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¿Preservativos gratis para los jóvenes? 

Familia

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Es demasiado demoledor el anuncio del Ministerio de Sanidad de implantar la gratuidad de preservativos para jóvenes de 14 a 22 años “antes de que termine el año”.

Pues no estamos sólo ante una anécdota o una nueva “aberración” de nuestro gobierno: es un signo cultural y político. 

Se trata de un error, tanto por razones de salud pública y de prioridades sociales como por lo que transmite sobre el ser humano, la sexualidad y la dignidad de nuestros jóvenes. 

Expliquemos por qué:

1) La “solución simple” a problemas complejos

Cada generación de forma inevitable hereda una visión sobre la sexualidad, más allá de la verdad. 

La nuestra, desde el siglo XX, ha absolutizado la técnica: “si hay un problema humano, habrá un dispositivo que lo resuelva”. 

Por otro lado, la Iglesia ha sido caricaturizada siempre en este tema como “anti-mujer” o “anti-sexo”. Falso. Precisamente porque cree en la belleza y grandeza del amor humano —unitivo y abierto a la vida—, la Iglesia defiende a la mujer, al varón y al vínculo, y denuncia los reduccionismos que convierten el cuerpo en objeto y hace del deseo un mercado. 

En la práctica política, la tentación es ofrecer respuestas rápidas a realidades complejas: “más preservativos = menos problemas”, piensan.

Pero los problemas de fondo de nuestros jóvenes no se arreglan con repartir material profiláctico. 

Pues el mismo día en que se promete el “condón gratis”, seguimos sabiendo que emanciparse en España es carísimo y tardío; la vivienda devora sueldos y roba a nuestros jóvenes el futuro. ¿De verdad lo más apremiante que el Estado puede regalar a los adolescentes es un preservativo? 

2) Lo que sí sabemos de ETS, comportamiento y eficacia

Las ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) están subiendo (también en España) no lo digo yo: lo dicen los datos epidemiológicos.

En 2023 y 2024, España ha registrado incrementos notables de sífilis, gonorrea y clamidia, con especial impacto en jóvenes y varones. 

La propia OMS alertó en 2024 de un “importante aumento” de las ETS a nivel global, y el Ministerio de Sanidad reconoce la preocupación por el ascenso sostenido. 

La conducta real de los jóvenes, según los estudios, es que muchos no usan preservativos de forma constante ni correcta. Encuestas de la Sociedad Española de Contracepción muestran que una proporción significativa no utiliza condones en todas las relaciones extramatrimoniales. Esta es la diferencia entre el laboratorio y el sábado por la noche. 

Aquí la ciencia es aliada de la verdad: los preservativos reducen el riesgo de VIH y de varias ETS cuando se usan correcta y consistentemente, pero no ofrecen protección absoluta y son menos eficaces frente a infecciones de transmisión cutáneo-mucosa (como el VPH o el herpes). 

Además, para embarazo, el fallo “en uso típico” ronda el 13% anual; es decir, en condiciones reales y con errores humanos. Esto más allá del problema afectivo-sexual desautoriza vender el preservativo  como “escudo total” que es como lo están vendiendo.

Cuando la comunicación pública promete “seguridad” sin matices, genera falsa sensación de invulnerabilidad: la OMS y los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) insisten en que la protección depende del uso correcto y consistente, y que la abstinencia y la relación estable y fiel con pareja no infectada siguen siendo la vía de riesgo casi nulo. 

El lenguaje importa. Si el Estado quiere realmente ayudar, debe nombrar los límites reales, no engañar.

3) Por qué la gratuidad masiva es una mala idea

Las políticas queramos o no educan; al no participar de una moral, imponen otra. Pues toda norma presupone ética y antropología.

Repartir preservativos gratis a partir de los 14 años envía un mensaje explícito: “lo esperamos de ti”. Rebajamos el listón y normalizamos la iniciación sexual precoz. Lo más grave de todo es que realmente no educa más bien infantiliza y lleva al desespero.

La evidencia ha demostrado que, según está el panorama, los programas de disponibilidad de condones no suelen aumentar la actividad sexual, vale; pero tampoco resuelven por sí solos los determinantes profundos del comportamiento. 

Lo que sí está demostrado que marca la diferencia son entornos con comunicación, vínculos y proyecto de vida.

La ciencia de la prevención más eficaz habla de intervenciones reales y no parches y del papel crucial de la familia, la educación, la pareja y los referentes. 

Una medida aislada y “barata” puede quedar en gesto simbólico que oculta la falta de una estrategia seria, verdadera y sostenida. 

La política es el arte de ordenar prioridades. ¿Dónde ponemos cada euro? Tenemos infinitas listas de espera de salud mental juvenil en crisis, políticas de natalidad inexistentes, emancipación imposible

4) Decir toda la verdad, no media verdad

Ante está tremenda realidad de nuestro tiempo, sería fundamental tener en cuenta un aspecto mucho más grande y valioso: educación de la libertad, es decir, aprender a amar bien.

Esto pasa por integrar cuerpo, afectos y compromiso; por hablar de consentimiento y de vínculos, de pornografía y de autoestima, de heridas y de perdón. 

La propuesta no es contra el sexo: es a favor del amor. El “todo vale” ha dejado demasiadas cicatrices: ansiedad, soledad, relaciones utilitaristas.

El mundo necesita saber que la sexualidad está hecha para la donación recíproca, exclusiva y total, que pide tiempo, fidelidad y hogar. Por favor, no estrechemos la vida.

Y sí, por mucho que nos intenten confundir lo contrario de la promiscuidad no es la represión, es la libertad madura de la persona.

5) Objeciones habituales 

“Pero los condones salvan vidas.”
Reducen riesgos, en parte sí. Justamente por eso, hay que comunicar sus límites y no engañar a un adolescente de 14 años diciéndole que “ya está todo hecho” con un sobre gratis.

“Pero dar preservativos no aumenta la actividad sexual.”
Algunos estudios no encuentran aumento, de acuerdo. Pero aun así, no resuelven por sí solos los determinantes de fondo más importantes (soledad, problemas afectivos, pornografía, presión de grupo, alcohol). Aquí es donde una educación afectivo-sexual integral, con familias y comunidad, sí cambia las cosas. 

“Proponer abstinencia es irreal.”
Irreal es renunciar a educar la libertad. Pedimos a los jóvenes que estudien, que no beban si conducen, que entrenen duro en deporte… ¿y en lo más íntimo les decimos que no pueden? Con buen acompañamiento, muchos jóvenes eligen retrasar el inicio sexual o vivir su noviazgo y matrimonio con límites inteligentes basados en el amor. Eso es auténtico, real y posible.

La Iglesia católica ha sido y será muy criticada sobre este tema, se le cargan muchas objeciones en el aspecto sexual.  Pero- cuidado- los católicos no odian ni huyen del sexo; lo valoran demasiado como para abaratarlo, pues reconocen su grandeza.

Por eso la Iglesia católica defiende a la mujer frente a cualquier cultura que la convierta en objeto, y el matrimonio natural hombre y mujer  frente a cualquier política que banalice su promesa. 

No deberíamos tratar a los jóvenes como niños malcriados incapaces de responsabilidad y de una voluntad razonada orientada al bien. Tenemos que darles razones reales para esperar, para elegir bien, para amar a lo grande. Eso sí es público, eso sí es saludable y eso sí es eficaz. Ganaremos todos en lo más importante: una vida libre y verdadera.

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