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Aumentan drásticamente los abortos químicos en Ontario tras la introducción de la mifepristona

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Ontario está siendo testigo de un crecimiento alarmante en el uso de abortos químicos desde que la mifepristona fue introducida en Canadá en 2017. Según un reciente estudio publicado por el Canadian Medical Association Journal (CMAJ), el uso de la mifepristona ha pasado de representar el 8% de todos los abortos en la provincia en 2017, a un asombroso 56% en 2022.

La investigación destaca que, de las aproximadamente 175.000 mujeres que buscaron abortar entre 2017 y 2022 en Ontario, unas 84.000 optaron por el aborto químico mediante el uso de mifepristona. Esta cifra pone de relieve un cambio profundo en la forma en que se están llevando a cabo los abortos en la región, marcando una preferencia creciente por este método que, aunque promocionado como accesible y seguro, no está exento de polémica y riesgos significativos.

Crece la disponibilidad de la píldora abortiva en farmacias de Canadá

Otro dato revelador es que cada vez más farmacias en Canadá están dispensando mifepristona. El porcentaje de farmacias que surtieron recetas para este medicamento pasó del 3% en 2017 al 20% en 2022. Este incremento ha facilitado el acceso al aborto químico, incluso en comunidades rurales o remotas donde anteriormente era difícil encontrar servicios de aborto quirúrgico.

Según los investigadores del CMAJ, la disponibilidad de mifepristona ha provocado un aumento acelerado en el número de proveedores de abortos, especialmente en áreas rurales. No obstante, advierten que

el impacto de este cambio rápido en la práctica del aborto sobre la disponibilidad y la calidad de los servicios, especialmente en las zonas más alejadas, aún no se comprende del todo».

¿Cómo funciona el aborto químico?

El aborto químico implica la combinación de dos medicamentos. En primer lugar, la mujer toma mifepristona, que actúa bloqueando la progesterona, una hormona esencial para mantener el embarazo. Al suprimir esta hormona, el embrión se desprende de la pared uterina. Luego, entre 24 y 48 horas después, se administra misoprostol, que provoca contracciones intensas para expulsar al feto del cuerpo de la mujer.

Aunque se presenta como una opción «segura y privada», numerosos expertos advierten que este método conlleva riesgos graves. Según los datos de la base de datos de reacciones adversas de Canadá, más de 100 mujeres han sufrido complicaciones severas tras el uso de la píldora abortiva desde su legalización. Incluso se ha reportado la trágica muerte de una joven de 19 años, junto a la pérdida de su bebé, como consecuencia directa del uso de estas píldoras.

Riesgos y complicaciones del aborto químico

Diversos estudios han demostrado que las mujeres que recurren al aborto químico tienen un 50% más de probabilidades de requerir atención en una sala de emergencias en comparación con quienes se someten a un aborto quirúrgico. Los riesgos aumentan considerablemente en casos de embarazos ectópicos, donde las píldoras abortivas pueden ser especialmente peligrosas.

A pesar de estos riesgos, sorprendentemente, la ley canadiense no exige que las mujeres se sometan a una evaluación médica presencial o a una ecografía antes de recibir la receta para la píldora abortiva. Esto ha generado fuertes críticas por parte de organizaciones provida, que consideran que las mujeres no reciben la información completa sobre los peligros que implica este procedimiento.

Pete Baklinski, portavoz de Campaign Life Coalition, expresó su profunda preocupación:

La píldora abortiva es un arma de destrucción masiva contra los no nacidos. Se está convirtiendo rápidamente en la herramienta preferida para acabar con la vida de los más vulnerables: los bebés por nacer.»

Testimonios que estremecen

El aumento de los abortos químicos ha ido acompañado de testimonios cada vez más frecuentes de mujeres que describen las traumáticas experiencias vividas tras ingerir estas píldoras. Algunas han compartido impactantes relatos de haber dado a luz a fetos formados con latidos del corazón, imágenes que contradicen el relato habitual de que el aborto químico es un procedimiento sencillo y sin mayores implicaciones emocionales o físicas.

En redes sociales, un número creciente de mujeres ha comenzado a publicar fotos de los fetos expulsados durante el proceso, como denuncia visual de la brutal realidad detrás de estas píldoras.

Estas imágenes, difíciles de ignorar, están alimentando el debate sobre la ética y la seguridad del aborto químico en Canadá y más allá.

La rápida expansión del uso de mifepristona en Ontario no solo pone de manifiesto un cambio en las preferencias dentro de los servicios de aborto, sino que también abre un intenso debate sobre la información que se proporciona a las mujeres, los riesgos que enfrentan y la falta de regulaciones médicas adecuadas.

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • Se trata de ir retirando el aborto de los centros sanitarios para ubicarlo en el ámbito doméstico, donde nadie se entera de nada, excepto las mujeres que abortan, a no ser que les siente mal la porquería que se han tomado. Entonces la Seguridad Social está ahí para asegurarles la vida, esa misma vida que le han quitado al ser humano alojado en su vientre.
    Todo ello redunda en la buena conciencia de la sociedad, que se lava las manos ante un crimen abominable. Es como si las farmacias suministrasen pastillas de cianuro o de arsénico para eliminar en casa a la abuela con demencia senil, o al adolescente díscolo y cargante que ha perdido las gracias que tenía de pequeño. Solo que no interesa, porque en estos casos quedaría un cadáver visible y pesado del que habría que dar cuenta y que no se podría evacuar, como a las personas abortadas, tirándolo a la basura o por el desguace del inodoro.

    Me viene a las mientes el título de aquel clásico del economista Schumacher: “Lo pequeño es hermoso” A la hora de matar abortando, lo pequeño es menos que feo: es depreciable, invisible, virtualmente inexistente. El verbo Abortar, en sentido propio, ya solo se usa como intransitivo. Se rige solo por un sujeto. Su complemento directo, quien recibe la acción, la víctima, no cuenta para nada. “Me voy a abortar”. Abortar ¿qué? Nada. Es como quien dice “Me voy a correr”
    Unos 100.000 abortos al año solo en España, y la sociedad como si nada. Es lo que hay. Nada.

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