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Dolor a cambio de ‘likes’: la peligrosa moda de TikTok

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En los últimos tiempos, TikTok se ha convertido en la gran arena digital donde conviven el ingenio, el humor y, lamentablemente, la imprudencia.

Miles de jóvenes, imbuidos por el deseo de destacar y acumular «likes», se suman a los desafíos más insólitos.

Pero en esta ocasión, el riesgo se ha elevado a un nivel peligrosamente tangible: la nueva tendencia en la red social invita a dejarse caer objetos pesados sobre los pies para, acto seguido, mostrar el dolor sufrido ante la audiencia. El colmo de la estupidez humana.

Lo que pareciera un simple experimento de resistencia se ha tornado un peligro real que, según expertos, puede desembocar en incapacidades permanentes.

El hashtag #droppingthingsonmyfoot se ha utilizado en cientos de videos.

Lesiones peligrosas

La temeridad de la moda no es baladí.

El profesor de Medicina podológica en la Universidad de Galway, el doctor Benjamin Bullen, ha manifestado su preocupación ante esta insensatez. Para él, es un hecho probado que dejar caer objetos afilados o de gran peso sobre los pies conlleva un elevado riesgo de lesiones irreversibles: daño nervioso, fracturas óseas, inflamaciones articulares, hematomas internos que podrían desembocar en complicaciones crónicas… La lista es tan extensa como alarmante.

Las palabras de este especialista revelan una conclusión inapelable: jugársela por un puñado de ‘me gusta’ puede hipotecar la calidad de vida de quienes participan en el reto.

El caso de Luke Pilling, un tiktoker de Bolton que alcanzó la fama virtual con un vídeo donde sometía sus extremidades a pruebas cada vez más extremas (con candelabros, sartenes, freidoras y hasta el monitor de un ordenador), ilustra la peligrosidad de esta moda.

El propio Luke Pilling confesaba sentir un «dolor moderado» al principio, mas la excitación ante los crecientes visionados lo llevó a redoblar la apuesta.

Luke Pilling, recibió más de 3.8 millones de visitas por un video que lo muestra saltando por su habitación con dolor después de dejar caer una tostadora, una freidora y un monitor de computadora en sus pies.

Cuando se le preguntó por qué decidió unirse a la tendencia, el chaval de 19 años dijo a la agencia de noticias PA: «Curiosidad y simplemente porque era divertido. Me encanta hacer contenido en el que me guste reírme de mí mismo».

Con cada nuevo golpe contra su espinilla u otra parte del cuerpo, el hematoma surgido en la pierna advertía de las consecuencias. Lo que él califica como «gracioso» en niveles leves, en el fondo desenmascara un fenómeno social inquietante: la búsqueda de notoriedad a costa de la propia integridad física. 

¿Qué está pasando a nivel psicológico?

Ante esta situación, conviene preguntarse no solo por la dimensión médica del problema, sino también por su trasfondo psicológico.

¿Por qué los jóvenes, en lugar de proteger sus cuerpos, se lanzan a retos que podrían dejarlos con secuelas de por vida?

Desde una perspectiva de la psicología, cabría señalar la poderosa injerencia que tienen las recompensas inmediatas, como la popularidad y la validación social.

El cerebro adolescente —y en muchos casos, también el adulto— tiende a priorizar el placer efímero y la aprobación externa y este fenómeno está incrementando a niveles vertiginosos. Pues es lo que continuamente la sociedad alimenta.

A este respecto, la razón y el sentido común deben servir de ancla.

Hacerse daño de manera deliberada, por buscar una efímera fama en redes sociales, es una falta de responsabilidad y un agravio al valor de la vida. Hay que caer en la cuenta e la importancia de la dignidad humana y el respeto por la propia integridad física.

Es cierto que, en la era digital, muchos jóvenes ansían hacerse virales, conquistar el estrellato y dejarse llevar por el supuesto éxito.

Pero la tarea de padres, educadores y de cada uno de nosotros, como miembros de una sociedad que anhela el bien común, consiste en recordar que la fama virtual es insulsa.

Más allá de prohibiciones y llamados de alerta, resulta fundamental propiciar un entorno que fomente la reflexión y el juicio crítico.

Viralidad

¿Hacia dónde nos encaminamos cuando convertir el dolor en un espectáculo se convierte en una vía rápida para alcanzar fama y reconocimiento?

Las redes sociales, pensadas inicialmente para conectar y compartir, se han ido transformando en un escenario donde cada vez más usuarios buscan la «viralidad» a cualquier precio.

El desafío de dejarse caer objetos pesados sobre los pies revela un trasfondo de urgencia y vacío: no hay un mensaje profundo tras el gesto, ni un objetivo que trascienda el «me gusta».

Solo el vértigo de obtener, en décimas de segundo, la aprobación de una multitud virtual.

Sin embargo, al ver esas imágenes, cabe preguntarse si no estamos asistiendo a una peligrosa normalización del sufrimiento y la autolesión.

El ser humano anhela amor y reconocimiento como parte esencial de su naturaleza.

Desde el nacimiento, buscamos la mirada aprobatoria de padres y cercanos: esa necesidad emocional nos impulsa a construir vínculos y encontrar nuestro lugar en la sociedad.

Sin embargo, cuando esta búsqueda deriva en comportamientos peligrosos o en la banalización de la propia integridad, se evidencian vacíos afectivos, desequilibrio emocional y la ausencia de referentes.

Más allá de las redes sociales, el anhelo de ser reconocido es legítimo.

Por ello, tal vez todos estos comportamientos persiguen, aún sin saberlo, una promesa que rebasa la finitud y anuncia un misterio inefable.

Esa plenitud anhelada late en lo profundo del corazón de todo joven y no será colmada con cualquier logro terrenal ni el triunfo de Tik Tok. De ahí lo peligroso de asumir retos sin brújula ni rumbo.

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