Dicen que son unos cracks y que hacen cosas guay, pero yo te soy sincero y condescendiente con ellos si te digo que son unos cachondos. Están animalizados por sus pasiones, que les dominan y someten. Huyen de su alma, porque consideran que están prisioneros en ella, y por eso tratan de materializarla tanto como pueden, en lugar de afrontar su realidad humana y mortal. Pero como el alma (su esencia) es algo inmaterial, tratar de liberarla por las pasiones será sencillamente un intento condenado al fracaso, y por tanto a la frustración. Por eso quieren “liberarse” cada vez más y más y más…, escondiéndose de sí mismos y escurriéndose de su cometido (la conciencia nunca calla) en un frenesí perturbador al girar de la noria. Y así se hacen esclavos de sí mismos y del devenir de su propia historia.
¿No has advertido la creciente incompatibilidad de caracteres en familia y en sociedad?
Te diré qué les ocurre en su interior corrompido. Caen en una espiral de folía que les enloquece como personas, y por lo tanto es imposible que socialmente encajen y se entiendan con los demás seres humanos que aceptan honradamente su condición: solo se hermanan con los que se venden como ellos (dar para recibir), hasta que mutuamente se descubren el plumero y dejan de hacer piña (“Dios los cría, y ellos se juntan”, dice el proverbio). ¿No has advertido la creciente incompatibilidad de caracteres en familia y en sociedad? El problema está en que en número alarmantemente creciente los hay que quieren ser reconocidos como los sabelotodo y pasar por lo que no son, en lugar de reconocer cada uno su realidad y su lugar en el mundo. Es el llamado “síndrome de la pretensión”, que alarma y adinera a los psicólogos con largas colas en sus consultas, y que no es más que un sentimiento de inferioridad de los de siempre, pero con trazos dorados.
Observarás que son ingenierías sociales que nos hacen los de arriba, y encima les pagamos para que nos las hagan
Sí, hermano, hermana del alma. Son productores, actores, presentadores, participantes en esos reality que nos “enriquecen” con lo “natural”, lo “sincero”, lo “espontáneo”, su “arte”, su “entretenimiento”…, pero lo cierto es que nos distraen de lo auténticamente humano. Segregan instinto liberado más que expresado, a golpes de brocha gruesa con sus vómitos nauseabundos. ¿Nos hemos vuelto locos voluntarios, “consumidores” pasivos de lo genuino estrictamente diabólico? Fíjate bien. Observarás que son ingenierías sociales que nos hacen los de arriba, y encima les pagamos para que nos las hagan. “Algunos psicólogos y sociólogos consideran que es un magnífico experimento, cuando en realidad es un espectáculo muy parecido al que se espera cuando se visita un zoológico” (Ángel Guerra Sierra. El imperio de lo banal. Ed. Palabra. Madrid, 2015).
están tratando de convertirnos en rebaño, para que seamos fáciles de conducir por los caminos que nos trazan a través de los medios de comunicación
Así las cosas, ¿no será razonable que investiguemos qué están haciendo con nosotros y advirtamos de una vez por todas qué pretenden, para que así podamos salvar el pellejo… aunque sea con tanto retraso? Si abres los ojos, te resultará evidente a todas luces (si de verdad no te escondes de la luz) que están tratando de convertirnos en rebaño, para que seamos fáciles de conducir por los caminos que nos trazan a través de los medios de comunicación y los pasos que nos marcan con la asquerosa secreción de la lividez de sus “influencers” (los nuevos líderes), para que compremos lo que nos hacen creer que nos dará la felicidad y aspiremos complacidos el narcotizado aire –espeso y saturado– que nos escupen desde sus colegiatas sacralizadas, y con todo ello nos encaminan por la senda macabra de la catarsis de nuestros instintos más bajos y viscerales como son los de la lívido, hacia los templos del lujo y el placer, donde nos hacen sentir (sin pensar) que somos libres de copular para sentirnos plenos.
Según palabras del presidente de la Universidad de Princeton: “Nosotros estamos preparando hombres y mujeres jóvenes para que lleguen a ser líderes y cambien el mundo para mejor” (citado por William Deresiewicz en Excellent Sheep. Original inglés en Free Press. New York, 2015. Pág. 131). Va en la misma línea que el lema de la Universidad de Harvard: “Veritas”, donde aseguran con su eslogan que “Harvard es para líderes” (citados en el mismo libro, página 131). Nos harán buenos líderes, sí, pero ¿de qué nos servirá, si luego la sociedad, a través de sus capitostes, nos convertirá en cabezas de rebaño? ¿Es eso el liderazgo? La verdad adulterada, puesto que no es la Verdad. Las intenciones más buenas, malogradas.
si suprimimos a Dios, siempre sentiremos la necesidad de sustituirlo con “ídolos de recambio”
El espectáculo es magno, hermano, hermana del alma, pues magna está siendo la lucha de los poderosos para derruir la “Era Cristiana”. Van a arrasar con la llamada a la trascendencia que todo ser humano siente en su más profunda intimidad, su esencia, esa que le hace decir “yo”. Es tal ese impulso de nuestra inmanencia que no hay quien lo sofoque. Es así, de manera que si suprimimos a Dios, siempre sentiremos la necesidad de sustituirlo con “ídolos de recambio” (Hans Graf Huyn. Seréis como dioses. EIUNSA. Barcelona, 1991. Pág. 14). Fíjate en la expresión, hermano, hermana del alma. No dice “dioses”, sino “ídolos”. Porque Dios solo hay uno.
Asistimos en nuestra época, por tanto, a la “anulación del hombre en el pleno sentido del concepto: ya sea degradando al hombre a lo infrahumano, haciéndolo hombre-máquina –robot– o anárquico hombre-átomo, si bien ‘átomo’ impropio porque aún se podrá seguir despedazándolo; es lo mismo, pues siempre será un hombre convertido en demonio. (…) No se quiere entender que el hombre es por esencia persona, y que este ser persona solamente se puede definir y sostener en el sentido de imagen de Dios” (del referido Seréis como dioses, Pág. 214-215, citando al austríaco historiador del arte nazi Hans Sedlmayr).
El striptease que estamos haciendo ante los sencillos de entre los hombres y las mujeres de nuestras sociedades es un escándalo que deberemos pagar caro
El striptease que estamos haciendo ante los sencillos de entre los hombres y las mujeres de nuestras sociedades es un escándalo que deberemos pagar caro cuando, tras cruzar el velo de nuestra muerte, nos veamos delante del Creador tal como somos en realidad (el “mono desnudo” del zoólogo, etólogo y pintor británico Desmond Morris), y no como pretendemos ser vistos según nuestras ideaciones ilusorias (en cierta manera alucinaciones). Entre tanta cantinela, deberíamos ser capaces de pensar, pues, si es que estamos solo soltando burdamente nuestro espíritu “liberándolo”, o más bien “liderándolo” hacia lo bueno y mejor. Porque lo que ciertamente está por ver es si pretendemos liderar tomando el concepto en positivo (servicio, “hacer” el amor para amar), o más bien en negativo (dominio, “hacer” el amor para someter). Empecemos a dilucidarlo, y vayamos viendo claro.
Esto que hablamos, en rigor, dependerá del camino que tomemos, y por tanto, de nosotros mismos, pues somos seres teóricamente libres (que es como Dios nos ha creado), y no autómatas teledirigidos. Depende de ti y de mí, hermano, hermana del alma. Tenemos una gran responsabilidad: salvar (para vivirlo, y por la vida salvarnos) el sentido de la vida (tuya, mía, nuestra). No lo olvides. En definitiva, está en juego la vivencia de la Verdad, y con ella nuestra salvación. Tuyo es el juego. Y la responsabilidad también.
Es el llamado síndrome de la pretensión, que alarma y adinera a los psicólogos con largas colas en sus consultas Share on X