Anne Hendershott nos brinda un interesante análisis sobre las causas de esta explosión de casos transgénero desde el Catholic World Report:
Si bien existe escasez de datos fiables sobre el aumento del número de niños y adultos transexuales en muchos países, los datos de Suecia, Australia y el Reino Unido indican una explosión en la demanda de tratamiento de transición de género. Según The Guardian, los 14 centros de identidad de género del Reino Unido han experimentado un aumento de hasta el 100% en el último año. En la Charing Cross de Londres –el centro para adultos más grande y antigua- el número de casos se ha triplicado con creces en 10 años, pasando de 498 en 2006 a 1.892 en 2016, mientras que un centro de Nottingham informó de que el número de casos se había multiplicado por 28 en ocho años y uno de Exeter los vio multiplicarse por 20 en una década.
Los aumentos son aún más alarmantes en los centros para niños y adolescentes del Reino Unido, donde se han registrado aumentos del 50 por ciento anual desde 2011. En 2016, tuvo lugar un aumento inesperado y sin precedentes del 100 por ciento, pasando de 697 a 1.398 casos de niños y adolescentes. Se observaron aumentos similares en el centro Sandyford de Glasgow, que duplicó sus casos en un año -de 90 a 178- en 2015; en Australia, se registraron 200 casos en el centro dirigido por el Royal Children’s Hospital de Melbourne, frente a 18 en 2012. En Suecia, el Hospital Infantil Astrid Lindgren registró un aumento del 100% en las cifras anuales durante los últimos años, con un total de 197 niños que solicitaron tratamiento para la transición en 2016.
Estamos experimentando un aumento similar en los Estados Unidos. El Instituto Williams de la UCLA, un centro de estudios dedicado a la investigación de la ley de orientación sexual e identidad de género y la política pública, ha concluido que la estimación del porcentaje de adultos que se identifican como transgénero en los Estados Unidos es el doble de esa misma estimación en 2011, con 1,4 millones de adultos que se identifican como transgénero.
Uno de los motivos de esta explosión puede ser una causa cultural. Hace casi dos décadas, un artículo del Atlantic Monthly titulado «Una nueva forma de estar loco«, del bioeticista Carl Elliott, predijo todo esto cuando escribió: «una vez que el trastorno transexual y de identidad de género y la cirugía de reasignación de sexo se conviertan en algo común, cada vez más gente comenzará a conceptualizar e interpretar su experiencia en estos términos… hasta cierto punto se convertirán en el tipo de personas descritas por estos términos«.
Elliott estaba sugiriendo que es posible que nuestra cultura no sólo esté dando visibilidad a los individuos transexuales, sino que los esté creando. Si es así, podemos esperar un tremendo crecimiento, ya que una industria entera está emergiendo para satisfacer la creciente necesidad. Desde especialistas en educación que diseñan «escuelas seguras» para niños transexuales, hasta profesionales transexuales, clínicas médicas financiadas con fondos públicos, programas de reembolso y un creciente cuerpo de trabajo académico y activismo, la industria transexual ha explotado. El filósofo canadiense Ian Hacking utiliza el término «contagio semántico» en su libro Rewriting the Soul (Reescribiendo el alma) para describir la forma en que la identificación y descripción pública de una condición como la de los transexuales crea los medios por los que esa condición se propague.
Una pista que los científicos sociales interesados en determinar si la causa es cultural suelen mirar de cerca es si el fenómeno se extiende uniformemente a través de los Estados Unidos. Si fuera realmente un hecho biológico, estaría distribuido equitativamente en toda la población. Pero no lo es. Los datos del Instituto Williams revelan que el mayor porcentaje de adultos identificados como transexuales viven en Washington DC, Hawai, California, Nuevo México, Georgia y Texas. Washington DC tiene casi el doble de individuos transgénero que el siguiente estado más alto (Hawaii)… El porcentaje de personas que viven en el Distrito de Columbia que se identifican como transgénero es del 2,8 por ciento, más del triple que el porcentaje de los que viven en los siguientes estados más altos, Hawai o California (0,78 por ciento y 0,76 por ciento respectivamente). Y el porcentaje de personas transgénero en el Distrito de Columbia es más de nueve veces mayor que el 0,3 por ciento que vive en Dakota del Norte o el 0,31 por ciento en Iowa. Para nada una distribución igualitaria.
La opinión biológica de que «se nace transgénero» puede estar de moda, pero contradice uno de los principales hallazgos de un meta-análisis de otros estudios publicados en The New Atlantis por el Dr. Lawrence Mayer y el Dr. Paul McHugh, que encontró que «la hipótesis de que la identidad de género es una propiedad innata y fija de los seres humanos que es independiente del sexo biológico -que una persona podría ser un ‘hombre atrapado en el cuerpo de una mujer’ o una ‘mujer atrapada en el cuerpo de un hombre’ no está respaldada por la evidencia científica«.
[…]Sencillamente, no hay evidencia científica de la existencia de causas biológicas para el tremendo crecimiento de los transgénero… Aunque hay alguna evidencia de que la confusión severa de género puede adquirirse a partir de experiencias traumáticas en la niñez o adolescencia, es más probable que a medida que los individuos buscan una razón para su infelicidad intratable, busquen una cura en lo que se está convirtiendo en el culto de lo transgénero.
Los datos de Suecia, Australia y el Reino Unido indican una explosión en la demanda de tratamiento de transición de género Share on X