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Ayudar a los que están muriendo: ganar para ellos la indulgencia plenaria

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El pasado 20 de marzo la Penitenciaría apostólica, por orden del Papa, publicaba un Decreto estableciendo una serie de indulgencias plenarias con ocasión del coronavirus.

Como en general sabemos, las indulgencias se pueden ganar para aplicarlas a uno mismo o un difunto a manera de sufragio por su alma (canon 994).

Establecidas esas indulgencias, una de las mejores cosas que podemos hacer estos días es llevar al cielo a quienes mueren ganando para ellos una indulgencia cada día.

¿Qué hay que hacer?

En condiciones normales, para ganar una indulgencia hay que estar en gracia, repudiar el pecado, rezar por las intenciones del Papa y confesarse y comulgar en los 20 días anteriores o posteriores, además de hacer algo extraordinario que la Iglesia nos pide (por ejemplo, peregrinar a un lugar o visitar los cementerios los ocho primeros días de Noviembre). En esta ocasión, siendo imposible para muchas personas confesarse y comulgar, debemos entender que basta con repudiar todo pecado y tener intención de confesar y comulgar en cuanto se pueda.

Cumpliendo esto, el acto especial que pide la Iglesia ahora es:

  1. Para los fieles en general: ofrecer la visita al Santísimo Sacramento, o la Adoración Eucarística, o la lectura de la Sagrada Escritura durante al menos media hora, o el rezo del Santo Rosario, o el ejercicio piadoso del Vía Crucis, o el rezo de la corona de la Divina Misericordia, para implorar a Dios Todopoderoso el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor ha llamado a sí
  2. Para los enfermos de coronavirus hospitalizados o en cuarentena, unirse espiritualmente a través de los medios de comunicación a la celebración de la Santa Misa, al rezo del Santo Rosario, a la práctica piadosa del Vía Crucis u otras formas de devoción, o si al menos rezan el Credo, el Padrenuestro y una piadosa invocación a la Santísima Virgen María, ofreciendo esta prueba con espíritu de fe en Dios y de caridad hacia los hermanos, con la voluntad de cumplir las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre), apenas les sea posible.
  3. Para los agentes sanitarios, los familiares y todos aquellos que, siguiendo el ejemplo del Buen Samaritano, exponiéndose al riesgo de contagio, cuidan de los enfermos de Coronavirus.
  4. Finalmente, una mención aparte merecen los moribundos. A estas personas, imposibilitadas de recibir el sacramento de la Unción de los enfermos y el Viático, la Iglesia las encomienda a la Divina Misericordia en virtud de la comunión de los santos y concede a los fieles la Indulgencia plenaria en punto de muerte siempre que estén debidamente dispuestos y hayan rezado durante su vida algunas oraciones (en este caso la Iglesia suple a las tres condiciones habituales requeridas). Para obtener esta indulgencia se recomienda el uso del crucifijo o de la cruz (cf. Enchiridion indulgentiarum, n.12).

Una de las mejores cosas que podemos hacer estos días es llevar al cielo a quienes mueren ganando para ellos una indulgencia cada día. Clic para tuitear

 

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