La administración del presidente Donald Trump ha reafirmado su compromiso con la defensa de la vida y la familia al reincorporar a los Estados Unidos en la Declaración de Consenso de Ginebra (GCD, por sus siglas en inglés).
La decisión de Trump representa un paso fundamental en la protección de los valores fundamentales que sustentan una sociedad sana y justa.
La GCD fue establecida en 2020, durante la primera administración de Trump, con el objetivo de promover políticas internacionales que protejan la dignidad de la mujer, el derecho a la vida desde la concepción y la soberanía de las naciones en la formulación de sus propias leyes en defensa de estos principios.
Entre sus miembros fundadores se encuentran países como Brasil, Egipto, Hungría, Indonesia y Uganda, quienes, junto con los Estados Unidos, han defendido la verdad fundamental de que no existe un derecho internacional al aborto.
Valerie Huber, presidenta del Instituto para la Salud de la Mujer (IWH, por sus siglas en inglés) y parte de la GCD, ha destacado que esta declaración ha permitido a las naciones alzar una voz unísona en la defensa de la vida y la familia. «Sabíamos que muchos países ya apoyaban estos valores antes de la GCD, pero cuando los países se unen, su impacto se multiplica», afirmó Huber.
En la actualidad, 40 naciones forman parte de esta coalición, enviando un mensaje claro al mundo: el aborto no es un derecho humano.
Retirada y reincorporación
La retirada de los Estados Unidos de la GCD en 2021, bajo la administración de Joe Biden, fue un duro golpe para el movimiento provida internacional. Sin embargo, la firmeza de los países miembros y el compromiso de líderes provida aseguraron que la declaración no solo sobreviviera, sino que se fortaleciera con el tiempo.
La reincorporación de Estados Unidos en 2025 marca un momento crucial para reafirmar la defensa de la vida en el panorama internacional.
El regreso de los Estados Unidos a la GCD no es un simple gesto simbólico, sino una declaración de principios que desafía la hegemonía ideológica de los lobbies globales que promueven el aborto como un «derecho».
«El GCD, por supuesto, representa una amenaza para el progresismo global porque es políticamente efectivo y completamente voluntario», señaló Huber.
Esta afirmación engancha con el pensamiento católico, que defiende la sacralidad de la vida desde la concepción y promueve el valor de la familia como la célula fundamental de la sociedad.
Hay esperanza
La defensa de la vida no es solo una cuestión política, sino un mandato moral. La enseñanza de la Iglesia es clara al respecto: toda vida humana es sagrada, creada a imagen y semejanza de Dios, y ninguna ley humana puede legitimar su eliminación.
La doctrina social de la Iglesia subraya la importancia de promover políticas que protejan a los más vulnerables, especialmente a los niños por nacer y a las mujeres en situaciones de vulnerabilidad.
La reincorporación de Estados Unidos a la GCD es también un mensaje de esperanza para millones de personas en todo el mundo que defienden la vida y la familia.
La decisión de la administración Trump de reincorporarse a la GCD también reafirma el compromiso de Estados Unidos con la soberanía nacional, permitiendo que los países puedan establecer sus propias leyes en defensa de la vida sin presiones externas.
En palabras de Huber: «Al reincorporarse, el presidente Trump envía un mensaje contundente de que Estados Unidos está del lado de las naciones soberanas para defender las verdaderas necesidades de salud de las mujeres contra las tácticas coercitivas de los poderes globales».