En un preocupante incidente que pone en entredicho las libertades fundamentales, Isabel Vaughan-Spruce, una voluntaria provida con dos décadas de experiencia en apoyo a mujeres los momentos duros de sus embarazos, ha sido nuevamente objeto de discriminación por parte de la policía británica.
En una grabación recientemente obtenida por ADF UK, se observa a un oficial de la Policía de West Midlands exigiendo que Vaughan-Spruce abandone un área pública por el simple hecho de ser conocida por sus creencias provida y pertenecer a una organización con dicha convicción.
El pensamiento como delito
El video muestra cómo el agente argumenta que la «mera presencia» de Vaughan-Spruce podría constituir «acoso, alarma y angustia», aludiendo a suposiciones sobre lo que su presencia podría representar para otras personas.
Según el oficial, esto la haría incurrir en una infracción de las normas de la «zona de exclusión» de 150 metros alrededor de un centro de abortos.
Sin embargo, la legislación que establece estas zonas no prohíbe la presencia de individuos por sus creencias, sino que busca impedir conductas que constituyan «intimidación», «acoso» o «influencia sobre la decisión de acceder a un aborto».
El hecho de que una persona simplemente se encuentre de pie, orando en silencio, no encaja dentro de estas definiciones.
Un patrón de discriminación
El trato que ha recibido Vaughan-Spruce no es un hecho aislado. En el pasado, la Policía de West Midlands ya había sido obligada a disculparse y a pagar una indemnización de 13.000 libras esterlinas por vulnerar los derechos de la voluntaria en dos ocasiones anteriores, cuando fue arrestada por orar en silencio en la misma «zona de exclusión».
Además, en febrero de 2023, Vaughan-Spruce fue llevada a juicio en el Tribunal de Magistrados de Birmingham por haber rezado en silencio en su mente cerca del centro de abortos.
En esa ocasión, fue declarada inocente, confirmando que su acción no constituía ningún delito.
El precedente legal
La propia Fiscalía de la Corona (CPS) emitió en octubre de 2024 una guía donde aclara que la oración silenciosa «no es necesariamente» un crimen en una zona de exclusión y que las acciones deben ser «explícitas» para alcanzar el umbral de criminalidad.
A pesar de ello, el caso de Vaughan-Spruce demuestra una preocupante tendencia hacia la criminalización de las creencias y pensamientos en espacios públicos.
«Ha quedado claro una y otra vez que no se puede infringir la ley por el simple hecho de existir en una zona de exclusión y sostener pensamientos y creencias en la mente», afirmó la voluntaria.
«El agente me dijo que mi ‘mera presencia’ era ofensiva. Esto no es otra cosa que discriminación por opiniones. Parece que, según él, el solo hecho de ser provida me convierte en criminal en ciertos espacios públicos. Esto no está bien».
La batalla por la libertad
El caso de Vaughan-Spruce es un síntoma de un problema mayor: el avance de una cultura donde el pensamiento y la fe son sometidos a censura y persecución.
La libertad de expresión y de conciencia están en juego, y cada nuevo intento de acallarlas representa una amenaza no solo para los provida, sino para cualquiera que desee vivir en una sociedad verdaderamente libre.
El caso de Isabel Vaughan-Spruce es un recordatorio de que la lucha por la vida es también una lucha por la libertad.
El caso de Isabel Vaughan-Spruce es un recordatorio de que la lucha por la vida es también una lucha por la libertad. Share on X