Desde el inicio de su pontificado, el papa León XIV ha decidido enfrentar abiertamente los desafíos planteados por la Inteligencia Artificial (IA), calificándola como “una revolución” que, lejos de ser solo tecnológica, exige profundas respuestas éticas, antropológicas y espirituales. Su mensaje se presenta como un llamado urgente a salvaguardar la dignidad humana, la justicia social y la verdad en un mundo cada vez más moldeado por algoritmos y sistemas automatizados.
Esta postura no es meramente reactiva, sino estratégica.
León XIV busca marcar el rumbo ético global mediante la movilización del pensamiento social católico, enraizado en siglos de reflexión moral, con el fin de proteger especialmente a los más vulnerables: las generaciones jóvenes y aquellas personas cuyas vidas pueden verse desplazadas o desfiguradas por la automatización sin control.
En esta nueva era, la voz del pontífice resuena como un recordatorio de que la persona humana es insustituible y que toda tecnología debe someterse a una visión del ser humano que brota de una antropología integral, enraizada en la tradición cristiana. A lo largo de la historia, esta tradición ha actuado como un “tensor moral”, reorientando a la humanidad cuando esta, seducida por sus pasiones o por las promesas del «príncipe de este mundo», el Señor del Mal, ha perdido su rumbo.
León XIV, de origen estadounidense y primer papa agustino, posee un perfil singularmente adecuado para afrontar esta revolución. Con formación en matemáticas y una clara inspiración en León XIII —autor de la encíclica Rerum Novarum (1891), que respondió a la Revolución Industrial defendiendo la dignidad laboral—, el actual pontífice interpreta el avance de la IA como una nueva revolución industrial. Reconoce que los desafíos actuales, si bien distintos en forma, son similares en fondo: dignidad, justicia, trabajo y equidad vuelven a estar en juego.
En sus primeras intervenciones, el Papa ha estructurado su pensamiento en torno a cinco dimensiones fundamentales del fenómeno de la IA:
- Defensa de la dignidad humana:
León XIV subraya con claridad que la IA no debe, bajo ninguna circunstancia, disminuir ni reemplazar al ser humano. La tecnología debe estar siempre al servicio de la persona, no al revés. Este principio afecta tanto a lo que la IA produce como lo que potencialmente puede sustituir, especialmente en el ámbito laboral. En un contexto donde la adopción masiva de la IA avanza sin una planificación humanista, se omite la necesidad de acompañar su impacto sobre el trabajo, una dimensión central para la realización humana. Desde el desempleo hasta la alienación, los riesgos son múltiples. El Papa advierte con firmeza que ninguna máquina puede replicar el proceso humano de discernimiento, creatividad o espiritualidad. - Protección del desarrollo intelectual y espiritual de los jóvenes:
Existe una profunda preocupación por los efectos que el uso masivo de tecnologías inteligentes puede tener sobre el desarrollo neurológico, intelectual y espiritual de las nuevas generaciones. León XIV distingue con precisión entre el acceso a grandes volúmenes de datos y la auténtica sabiduría. Como lo enseñan las Escrituras, en Proverbios 1:7: “El principio del conocimiento es el temor del Señor; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina”. Para San Agustín, la sabiduría es una contemplación iluminada por Dios, guiada por el “ordo amoris”; para Santo Tomás de Aquino, es un juicio recto sobre las causas últimas, acompañado de paz interior. En definitiva, la sabiduría es un estado del alma, no una acumulación técnica de datos. Si la IA erosiona las condiciones necesarias para este florecimiento interior, se pierde el fundamento de lo humano. - Justicia social y laboral:
Siguiendo la línea de la Doctrina Social de la Iglesia (DSE), León XIV reclama una respuesta activa frente al impacto de la IA sobre el empleo y la equidad. Advierte del peligro de una nueva “Edad Dorada” —en referencia al período estadounidense de finales del siglo XIX, caracterizado por avances tecnológicos, pero también por una concentración desmedida de riqueza y el deterioro de las condiciones laborales—. La explotación “egoísta” de la IA por parte de grandes corporaciones, sin una visión de bien común, podría reproducir esas desigualdades a escala global. - Verdad, belleza y el riesgo de la posrealidad:
El Papa alerta sobre el poder de la IA para distorsionar la verdad mediante la manipulación de imágenes, videos y narrativas. Frente a la posibilidad de un mundo donde lo verdadero y lo falso se vuelvan indistinguibles, León XIV reafirma la necesidad de defender la centralidad de la verdad y la belleza auténticas. No se trata solo de denunciar el engaño técnico, sino de recordar que la verdad es relacional y espiritual: está al servicio de la libertad y del bien. - Gobernanza ética y regulación global:
Finalmente, León XIV llama a establecer criterios éticos sólidos y universales, basados en la dignidad humana, para guiar el desarrollo de la IA. Considera que los acuerdos voluntarios no son suficientes y aboga por un tratado internacional vinculante. Aunque muchas empresas tecnológicas se oponen inicialmente a esta idea, el Papa insiste en que solo una regulación justa y global garantizará un futuro en el que la tecnología no supere a la humanidad.
Desde su primer discurso ante el Colegio Cardenalicio el 10 de mayo de 2025, León XIV ha puesto a la IA como una de las prioridades centrales de su pontificado, en clara continuidad con el enfoque centrado en el ser humano que ya había comenzado su predecesor, Francisco. Su propuesta apunta a un verdadero “humanismo digital”, capaz de reconciliar los avances tecnológicos con la tradición filosófica y espiritual de la Iglesia.
La intervención del Papa es especialmente relevante por varias razones.
En primer lugar, la Iglesia Católica posee una autoridad moral reconocida a nivel mundial, con un peso histórico en temas de ética, moral y dignidad humana.
En segundo lugar, en un entorno cada vez más automatizado, es urgente recentrar las decisiones en torno a la persona.
En tercer lugar, como en el siglo XIX, la voz del Papa puede inspirar una reforma con rostro humano.
En cuarto lugar, su propuesta actúa como un escudo para proteger a las nuevas generaciones ante formas inéditas de manipulación informativa.
Y por último, la Iglesia tiene la capacidad única de tender un puente entre tecnología y fe, aportando siglos de reflexión crítica y espiritual a un momento en que el mundo lo necesita con urgencia.
León XIV interpreta el avance de la IA como una nueva revolución industrial. Reconoce que los desafíos actuales, si bien distintos en forma, son similares en fondo: dignidad, justicia, trabajo y equidad vuelven a estar en juego Compartir en X









