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“¡A mí nadie me ha mandado nunca!”

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“…Y ahora menos. Así que calladito, no me soples, que voy empoderada. ¡Qué más me da que me llamen orgullosa, si haré de todas formas lo que me da la gana! Soy yo, y con mucha honra; ¿no ves que tiro de quien quiero y me lo tiro si quiero, aunque él no quiera? ¡Cadenas a mí! Hago a cada momento lo que me sale, y si no me sale, aprieto hasta que sale, y así no reviento. Reviente quien reviente, eso es el ser omnisciente: ¿no te mola?”.

Sí, señoras y señores y sucedáneos de concúbitos sicalípticos, biblia LGTBI + (más)… lo que sea. ¡Bienvenidos a individuolandia! ¡La ley de la selva! ¡El vómito escenificado! La ingeniería de la antivirtud aplicada a la personalidad aguachirle, chocolate clarucho, la Verdad manipulada como consecuencia de la ambivalencia virtual.

Perdidos en la espesura lujuriosa, así sí que llegan al país de ninguna parte, aquella libidinosa chorretada de sifón en la que todos se reconocen al estar perdidos en el limbo, donde la guerra aparece como antídoto de la paz adulterada que palidece con su alucinógena toxicomanía alucinante. Como si la realidad fuera subyacente a toda implicación evanescente de lo voluptuoso. Revulsivos sucedáneos de espiritualidades difusas, de firmes creyentes en sí mismos. Peligro para la sociedad educada con la virtud. Amenaza para la vida. Aborto mayestático.

De tal manera pueden los mass-media ser utilizados, que dejan de tener toda razón de ser, pues descomunican rompiendo con todo lo que ofrece vida; esa disrupción mal empleada, extraña a toda ética que no sea la que cambia con el propio deseo… dejando así de ser ética.

En consecuencia, los adolescentes están en el punto de mira, sometidos a una presión cuya superación no está al alcance de su personalidad en constitución, inestable por naturaleza dada la neuroplasticidad del cerebro, y por tanto fácilmente y extremadamente influenciable… convirtiéndose en eternos adolescentes. Y ahora van a por los niños, para tratar de que la personalidad crezca y se afiance en la inestabilidad del vaivén del sinsentido.

¿Tiene la vida así entendida sentido? Desde la óptica del individualismo radical, es la conquista del Nuevo Mundo. Así las cosas, ¿es esa pobre gente culpable? ¿Hasta qué punto tienen su capacidad cognitiva capaz de entender que no todo es la ley de la selva… del titirimundi? Con tantos asesores que tiene una “estrella del espectáculo” poco formada de esas, todos torpedeando a la víctima con mensajes tóxicamente liberadores, la pobre infeliz acaba creyendo firmemente que eso es el cielo en la tierra, y que además lo ha conquistado. ¿Cómo va a aceptar y reconocer que está equivocada, si su cerebro le dice que así es como es ella?

La misma harina del mismo costal se revela cuando llega al punto en que se amasa con la fe cristiana. Esa gente asegura que son cristianos y hasta católicos, como si la fe fuera también algo que se puede amañar. ¿Por qué no pueden comulgar, si se sienten –firme y sinceramente- católicos? ¿No ves que es así, de esta manera, la única como pueden pensar? Su cerebro está así conformado, concluso en sí mismo.

Y le sale de la mezcolanza el moco purulento: le viene uno y le dice que es pecado. ¿Cómo reacciona ella? ¡Cómo no va a reaccionar! ¡Se caga en todo! Dice Jesús que (A): “la boca habla de la abundancia del corazón” (Lc 6,45), pero viene otro en salvación de la estrella, y dice que lo que dice Jesús es (B): “no juzguéis, y no seréis juzgados” (Lc 6,37). Ambos tienen razón: la moral (del mismo Jesús, y que se deduce de ambas citas) es clara: hay que juzgar el hecho (A), sin juzgar nunca la conciencia (B). Especialmente en estos casos, porque Jesús está de parte del débil, del enfermo, del sometido, del prostituido.

Analicemos, pues, el caso concreto: un ser extraterrestre de los que mencionamos puede sinceramente creer que es feminista, pero está haciendo a ciegas lo que place al macho hispánico (que como vemos se ha globalizado). Se cree libre, pero está sometida por el establishment. Se cree ella misma, y está perdida. Tratando de vivir directamente proporcional a lo que piensa, revienta. Y la Verdad desaparece del plató… pero reaparece… y reaparece…, porque la Verdad nunca muere. Así que el problema es de quien vive así: que así muere.

Sin embargo, ten confianza en ellos, en la fe y en el mundo. Un día, cuando esa persona se topa con la perdición consciente, el mundo –su mundo– le cae encima, y su cerebro –maravilla de la creación de Dios Todopoderoso– reacciona y, con el crack disruptivo por antonomasia, se pregunta: “¡No puedo más, estoy reventada! ¿Es esto vida?” El cerebro se regenera física y psíquicamente, ¡y el mundo renace! ¡Esto es vida!

De tal manera pueden los mass-media ser utilizados, que dejan de tener toda razón de ser, pues descomunican rompiendo con todo lo que ofrece vida Clic para tuitear

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • J. Messerschmidt
    28 marzo, 2022 19:52

    Ciertamente, el ser humano actual pretende ser más libre que nunca y quizá jamás lo ha sido tan poco como como en nuestros días.

    Responder

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