El Tribunal Superior de Tokio ha dictado una sentencia que marcará un antes y un después en el debate jurídico y social sobre el reconocimiento de las parejas del mismo sexo en Japón.
El fallo, hecho público este viernes, sostiene que la ausencia de una ley que apruebe el matrimonio homosexual no viola la Constitución japonesa.
Se trata de la primera vez que un tribunal de esta categoría avala explícitamente la postura del legislador japonés, y revoca además una sentencia previa –emitida en 2024 en una instancia inferior– que había considerado que el actual vacío legal colocaba a estas parejas en un “estado de inconstitucionalidad”.
Esta resolución representa un duro golpe para el lobby gay en el país, que en los últimos años habían celebrado diversas decisiones judiciales favorables.
La resolución supone un giro respecto a otras decisiones judiciales: cinco de los ocho tribunales superiores del país habían considerado en los últimos años que la ausencia de reconocimiento legal para estas parejas se hallaba, al menos, en un límite cercano a la inconstitucionalidad. Con la sentencia de Tokio —que además anula un fallo de 2024 favorable al colectivo— se abre una nueva etapa jurídica en un debate que sigue pendiente de que el Tribunal Supremo japonés se pronuncie.
El caso de Japón
El caso se inició en 2019 gracias a la organización Marriage for All Japan, que impulsó una demanda colectiva para reclamar igualdad de trato ante la ley. Ocho personas argumentaron ante la justicia que el Código Civil japonés les excluía injustamente del derecho a contraer matrimonio, privándoles de protección jurídica en ámbitos tan esenciales como herencia, custodia o acompañamiento hospitalario.
A pesar de que Japón es el único miembro del G7 que no reconoce legalmente ningún tipo de unión entre personas del mismo sexo, la sociedad japonesa vive desde hace años una transformación cultural silenciosa. En 2015, varios municipios —entre ellos Shibuya, en Tokio— comenzaron a ofrecer registros de pareja para personas del mismo sexo.
Hoy más de 500 gobiernos locales han adoptado esta medida, cubriendo el 90% del territorio. Más de 5.000 parejas se han inscrito.
Sin embargo, estos registros no otorgan derechos equiparables al matrimonio civil. Son, más bien, mecanismos que buscan ofrecer un reconocimiento institucional básico, aunque insuficiente desde el punto de vista legal.
El fallo ha sido visto como un paso firme en la defensa del ordenamiento jurídico vigente, que desde siempre ha entendido el matrimonio como una institución con raíces culturales y sociales profundas, vinculada a la complementariedad de los sexos y a la estabilidad de la familia.
Un país que se mantiene
Japón es el único país del G7 que mantiene intacta la definición de matrimonio. Aunque muchas prefecturas han implementado sistemas de registro para parejas del mismo sexo —registros que, si bien tienen un efecto simbólico, no otorgan derechos equiparables al matrimonio—, el Estado japonés ha optado por avanzar lentamente y sin alterar el núcleo de la institución matrimonial.
Además, el contexto político japonés es prudente: el Partido Liberal Democrático, en el poder durante décadas, ha defendido históricamente una visión de la familia arraigada en la tradición cultural del país.
Una buena noticia para quienes defienden la familia según el plan de Dios
Esta decisión judicial es motivo de alegría serena. No se trata de celebrar la dificultad o el sufrimiento que puedan experimentar algunas personas, sino de agradecer que se respete la verdad del matrimonio tal como Dios lo ha diseñado: una unión estable entre un hombre y una mujer, abierta a la vida y fundamento natural de la familia.
La Iglesia ha insistido siempre en que toda persona —incluidas las personas homosexuales— merece respeto, acompañamiento pastoral y pleno reconocimiento de su dignidad. Pero al mismo tiempo enseña con claridad que el matrimonio posee una estructura propia que no depende de decisiones voluntaristas ni de redefiniciones legales.
La sentencia de Tokio no niega derechos fundamentales a nadie;
simplemente mantiene la coherencia con el orden natural y con la identidad milenaria del matrimonio.
En un tiempo global marcado por presiones ideológicas y cambios acelerados, la prudencia del Tribunal Superior japonés es una señal de esperanza para muchos.
Mirando al futuro con claridad y caridad
Aunque el debate en Japón no está cerrado —el Tribunal Supremo aún debe pronunciarse—, este fallo establece un precedente importante y recuerda que no todos los países avanzan en la misma dirección ni al mismo ritmo. Hay sociedades que, como Japón, eligen proteger la institución matrimonial tal como la recibieron.
Esta noticia es ocasión para renovar la misión: anunciar con claridad la verdad del matrimonio y de la familia, y acompañar con caridad a todas las personas, especialmente a quienes viven situaciones afectivas complejas.
Decisiones como la del Tribunal Superior de Tokio muestran que, incluso en contextos culturales muy distintos al nuestro, todavía hay espacio para reconocer y custodiar la belleza del matrimonio tal como Dios lo pensó.





