su momento la invención de la imprenta. Lo explica con esta simplicidad:
“La lectura es una afición minoritaria; ver vídeos, no. A la gente no le intimida escuchar un podcast tanto como abrir un libro. Gracias a eso, puedo llegar a repartidores aburridos, a friegaplatos… En vez de perder el tiempo, pueden escucharme.”
Añade que su libro “es un llamamiento a que las personas asumamos nuestra responsabilidad”, y esa responsabilidad consiste en evitar el victimismo, y en comprender que tienes que tomar las riendas de tu vida. El mensaje de Peterson no es precisamente cómodo:
“Mi tesis es muy sencilla: tu vida va a ser difícil, en ocasiones insoportablemente difícil, y tarde o temprano vas a tener que enfrentarte a la maldad, sea propia o ajena” (…) “Para sobrevivir sin volverte un amargado ni un resentido, necesitas algo que merezca la pena. Y ese algo es la responsabilidad”.
Y a la pregunta de si no es extraño que a los jóvenes les atraiga un mensaje tan pesimista, responde:
“Al revés. Estos chavales no están satisfechos. Sienten una incomodidad secreta que les mordisquea el corazón. Así que cuando les cuento que el sufrimiento es parte de la vida, se sorprenden: «¡Nadie nos había dicho eso!».”
Peterson declara que necesitamos mitos y religiones porque necesitamos dar sentido a la vida. Personalmente se confiesa agnóstico, pero reconoce que la columna vertebral de la ética occidental es el cristianismo. Y añade: “En Occidente, nos hemos ido alejando de las culturas centradas en nuestra tradición, nuestra religión e incluso nuestra nación, en parte para disminuir el peligro de confrontación colectiva”.
No se moja mucho cuando le preguntan por el matrimonio homosexual:
“El matrimonio homosexual ha llegado y vamos a ver como funciona. En mi libro hablo de la mayoría de las personas, así que no sé cómo pueden encajar los que no están en la mayoría”.
En cambio, Peterson es muy crítico con las políticas de género y de discriminación positiva entre los dos sexos, promovidas por la izquierda radical. Sus razones se basan a en el sentido común:
“La insistencia continua de la extrema izquierda en asegurar que vivimos en una tiranía patriarcal. Cuando un hombre intenta competir, ganar, hacer algo, se le dice que sólo busca apropiarse de un poder injusto obtenido a través del patriarcado. Muchos se sienten culpables y buscan consuelo en el placer inmediato e impulsivo”.
A la pregunta de “Aunque no crea en el patriarcado, sí que admitirá que hay desigualdad…”, responde:
“Es cierto, la hay entre las madres y el resto. Pero entre hombres y mujeres solteros, es casi inexistente.”
Y cuando se le pregunta: “¿No es más difícil para una mujer obtener un trabajo de élite?”, responde:
“Sí, porque tienen menos tiempo para organizar su vida familiar. Antes de los 35 años, tienen que tomar más decisiones vitales que los hombres.”
Sobre las razones de la escasa presencia de mujeres en los altos cargos ejecutivos, responde:
“… tienes que trabajar 80 horas a la semana, sin vacaciones, para que nadie te quite el puesto… En realidad, lo sorprendente es que alguien quiera ocupar esos puestos”.
¿Qué ocurre entonces?
“Que las mujeres deciden que prefieren tener una familia, niños, un trabajo de nueve a cinco… Y, lo más probable es que estén casadas con alguien de su mismo nivel económico, así que no tienen trabas.”
¿Y los hombres no?
“¡La mayoría también! Pero hay un minúsculo grupo de hombres que, los pongas donde los pongas, sólo trabajan. Pero son una minoría no representativa. Toda solución que busque la igualdad de resultados, en vez de la igualdad de oportunidades, acaba agravando el problema. Eso es lo que se llama corrección política.”
Por último, Peterson afirma: “Si se fuerza a los hombres a feminizarse, cada vez se acercarán más a ideologías hostiles y fascistas.” (…) “Si quieres que los hombres se vuelvan peligrosos, antes hazles sentir débiles”.
En conclusión, se trata de un autor muy interesante, que sabe combinar su base científica como psicólogo con elementos religiosos (con abundantes citas bíblicas), filosóficos, políticos, y mucho sentido común. Está arrasando en América, y en nuestra vieja Europa puede suponer un soplo de aire fresco que nos libere de tanto pensamiento único políticamente correcto y tanto miedo a discrepar públicamente.