Escribe el cardenal Sarah en su último libro (del que esperamos ansiosos su traducción al español) que “el no recurrir a la inteligencia es un naufragio. No se puede llegar a la fe sin recurrir a la razón. La identificación mística con Dios sin el socorro de la reflexión es un quietismo peligroso”. Un peligro del que Trent Horn nos aleja con una frescura y una fuerza envidiables.
Por qué somos católicos es un libro de apologética escrito por alguien que tuvo que afrontar las objeciones comunes contra la fe católica en su proceso de conversión. No habla pues en abstracto, sino que sus palabras parten de su propia experiencia. Y se nota.
Los temas abordados son los clásicos: la existencia de Dios, si Dios es un ser personal, en qué consiste la Trinidad, por qué es creíble Jesús, qué pruebas hay de su resurrección, por qué creemos que la Biblia es la palabra de Dios, si existen y qué son el Infierno, el Purgatorio, el Cielo, por qué rezamos a los santos o por qué los católicos nos oponemos al aborto o reservamos las relaciones sexuales al marco del matrimonio, entre otros.
Horn va desgranando las objeciones y les va dando respuesta, recurriendo al Catecismo de la Iglesia Católica pero también a diferentes teólogos, pensadores (incluso ateos) y santos.
No es el primero que ha abordado esta tarea, así pues, ¿qué hace pues especial este libro?
Yo diría que, en primer lugar, está muy bien argumentado. Es sintético, no se anda por las ramas, argumenta con claridad y sin trampas. Además, recurre a numerosos ejemplos y analogías que ayudan a situarnos ante los temas abordados y, sobre todo, nos ayudan a comprender mejor el asunto y a aclarar conceptos. Todo ello acompañado de comentarios y recordatorios que clarifican lo expuesto. Y es que Horn escribe habitualmente para la web de apologética Catholic Answers, y esto también se nota.
En definitiva, Por qué somos católicos es una herramienta útil especialmente adecuada para jóvenes que quieren superar algunas dudas y comprender de forma clara, seria y entretenida la fe católica, sin descartar a quienes, aún siendo menos jóvenes, sienten el deseo de fortalecer su fe.
