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Obispos de Estados Unidos: «La Inteligencia Artificial (IA) debe servir a la dignidad humana y al bien común»

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En medio del creciente protagonismo de la inteligencia artificial (IA) en todos los ámbitos de la vida social, económica y política, los obispos de Estados Unidos han aportado algo esencial: la tecnología debe estar al servicio del ser humano, nunca al revés.

A través de una carta enviada al Congreso, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) instó a los legisladores a establecer políticas de desarrollo y uso de la IA que respeten “la vida y la dignidad de la persona humana” y promuevan “el bien común”.

El obispo William D. Byrne, presidente del Comité de Comunicaciones de la USCCB, fue el encargado de transmitir esta postura en nombre de los pastores del país.

Una herramienta poderosa

La inteligencia artificial está modelando rápidamente el futuro de nuestra sociedad.

Aunque los obispos reconocen no ser expertos técnicos, se pronuncian desde su vocación pastoral: acompañar al pueblo de Dios, cuidar la dignidad de cada persona y discernir a la luz del Evangelio los signos de los tiempos.

En ese sentido, afirman que la IA, cuando se basa en principios morales sólidos, puede ayudar a superar obstáculos y mejorar la vida humana. Pero también advierten que mal usada o sin las debidas garantías éticas, puede convertirse en una amenaza silenciosa y devastadora.

Principios éticos fundamentales

La carta de los obispos estadounidenses articula varias preocupaciones y principios clave:

  1. Dignidad de la persona humana: Toda innovación tecnológica debe tener como centro la dignidad inviolable de cada persona. “La IA debe complementar la acción humana, no reemplazarla ni suplantar el juicio moral”, afirman.

  2. Rechazo al transhumanismo: Los obispos advierten contra toda tentativa de equiparar la IA con la vida humana o de alterar la naturaleza del ser humano en nombre del progreso. La tecnología es herramienta, no fin en sí misma.

  3. Atención a los más vulnerables: Para que la IA sirva al bien común, debe estar diseñada también para ayudar a los pobres, marginados y excluidos, y garantizar que puedan beneficiarse equitativamente de sus avances.

  4. Compromiso con la verdad: Denuncian el uso de la IA para manipular información, crear contenidos falsos (como los deepfakes) o erosionar los procesos democráticos. La transparencia, la supervisión humana y la rendición de cuentas deben ser principios irrenunciables.

Implicaciones sociales y económicas

La USCCB también aborda los riesgos laborales asociados con la IA: desplazamiento de empleos, aumento de la desigualdad y automatización sin ética. Piden políticas que protejan a los trabajadores, promuevan la formación en nuevas habilidades y garanticen la supervisión humana en decisiones que afectan vidas.

En lo familiar, reconocen que la IA puede facilitar tareas diarias y mejorar la comunicación, pero alertan sobre su capacidad de aislar, fragmentar vínculos y erosionar la intimidad. Por eso, piden que las tecnologías refuercen, no debiliten, la vida familiar.

Cultura, medio ambiente y paz

Otro aspecto subrayado es la protección de la creatividad y la propiedad intelectual, vital para mantener una cultura viva y justa. Además, destacan que la IA puede ayudar a resolver crisis ambientales, pero también puede intensificar el consumo energético y la producción de residuos tóxicos.

Una preocupación especial se dirige al ámbito militar: los obispos se oponen rotundamente al desarrollo de armas autónomas letales, que puedan actuar sin control humano. “Es esencial preservar la decisión ética en contextos de guerra”, insisten.

Una propuesta, no un cierre

Los obispos concluyen su carta aclarando que estas reflexiones no pretenden ser exhaustivas, sino una “contribución inicial” al debate. Ofrecen sus oraciones y disponibilidad para colaborar con los legisladores en la elaboración de una política tecnológica verdaderamente humana.

Este pronunciamiento muestra que la Iglesia no rehúye el progreso, pero tampoco lo idolatra. Como dijo el Papa Francisco en Laudato si’,

el verdadero desarrollo “no consiste solo en el crecimiento económico”, sino en el crecimiento integral de la persona.

La tecnología debe tener corazón. Y ese corazón se llama dignidad humana.

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