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La aparición del Resucitado a Pedro

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Otros años por estas fechas, he compartido con los lectores de FL ideas para meditar las diferentes apariciones del resucitado según las sugiere San Ignacio en la cuarta etapa de los Ejercicios espirituales. Al final de este artículo recopilo las ya publicadas. Pero este año, dada la situación de la Iglesia en sede vacante, procede contemplar la aparición a San Pedro por separado. Se trata de una aparición en la que las escrituras dan muy pocos detalles. Simplemente, al relatar el retorno de los discípulos que encontraron al Señor camino de Emaús, nos dice que los que los recibieron les dijeron que verdaderamente ha resucitado y se ha parecido a Simón (Lc 24,34).

San Ignacio es parco en los detalles que nos proporciona, según su estilo, tendiendo ante todo a dejar que el alma sienta y guste en la meditación lo que le comunique el Espíritu Santo. Y simplemente nos proporciona esto: “Primero: oído de las mujeres que Christo era resucitado, fue de presto Sant Pedro al monumento. 2º: entrando en el monumento vio solos los paños con que fue cubierto el cuerpo de Christo nuestro Señor y no otra cosa. 3º: pensando Sant Pedro en estas cosas se le aparesció Christo y por eso los apóstoles decían: (Verdaderamente el Señor a resuscitado y aparescido a Simón)” (EE 302).

Podemos imaginarnos la aparición de Jesucristo a Pedro ponderando primero el tiempo de la escena. Nos dice la escritura que las mujeres van al sepulcro a primera hora. Hay que tener en cuenta que el horario romano empezaba más o menos con el día, con el amanecer sobre las 6 de la mañana. San Juan dice que las mujeres fueron al sepulcro “cuando todavía estaba oscuro” (Jn 20,1). Y, por tanto, pongamos que ellas llegan al sepulcro en torno a las 6 de la mañana.

A modo de composición de lugar procede recordar que el sepulcro tampoco estaba lejísimos de Jerusalén. Al encontrárselo vacío, podemos imaginar que vuelven rápidamente y antes de las 7 de la mañana están en la casa donde estuviesen reunidos los discípulos. Y San Pedro según recibe esa noticia, va corriendo al sepulcro y simplemente nos cuenta Juan que vio el sepulcro vacío con los sudarios doblados (Jn 20,7).  Por mucho tiempo que dedicasen a mirar y remirar el lugar, al salir del sepulcro no serían ni las 8 de la mañana.

Lucas sugiere que San Pedro volvió a casa solo “admirado por lo sucedido” (Lc 24,12). Seguramente San Pedro, consideradas sus responsabilidades, quiere retirarse él solo a rezar y le pediría a San Juan que acompañase a las mujeres de vuelta hacia el casco de Jerusalén. Y se queda él por aquella zona. Hay que recordar que donde estaba el sepulcro estaba también muy cerca el calvario, donde él no estuvo, al menos en primera fila. Y se queda por allí cerca del calvario y se da una vuelta y tal vez se sienta sobre una piedra en el propio calvario, mirando las cruces… Y en medio de eso se le aparece el Señor.

No sabemos a ciencia cierta qué cosas habló Jesús resucitado a solas con Pedro. Sí tenemos noticia de la conversación que tiene lugar a orillas del lago de Tiberiades de la que da cuenta el capítulo 21 del evangelio de San Juan: la petición de perdón, la oportunidad de redimirse, la ocasión para preguntarle tres veces si le amaba como tres habían sido las veces que le había negado…

Cuando San Pedro recibe esta primera aparición en los aledaños del sepulcro, podemos imaginar que tenía un nudo en la garganta, que todavía padecía la incomodidad de haber pecado y de estar necesitado del perdón. No nos consta que se produjera el perdón ahí. Pero seguro que, si San Ignacio dice que pongamos el acento en el oficio de consolar que trae Jesucristo resucitado “comparando cómo unos amigos suelen consolar a otros” (EE 224), lo primero que podremos ver es que Jesucristo consoló a Pedro, porque Pedro estaría desconsolado por lo mal que había gestionado aquella situación y por la muerte del maestro. Y se veía él solo con todo el rebaño, por mucho que todavía estuviera presente la Virgen, y por mucho que en el grupo de los doce hubiese gente muy carismática en condiciones de asistirle y apoyarle como podían ser Juan o Santiago el menor o Felipe o su propio hermano Andrés. Pero evidentemente el papelón en el que se encontraba Pedro era tremendo.

Recordemos que en la última cena dijo Jesús a Pedro “cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos” (Lc 22,32). Y fiel a sus palabras, el Señor tiene la delicadeza de venir primero a confirmar a Pedro, para que él confirme a sus hermanos. No permite que alguien asuma la misión sin cuidar debidamente al misionero. Y hay que pensar que aunque Pedro seguramente en este diálogo todavía se sentía sucio o tenía el nudo en el estómago o en la garganta y tenía el remordimiento, se abrió a recibir el consuelo y pudo gozar de lo bueno que era el Señor. El Padre Luis de la Puente, en sus célebres Meditaciones de nuestra santa fe (parte V, meditación 6) invita a ponderar la vergüenza de Pedro, y como se arrojaría a los pies del Señor llorando, y cómo el Señor le consoló, le perdonó y le llenó de alegría…

Podemos también ponderar la delicadeza de Jesús en haberle sacado un rato para él solo. Cuenta San Mateo lo sucedido una vez que les preguntaron si Jesús pagaba un impuesto (Mt 17, 24-27). Y Jesús quiso aprovechar la ocasión para mostrar que los hijos no pagan como siervos. Pero en lugar de dejar a Simón Pedro en evidencia cuando se discutió de aquello en plena calle, le comentó que se había apresurado al señalar que su maestro pagaba como los demás. Pero no lo hizo en plena calle, sino “cuando entró en casa” (Mt 17, 25). Pues al igual que entonces, no quiso poner a Pedro ante la tesitura de que se encontrase con Él resucitado por primera vez delante de otras personas, con lo mal que se sentiría, sino que le dio oportunidad de encontrarse solos para perdonarle, consolarle, y alegrarle.

Y desde ese encuentro, debió ir Pedro consolado a confirmar a los demás en la fe (Lc 22, 32), pues cuando retornan los que iban camino de Emaús, se los encuentran a todos convencidos de la Resurrección porque se había aparecido a Simón (Lc 24, 34). De lo cual podemos sacar dos cosas. Primero, que cada vez que el Señor nos concede un encuentro, seguramente habremos de ir luego a comunicarle a alguien esa misma alegría. Y segundo, que en estos días de sede vacante, debemos pedir al Señor que nos conceda un buen sucesor de Pedro a quien le comunique mucho consuelo para que pueda luego confirmarnos a nosotros en la fe.

ANEXO: RECOPILACIÓN DE ARTÍCULOS SOBRE OTRAS APARICIONES:

La aparición a Santiago:

https://www.forumlibertas.com/la-aparicion-del-resucitado-a-santiago/

La aparición a San Pablo:

https://eldebatedehoy.eldebate.com/noticia/enfoques/18/04/2021/aparicion-del-resucitado/

La aparición a José de Arimatea:

https://www.forumlibertas.com/la-12-aparicion-del-resucitado-a-jose-de-arimatea/

La aparición a quinientos hermanos:

https://www.forumlibertas.com/la-aparicion-del-resucitado-a-500-hermanos/

En estos días de sede vacante, debemos pedir al Señor que nos conceda un buen sucesor de Pedro a quien le comunique mucho consuelo para que pueda luego confirmarnos a nosotros en la fe Compartir en X

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