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Suecia vive una crisis de violencia inaudita

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Reconocida por su calidad de vida y tranquilidad, Suecia experimenta desde hace años un aumento generalizado de la criminalidad y violencia.

El 26 de agosto pasado, el asesinato a plena luz del día de una joven que llevaba a su hijo de 2 años en brazos llevó el nivel de brutalidad a un listón aún más alto.

Los hechos tuvieron lugar en Malmö, ciudad situada al sur del país, bañada por el mar Báltico y limítrofe con Dinamarca. Esta población, de unos 350.000 habitantes, se ha ganado en los últimos años un mal nombre debido al crimen organizado. «Malmö es para los suecos lo que Marsella es para los franceses» asegura la periodista Johanna Bäckström.

Los habitantes de esta población, el punto de entrada más transitado en el país, intentan organizarse a través de las redes sociales como Facebook para denunciar la situación de inseguridad y formular propuestas al gobierno sueco. Estas van desde el control intensificado de la frontera hasta ejercer una vigilancia especial sobre los jóvenes conflictivos.

¿Cuál es el alcance real del problema?

Atendiendo a los hechos concretos, parece claro que Suecia ha perdido su especificidad como paradigma de país pacífico. Barrios enteros periféricos están considerados sensibles. Los bomberos son recibidos con tiros de piedra por parte de los habitantes. El número de coches quemados aumenta sin cesar. Los servicios de primeros auxilios se niegan a entrar en determinadas áreas sin escolta.

Si se mide la evolución histórica de los homicidios, las estadísticas muestran un descenso constante que se para el 2013 y luego se invierte. Actualmente, la tasa de homicidios por habitantes en Suecia es superior a la media europea, y superior a la de países como Francia.

La introducción de armas de fuego por parte de los grupos criminales en los últimos años explica buena parte del incremento. Actualmente, los criminales no se preocupan de arreglar las cuentas de forma discreta: sólo en 2018, la policía registró 272 tiroteos en el país. Una cifra récord.

Volviendo a Malmö, otro fenómeno criminal en auge son las detonaciones. En 2017 se registraron 60. Se trata de pequeñas cargas de dinamita, robadas a las constructoras, que las bandas hacen explotar en lugares habitualmente no transitados para generar un sentimiento de miedo. «Se escuchan detonaciones de forma regular […] Generalmente, llamo a mi familia para estar segura de que todo el mundo está bien», asegura la activista Mariam Bagher.

¿Cómo se explica lo que está pasando en Suecia?

El gobierno socialdemócrata sueco afirma que el país es un lugar seguro, y pide la movilización tanto de las fuerzas de seguridad como de la sociedad civil para hacer frente al problema. La extrema derecha y una parte de la derecha aseguran que la situación actual está causada por el laxismo de la justicia combinado con la oleada migratoria, a la que se sumó la de los demandantes de asilo 2015.

Según Amir Rostam, de la universidad de Estocolmo, desde 2012 se detecta un marcado incremento de la violencia entre grupos de jóvenes que provienen de las periferias. Estos utilizan las armas como venganza por haber «robado» parte del mercado de la droga o por haberse llevado una chica al bando contrario.

Recientemente, el rey de Suecia efectuó una llamada inaudita a todos los partidos políticos a hacer propuestas para afrontar los problemas de seguridad -exceptuando la extrema derecha, que vive marginada de la vida política a pesar de su constante progresión.

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