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La armonía

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¿Qué es la armonía? ¡Parece un insulto tener que hablar de la armonía en nuestra época! Porque la armonía está amenazada al verse traicionada la Verdad. Armonía. Verdad. Creación. Armonía es la inocente cara de niño que abraza la sonrisa de su madre. Armonía es una puesta de sol radiante entre los pliegues de algodón de unas nubes rojizas que se despliegan a la búsqueda del horizonte sobre un mar de plata en pausa. Armonía es el rayo sabio que destruye lo inservible y abona la maleza para que un día sea flor. Armonía es el amor sano que fluye como rocío refrescando sintonía en los corazones puros de dos amantes… ¡La armonía es todo aquello que parte de la Verdad y así crece y de ella se alimenta, porque forma parte inherente de la Creación!

Sí, hermano, mi hermana del alma. Ser armónico es fluir, no rasgar. Es una virtud, una decisión que impulsa a hacer aflorar y perfeccionar lo que en el amado está incipiente para que llegue a perfección. Una coherencia, ser uno con el propio ser, siendo con el hermano, y no a costa de él. Estar en línea con la esencia de la Naturaleza, que nos da la vida y a su vez en ella crecemos juntos, pero no revueltos, ni en contraposición a golpe de mazo.

La Naturaleza es bella. Es reflejo del amor que Dios nos tiene, y por ella se nos comunica expresando “con gemidos inefables” (Rom 8,26) su Ser omnipotente, por el que da el ser a todo ser: la Palabra que da vida (Jn 1,1-14). Es la Belleza, es el Bien, porque Dios es bello y es bueno, pues nos sostiene con su poder, tras habernos creado de la nada por amor, como expresión amante viva de su Ser-Uno, en el que es todo ser. “Yo soy el que soy” (Ex 3,14), nos explica el Creador su naturaleza inefable con palabras contundentes en el lenguaje débil de una humanidad que está en marcha de camino a su esencia… para llegar a plenitud en la Esencia de Dios. Humanidad en camino. Humanidad rasgada.

Todo lo que es reflejo del Ser de Dios, es; y sobran las palabras, que más que aclarar empañan, como desgarra el odio (antítesis del ser) el alma del amante traicionado por la voluntad débil y depauperada de quien no sabe amar porque no se ama a sí mismo con un amor sano, sino de una autoafirmación ciega que le sume en el complejo de la propia tristeza: ¡se odia! Y eso, repintada su santa faz con betún de crímenes de lesa humanidad. ¿Por qué? Para que no se advierta su amargura. Porque la muy inhumana sabe que no es digna del alma pura que se entrega sin medida y sin exigir nada a cambio… hasta que el alma pulcra, cansada de ser forzada, acaba diciendo “¡Basta! ¡Hasta aquí hemos llegado!”, y erige su dignidad inmaculada, plantada como una señera en la esencia más profunda de un Dios que la ampara; aquella pureza y aquella esencia que el manipulador trataba de corromper para robarle la paz en que vive el alma santa y así hacerla fiel símil de su propia alma degenerada.

No es fácil saber ser, porque para ser hay que ser; y hay muchas almas que devanean perdidas porque no son lo que son, y en consecuencia viven sin aceptarse, porque se esconden de sí mismas al tratar de emular aquella alma que −pura− refleja su esencia en toda su existencia, gracias a la bondad suprema de un Dios que la sostiene. Vista como vista y tenga lo que tenga. ¡Siempre prevalece ante la faz perversa que la insulta!

Sí, hermano, mi hermana del alma. Existe en los caminos oscuros del mundo una pretendida armonía, que más que armonía es orgía bacanal calaverada, expresión corrupta que bebe directamente del Infierno, de donde chupan el brillo los depauperados cual los sepulcros blanqueados que denuncia Jesús (Mt 23,27). Es una burda imitación que hacen de la belleza de la Naturaleza, pervirtiendo la vida que Dios ha creado con su aliento divino, y por eso atentan no solo contra la vida que el hermano bueno ofrece y propaga, sino que incluso matan por matar la vida inocente recién nacida y hasta del no nacido. Es una vida artificial que surge del engaño supremo del diablo mismo, el Mentiroso, que pretende cautivar con falso brillo y falsa pompa para engrandecer su cárcel eterna, para él creada… a la medida de su traición a la Verdad primera. Y a esta, por envidia a la raza humana, la pretende degenerada.

La virtud, en cambio, crece sola a la sombra, sin aspavientos y sin pompa, y con savia fresca alimenta a “buenos y malos” (Mt 5,45), colaborando así en la obra creadora de Dios, a la espera de ser acogida en el Cielo. La ves, y te preguntas: “¿Cómo es posible tanto brillo, si no tiene nada que pueda ser impuesto?”. La respuesta está en su humildad, que comunica cual mente sabia que sabe que liderar es hacer crecer desprendida, y no imponer el propio antojo, que surge de un corazón podrido, como “los malos pensamientos, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, los deseos avariciosos, las maldades, el fraude, la deshonestidad, la envidia, la blasfemia, la soberbia y la insensatez” (Mc 7,20-23). ¡Ahí radica su autoridad y lozanía, integridad en esencia!

Es humano pecar, y peca hasta el demonio. Sus secuaces (aquellos espíritus sibilinos que doran la píldora antes de hacérsela tragar al hermano) tratarán por todos los medios de romper las reglas, como si fuera un deporte de riesgo que en la empresa y las relaciones sociales de hoy se propaga cual pólvora encendida, presentando el esguince como elección de dioses, expresión sublime de iluminados elegidos. Y sí, son elegidos por el diablo, para ser sus apóstoles impostores de toda alma elegida por el Dios verdadero, aquella que muestra con sus obras que lo que dice el corrupto es melaza de sabor dulce como la miel en la lengua pero amargo en las entrañas (cfr. Prov 20,17-19; Mc 7,14; Apc 10,10).

Por tanto que aducimos, está también la copia. El que plagia ya ha perdido, porque su “creación” no perdura, es engaño a los sentidos, como ese punto y esa raya que el magnífico gran pintor plasma sobre el papel como si fuera arte sobre todo arte, la intelectualidad de los hemisferios donde la haya, y no es más que engaño al alma sencilla, que no entiende cómo se puede ser tan bobo de pretender ser artista escupiendo sobre piel de cabra. Irá el plagiador pisando almas sencillas sin más conexión entre sus pisadas que la horma de su bota, que somete cuanto vive y cuanto toca con el engreimiento del averno. No es extraño, pues el engaño procede de la primera mentira del diablo a Eva, que en ese evento se demostró que la mentira rompe con la integridad de la Creación, y por ella con la Verdad, eso es, la armonía.

¿Otro ejemplo? Ahí tienes el engreído escritor novel creído de su poder solo por tener ocasión de poder ponerse encima del que no tiene poder, robándole las ideas a este a quien Dios inspira, y así habla y escribe sobre hadas cuando aquel a quien copia habla y escribe sobre hadas, y habla y escribe sobre mariposas que juegan con el niño, solo porque aquel a quien plagia habla y escribe sobre ello… ¡y el pobre plagiador de ahí no sale! No está en línea con su esencia. No es armónico. Vive en la mentira, y por ello sucumbe.

El ser armónico, en cambio, sabe inspirar lo mejor del alma humana, como quien saca la nuez del cascarón en que otros la querrían enclaustrada; extrae agua del desierto de su crucifixión, aquella que el plagiador somete… o lo pretende, porque al alma pura siempre Dios −tarde o temprano− la asiste, sin que se haga patente el cómo lo hace; pero sí es evidente a todas luces que lo hace, y bien patente. El “creador” que crea en armonía con la Creación nunca tiene sed, por más que no tenga agua que beber, pues Dios mismo la abreva. No es fácil que la consiga, la tal agua, debido al poder de birlibirloque del plagiador, pero tras la noche más oscura sale el sol que todo lo aclara. Es la virtud de la Verdad. Es la armonía. Es Dios en esencia.

No te engañes ni te dejes engañar, hermano, mi hermana del alma. Elige siempre el camino del bien. Es la expresión más directa a la verdad de tu esencia. Ante ti tienes los ingredientes y las técnicas que Dios te da para serle fiel a través de su Naturaleza. Puedes pervertirte y pervertir, pero puedes también fluir y hacer fluir la armonía con que Dios ha creado tu alma. No la corrompas, porque el árbol torcido es difícil que pueda luego ser enderezado, y habitualmente queda giboso. ¡Pero puedes, no todo está perdido! Es aquello de “quien quiere, puede”. Puedes dar la mano y ayudar, y puedes escupir e insultar. De ti depende, eres libre como Dios ha querido, pero eres tú quien debe querer… porque quieras o no serás tú el responsable al actuar.

Así, el brillo es siempre brillo, aquí y allá; pero el fruto, aunque usualmente algo se toma en vida, a veces no se ve ni se come hasta la vida eterna, aquella que Dios ha prometido y promete al alma pura que le es fiel. “Allí los justos brillarán como el sol, y a los malos los arrojarán al horno del fuego” (cfr. Mt 13,43.49-50; Apc 20,9-10). Elige. ¿Se te ocurre algo más armónico que la eternidad vivida en un Cielo sin final?

Twitter: @jordimariada

El “creador” que crea en armonía con la Creación nunca tiene sed, por más que no tenga agua que beber, pues Dios mismo la abreva @jordimariada Compartir en X

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