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Vemos como víctimas a aquellas personas que caen en las redes del pensamiento único, pero… ¿y los que le plantan cara?, ¿y los que rezan delante de abortorios?, ¿y los que se mortifican?, ¿y los que “hablan”?… Si cumplimos con el mandato del Padre, ¡somos muchos! ¡Aunque no se nos vea! (No hay que ser famoso para entrar en el Reino de los Cielos). Hay muchas víctimas que no vemos, muchísimas,  pero “aunque el número de los hijos de Israel sea como las arenas del mar, solo un resto se salvará” (Rom 9,27), porque muchas de esas personas están ocultas por los enemigos de la luz o por la vida misma, pero las hay que son ajusticiadas por la mentira y nadie les presta atención, como si la justicia dependiera solo de tener amigos en el bando que se cree vencedor.

¿Qué pretenden, pues, en definitiva, todos aquellos que persiguen a los hijos de la luz? ¡Salta a la vista!: vencer, para imponer su idea de desgobierno, la por esta vez anarquía de las leyes arbitrarias, que punen a unos pero no a otros: amigos y enemigos enfrentados por la defensa de la Verdad. “El que obra el mal odia la luz. El que obra según la verdad se acerca a la luz” (Cfr. Jn 3,21).

Si queremos vencer, debemos enfrentar la situación entera como lo que es, eso es, entera; pues es fácil que nos perdamos y quedemos enredados en las ramillas de las zarzas y veamos no más allá: que si me denuncian por esta vez, que si me meten en la cárcel y salgo al año… No. Es algo más. Es una guerra global, y como tal debemos enfrentarla.

Quieren cerrarnos la boca, no encontrar oposición alguna a sus perversos propósitos debido a nuestros miedos, pero si somos “sagaces como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10,16), saldremos victoriosos. Porque la Verdad, la verdad con mayúscula, siempre vence, porque la Verdad es Dios: “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14,6).

Según la manera de razonar de algunos (fruto de sus múltiples cavilaciones), podríamos reducir el conocido aforismo “pienso, luego existo”, y no pasar a la acción. Esos oscuros personajes saben que saben nuestro objetivo, sí, pero no que nos movemos en otra dimensión, la eterna; aquella en la que ellos no creen ni que la vean pitada con tan vivos colores como se la presentamos con nuestra actuación audaz y osada. Ahí radica nuestra fuerza, la que nos hace invencibles, porque “Dios está con nosotros” (“Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?”: Rom 8,31-39).

Una táctica que debemos aprender de la Historia: “La unión hace la fuerza”. No podemos ir por libre, porque así seremos más vulnerables a la razón posmoderna, que lo embrolla todo. Por ello debemos unirnos, organizarnos y actuar en red. Somos humanos, y a veces la red se agujerea, pero queda el resto de la red, que puede remendarla. Así debemos avanzar. Así venceremos.

Se creen vencedores, pero no lo son. La batalla todavía no ha terminado. Cuando acabe, la Luz brillará por todos lados, y cada uno recibirá su merecido: unos el premio, otros el castigo. Muchos –lo sabemos- ni siquiera entonces se arrepentirán; “los echarán al horno encendido” (Mt 13,50). Ellos se lo habrán ganado, y su soberbia les consumirá eternamente, sin llegar a la consumación: ahí está el sufrimiento infernal. Los otros –los verdaderos triunfadores- “brillarán como el Sol en el reino de su Padre” (Mt 13,43). ¡Ahí debemos estar!

Una táctica que debemos aprender de la Historia: “La unión hace la fuerza”. No podemos ir por libre, porque así seremos más vulnerables a la razón posmoderna Clic para tuitear

 

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2 Comentarios. Dejar nuevo

  • Algunos queremos actuar en red pero no podemos. Historiademivida9.blogspot.com

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    • Jordi-Maria d'Arquer
      8 octubre, 2021 10:49

      ¡Que no sea una excusa! Relee mi artículo, y observa. Siempre puedes dar la mano a quien tienes al lado: haremos una red de cadenas de manos.
      Sonríe. ¡Reza! Escribe, ve a clase de escritura: di quién eres, qué te pasa, por qué…: reforzaremos esa red de cadenas de manos.
      Rezo por ti, reza por mi: viviremos unidos, aunque no lo veamos (lo veremos).

      Responder

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