El papa Francisco publicó el 18 de junio de 2015 la encíclica Laudato Si´, que algunos han traducido como Alabado Seas. Laudato Si´, recordemos, es la frase inicial del Cántico de las Criaturas de san Francisco de Asís y fue compuesto por el santo poco antes de su muerte. El poema es una expresión de alabanza a todas las criaturas terrenales, así como a las fuerzas de la naturaleza, e inspiró a Francisco en la redacción de su encíclica sobre el cuidado de “la casa común”, motivo por el cual, la misma es conocida como la “encíclica ecológica”.
No podemos ignorar que, a pesar de ser una encíclica sobre la que se ha escrito mucho y se han discutido algunos de sus planteamientos, el nuevo papa León XIV ha conmemorado, a los pocos días de comenzar su pontificado, el décimo aniversario de la encíclica Laudato Si’ del papa Francisco. Lo ha hecho además de un modo claro, resaltando la influencia que está marcando, a pesar de los años transcurridos, pues «nos enseñó a todos a escuchar el doble grito de la tierra y de los pobres».
Por tanto, une León XIV a través de esa encíclica dos aspectos, el puramente ecológico y por otro, la preocupación social derivada de la Doctrina Social de la Iglesia, sobre la que intuimos todos que va a pivotar el nuevo pontificado. No se puede decir más claro, pues además apoyó el compromiso del Movimiento Laudato Si y de «todos aquellos que llevan adelante este compromiso», es decir, de quienes trabajan por el cuidado del medio ambiente y la justicia social.
Ese mismo día, animaba a todos los cristianos «a llevar su amor a todas partes, recordando que cada hermana y cada hermano es morada de Dios, y que su presencia se revela especialmente en los pequeños, en los pobres y en quienes sufren, pidiéndonos ser cristianos atentos y compasivos». Entorno y persona unidos. ¿Qué podemos criticar de este mensaje tan claro, tan directo, y que nos obliga a todos? Pues parece que poco, que todos hemos de aceptar sin un pero, que el compromiso de los católicos incluye la preocupación social y ambiental sin poder separar ambos aspectos, en especial en entornos deprimidos y precarizados.
Ya antes otros papas, como por ejemplo Juan Pablo II, mostraron con claridad su preocupación por la “cuestión ecológica”
Ya antes otros papas, como por ejemplo Juan Pablo II, mostraron con claridad su preocupación por la “cuestión ecológica”, por lo que ocurría a la naturaleza y su relación con otros problemas sociales. Por eso, en su encíclica Centesimus annus, escribió sobre la naturaleza como un don de Dios y la necesidad de que los seres humanos cooperen con Dios para promover el florecimiento correctamente ordenado del medio ambiente (CA 37).
En la misma encíclica esbozó una conexión entre la ecología natural y la “ecología humana” al decir que “además de la destrucción irracional del ambiente natural hay que recordar aquí la más grave aún del ambiente humano” (CA 38). Igualmente criticó el consumismo y lo relacionó directamente con la degradación ambiental, como “los graves problemas de la moderna urbanización”, hablando también de “una “ecología social” del trabajo”. (CA 37). Hablando de la relación entre la ecología humana y la familia, defendió la natalidad frente a un neomalthusianismo presente en tanta propuesta ecológica actual (CA 39).
Benedicto XVI, en su encíclica Caritas in Veritate mostró su compromiso ambiental
Posteriormente, Benedicto XVI, en su encíclica Caritas in Veritate mostró su compromiso ambiental (CV 48-52), tratando “la relación del hombre con el ambiente natural” y defendiendo que “Este es un don de Dios para todos, y su uso representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad.” Ahí está de nuevo la unión de naturaleza y compromiso social. Luego afirmó, por ello: “La naturaleza es expresión de un proyecto de amor y de verdad. Ella nos precede y nos ha sido dada por Dios como ámbito de vida”.
En su texto se mencionan algunos otros asuntos de plena actualidad: los problemas energéticos, o la “urgente necesidad moral de una renovada solidaridad, especialmente en las relaciones entre países en vías de desarrollo y países altamente industrializados”. Y queda claro el papel que encomienda a la Iglesia: “La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y la debe hacer valer en público” puesto que “el sistema ecológico se apoya en un proyecto que abarca tanto la sana convivencia social como la buena relación con la naturaleza” (CA 51).
Y siendo esto así, ¿cuál es el motivo de que la encíclica fuese tan cuestionada en su momento, cuando la publicó el papa Francisco?
Pues no creo que sea sobre el mensaje en sí, pues queda claro que Laudato Si, es un llamamiento, en un documento específico dedicado a un asunto de tanta importancia, a defender nuestra naturaleza, nuestra “casa común”, y los problemas de todo tipo de los que en ella habitamos. Nada que no sea lo ya expresado por papas anteriores, aunque en este caso se incide con acierto en la necesidad de denuncia y toma de conciencia de la problemática social y ecológica. De hecho, la idea general no es cuestionada por nadie, lo que no puede decirse de cómo y de qué manera se abordan algunos aspectos derivados de la misma.
El problema es que muchos han encontrado en el documento de Francisco otro tipo de mensaje, más relacionado con el mito apocalíptico climático de cariz político que domina muchos planteamientos políticos del globalismo, o tienen la sensación de que hay problemas de redacción, por ejemplo, al percibirse que ha habido varias manos en la encíclica cuyas aportaciones no han sido coordinadas, o incluso que haya párrafos aparentemente contradictorios. En demasiadas ocasiones da la sensación de que el necesario equilibrio que debe tener la encíclica al establecer afirmaciones o comentarios se resuelve mal.
En muchos momentos se mezclan ideas y falta claridad conceptual. En otras ocasiones se percibe que el texto final resultante que se aporta sobre un determinado aspecto es poco afortunado, por ejemplo su defensa de la debilitación de los estados nacionales y la propuesta de impulsar sistemas e instituciones de gobernanza globales. El texto apuesta por determinadas opciones políticas que no está claro que sean aceptadas tan claramente, para empezar, por muchos de los fieles católicos.
Creo que el nuevo pontificado de León XIV va a hacer que podamos releer la “encíclica ecológica” de otro modo, menos condicionado por determinados posicionamientos de Francisco
Pero hemos de afirmar, sin dudarlo, que Laudato Si es un documento de mucho valor, tanto para la Iglesia como para la sociedad en su conjunto, y hemos de estar agradecidos por él. Creo que el nuevo pontificado de León XIV va a hacer que podamos releer la “encíclica ecológica” de otro modo, menos condicionado por determinados posicionamientos de Francisco y por las actitudes que muchos han tenido respecto a sus propuestas, para que podamos depurarlo de esos aspectos que han obscurecido la lectura y de las confusiones que están presentes en el texto.
Además, el pontificado de León XIV parte desde su primer día de la ilusión que ha generado en muchos católicos, pues parece responder a una demanda esperada y no oída. Sus primeros pasos, actos, símbolos y afirmaciones permiten augurar un pontificado rico en el que los fieles van a estar detrás del papa. Quizá vayamos a ver en estos años aquello que afirmaba don Ángel Herrera Oria: «Pensar con el papa, sentir con el papa, querer con el papa».
Almáciga de olvidos: Cuaderno de literatura y pensamiento: https://almacigadeolvidos.blogspot.com/
En demasiadas ocasiones da la sensación de que el necesario equilibrio que debe tener la encíclica al establecer afirmaciones o comentarios se resuelve mal Compartir en X









