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Alegato por un Plan B

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¡Cógete fuerte, que despegamos! El que quiera apuntarse al rollo, que siga agarrado a la Verdad, pues fuera de ella hay vacío. Ya sabemos que eso de buscar no va para todos, y mucho menos aquello de encontrar. Pero es ley de vida que debemos buscar… para encontrar. ¿Quien no busca, no encuentra? ¡Sigue leyendo, que lo hablamos!

¿Qué hay al otro lado del velo? ¿De verdad nos llama Dios todopoderoso? ¿Hay en la historia humana ese “algo más”, más aún, ese Todo esencial que plantean las religiones? Haberlo, lo hay; lo que ocurre es que no todos se atreven a mirar a la Verdad a la cara, lo mismo que no te miran a la cara a ti porque tu brillo les ciega.

Entendámonos. Una cosa es brillar, y otra iluminar. En el brillo interviene casi esencialmente la fisiología, mientras que en la iluminación interviene mucho la voluntad. Por más luz que haya en una habitación, si no quieres ver, no verás ni a tu madre. Y ¿qué me dices de ver en un concepto, en una idea, en el fondo de tu corazón? Puestos a preguntar, ¿qué ves en la Verdad, si en ella no quieres ver nada, o quizás pretendes el vacío?

Por curiosidad

Ciertamente, hay matices. No debemos ser totalitarios ni en política ni mucho menos en el reino de las ideas. Pues sí, podemos ver un gran resplandor y no ver nada, no solo porque no lo ven nuestros ojos que van cegados, sino porque no captamos la esencia de lo que vemos, porque nos perdemos en el envoltorio, y ahí nos quedamos: no hacemos la “experiencia” (palabro guay que usamos hoy para experiencias vacías que solo derivan a más vacío o al ser “fan” de uno mismo).

Fíjate. Podemos estudiar en el cole que de la unión de un óvulo y un espermatozoide surge vida, pero luego podemos abortar, no solo porque nuestro egoísmo nos hace evitar el responsabilizarnos de nuestras acciones, sino porque en el óvulo fecundado no queremos ver la Vida que subyace en él por voluntad de un ser creador. Y lo hacemos o dejamos de hacerlo por egoísmo e irresponsabilidad. Por cobardía.

Todas las religiones ven vida en la Vida; otra cosa son las pseudorreligiones o las filosofías, y lo que Manuel Guerra Gómez llamó “nuevos movimientos religiosos”, por no etiquetarlos más o menos subjetivamente con el calificativo de “sectas”. Y lo hizo, como él afirma en la introducción de su libro Sectas. Los nuevos movimientos religiosos, para ser lo más objetivamente escrutador de lo que los adeptos de tales movimientos viven como esencial en sus vidas como algo positivo, y no con la connotación negativa del término “secta”, que con lógica aplastante rechazan abiertamente. Así que los subjetivos son ellos.

Es la objetividad una manera muy honrada de ver las cosas. Pero también es cierto que el ser objetivo nos vincula a la posibilidad de ese “algo más” que ya hemos mencionado, porque ser objetivo es precisamente estar abierto a lo inesperado, también a aquel “algo más” que a todos toca descubrir en la vida… puesto que no estamos aquí con la permanencia de una conciencia subida al ordenador de un utópico ser posthumano-tecnológico-eterno, sino que somos criaturas finitas.

Ciencia y paciencia

Ten paciencia. Todo eso −y más− lo demostrará, de una u otra manera inesperada, nuestra conciencia cuando, aun sin querer verlo, nos topemos inexorablemente con la verdad de un Dios Creador que mueve la existencia con pleno poder, que por eso las religiones lo llaman Todopoderoso. Porque hemos dicho que, si no queremos ver, no vemos, pero eso solo sucede con los señoritos de las ideas, que, cuando podrían empezar a descubrir un “algo más”, ahí se quedan por comodidad o por soberbia.

¡Triste vanagloria! Con eso se conforman los señoritos recién llegados al festín; que en los señores de verdad, en aquellos que profundizan en Dios. La ciencia. Las pruebas (título del libro de Bolloré y Bonnassies), habitan las certezas de lo que es innegable, precisamente por ser inefable. Dice el físico cuántico W. Heisenberg: “El primer trago de las ciencias naturales te hará ateo, pero en el fondo del vaso Dios te está esperando”. Eso es ver sin esperar; y precisamente por no haber querido ver. Tú decides… hasta que Dios te dice “¡basta!”.

Y estamos apurando el vaso, hermano, mi hermana del alma; pronto (va de días) nos toparemos con Dios, pues se le acabará la paciencia. ¿Tienes ya pensado qué le vas a decir si te lo encuentras? Si en ello te va la eternidad (esa Felicidad con mayúscula “para siempre” que tú persigues), ¿no crees que valdría la pena tener preparado un Plan B? ¿Aunque solo fuera “por si acaso”? Piénsalo.

Twitter: @jordimariada

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