fbpx

Bendición de parejas homosexuales o en situación irregular. Nuestras dudas

Editorial

COMPARTIR EN REDES

No es para nada bueno el “regalo” de Navidad que el prelado argentino y reciente prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández, ha hecho público este 18 de diciembre.

La declaración Fiducia supplicans, sobre el sentido pastoral de las bendiciones, establece la “posibilidad de bendecir» a parejas «en situación irregular» o del mismo sexo sin equipararlas al matrimonio, como si esa salvaguarda fuera necesario reiterarla en un texto que no pasa de ser una simple declaración que en ningún caso podría modificar la caracterización canónica del matrimonio católico.

Por tanto, ya sabemos que ahora es imposible equipararlo al matrimonio, pero eso no quita gravedad al texto, ni mucho menos es una especie de razón o justificación a su favor.

En primer lugar, contradice el texto que la Congregación publicó en marzo de 2021. No puede ser que en un espacio de tiempo tan breve la Iglesia opere un cambio tan sustancial, dando así la razón a una de las reivindicaciones del Sínodo alemán de la ruptura. Es un mal presagio.

Se hace, además, después de haber eludido el tema en las tareas sinodales recientemente finalizadas en Roma. ¿Dónde queda la pregonada escucha, si al final todo se resume a un ordeno y mando improvisado?

Las razones que aduce en la declaración no son razones de nada.

Una de ellas es, según señala el documento: “la Curia Romana es, en primer lugar, un instrumento de servicio para el sucesor de Pedro (Const. Ap. Praedicate Evangelium, II, 1), nuestro trabajo debe favorecer, junto a la comprensión de la doctrina perenne de la Iglesia, la recepción de la enseñanza del Santo Padre”.

Pero este instrumento no puede ser utilizado para deslegitimar la solidez de la doctrina católica sobre las relaciones homosexuales y las relaciones de pareja y, por tanto, sexuales fuera del matrimonio. En ambos casos la doctrina es clara y concreta, y las sitúa como pecado, como comportamiento desordenado. Desconocemos, porque no se han producido, cuál es la enseñanza del Papa que cambia esta cuestión y que deba ser recibido ex novo. No existe tal doctrina papal nueva sobre aquellos tipos de vínculos. Por consiguiente, no entendemos la razón aducida, que abre un mar de dudas sobre su justificación.

Otra razón que se aduce es la de que existen diversos tipos de bendiciones y a la que se refiere es un “desarrollo pastoral”. Lo citamos:

No obstante, el valor de este documento es ofrecer una contribución específica e innovadora al significado pastoral de las bendiciones, que permite ampliar y enriquecer la comprensión clásica de las bendiciones estrechamente vinculada a una perspectiva litúrgica. Tal reflexión teológica, basada en la visión pastoral del Papa Francisco, implica un verdadero desarrollo de lo que se ha dicho sobre las bendiciones en el Magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia. Esto explica que el texto haya adoptado la forma de una “Declaración”.

“Y es precisamente en este contexto en el que se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio”.

Se trata de un razonamiento insostenible. Porque no se trata de convalidar nada, sino de bendecir un vínculo que expresa una relación desordenada no querida por la Iglesia.

Y esta es la clave del embrollo.

Una cosa es bendecir a cada miembro de una pareja, pero lo que no se puede bendecir es el vínculo, que es precisamente lo que su declaración establece, porque la práctica de la relación homosexual es pecado, como lo es la relación sexual fuera del matrimonio, y si esta relación es la que constituye el vínculo no puede ser objeto de bendición.

No se pueden cambiar de la noche a la mañana y mediante notas, declaraciones y entrevistas, y demás “instrumentos ligeros” los fundamentos de la fe, que tiene precisamente uno de sus pilares en su concepción de la antropología humana y del bien moral: el rechazo a toda relación sexual fuera del vínculo matrimonial, tanto si es ocasional, que en cierto sentido es menos grave, como si es regular y sistemática y da lugar a una nueva institucionalización.

Eso es lo que no se puede aceptar, a menos que el desarrollo teológico que lo justifique se haya producido, sea demostrativo y reposado en el tiempo y de lugar, junto con el sensus fidei necesario, a la adecuación de la enseñanza de la Iglesia, establecida en sus textos doctrinales, acorde con su Tradición y Enseñanza, y expresada en su Catecismo, resumen de nuestros acuerdos fundamentales. Todo esto no existe y debe ser aclarado, ¿cómo se puede bendecir un vínculo que surge y se mantiene en el pecado?

todo empezó con la figura jurídica de las parejas de hecho para homosexuales y heterosexuales

Si hacemos memoria del mundo secular, es necesario recordar que todo empezó con la figura jurídica de las parejas de hecho para homosexuales y heterosexuales, que dejaban claro que era algo distinto al matrimonio. Pero una vez establecidas, y por esta brecha, se ha terminado con el llamado matrimonio igualitario para las personas del mismo sexo (como si el real entre el hombre y una mujer no lo fuera).

No vamos a caer en lo mismo, porque una bendición es una bendición por muchas razones teológicas que introduzca y si se bendice algo es porque está bien visto a los ojos de Dios. Se puede bendecir a las personas después de una confesión, eso es bueno y normal, pero no comprendemos que se pueda bendecir un vínculo que la propia Iglesia rechaza como un mal. 

Explíquense bien, den fundamentos y razones basadas en la Enseñanza y la Tradición, que son nuestros fundamentos y, sobre todo, trátennos como lo que somos: adultos dotados de discernimiento cristiano.

Se trata de un razonamiento insostenible. Porque no se trata de convalidar nada, sino de bendecir un vínculo que expresa una relación desordenada no querida por la Iglesia. Clic para tuitear

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

8 Comentarios. Dejar nuevo

  • Puede que Fiducia supplicans sea criticable en diversos aspectos, y es bueno que se critique siempre que las críticas sean razonables y de buena fe. En general, a mí me parece una declaración buena en su espíritu per deficiente en su letra. Lo inadmisible, en este sentido, es el empleo de la expresión “parejas del mismo sexo”, porque las equipara a las parejas formadas por un hombre y una mujer y las considera una variedad de pareja. Lo cual es falsear la realidad por medio de un truco verbal en el que la palabra “pareja”, que es una abstracción, se utiliza para igualar realidades concretas totalmente distintas.
    En buena lógica, si la bendición se amplía al vínculo sexual entre dos personas del mismo sexo, no hay razón alguna para no ampliarla, por ejemplo, a tríos, el más común de los cuales sería el de una hombre y dos mujeres, o el de una mujer y dos hombres. Desde el punto de vista de la doctrina de la Iglesia Católica, la relación sexual entre dos personas del mismo sexo es tan desordenada como la propia de dichos tríos. Y desde el punto de vista biológico, la primera es tan contra natura como natural la segunda, lo cual da mayor razón para bendecir trios heterosexuales que parejas homosexuales.
    Lo que más me rechina en la Declaración es este exclusivismo de “la pareja” inclusiva, porque es un contagio de la misma toxina mental que afecta a la sociedad civil, y la Iglesia no está para bendecir perversiones mundanales, a no ser que lo haga para sanarlas con la Gracia de Dios.

    Responder
  • Resulta inquietante la facilidad con que esta Declaración ha logrado generar efectos colaterales malignos.
    Por un lado, está propiciando tergiversaciones malintencionadas por parte del fariseísmo laicista que busca pillar en falso a la Iglesia Católica, y por está dividiendo a los fieles católicos de tal manera que el anticatolicismo mediático lo aprovecha para proyectar una imagen de la Iglesia dividida entre ultras y progresistas, al modo de la sociedad civil.
    Quien saca tajada de todo ello es, una vez más, el Espíritu del Mal y de la Mentira. Sin embargo, yo diría que la culpa no está en la Declaración, pese a sus fallos, sino en el corazón de quienes la leen con mala fe y mala voluntad.

    Responder
  • Catecismo de la Iglesia Católica
    2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
    ……………………………………………………………………………………….
    ¿Qué es lo que impide bendecir a parejas homosexuales que piden la bendición con espíritu de vivir su relación en Gracia de Dios? Jesús nunca negó la bendición a persona alguna, por pecadora que fuese, si se la pedía con fe y con voluntad de acercarse al Reino de Dios que Él les anunciaba.
    Bendecir a dos personas homosexuales que conviven como pareja de hecho no es consagrar su vínculo como un matrimonio, es pedir a Dios que con su Gracia proteja este vínculo de todo mal, igual que se hace con otras bendiciones.
    ¿Quién puede juzgar que una relación entre dos personas concretas es pecaminosa? “No juzguéis y no seréis juzgados” nos enseñó Jesús. Ahí es donde se requiere el discernimiento pastoral del sacerdote sobre si debe dar o no la bendición y sobre el modo concreto en que la da para evitar escándalos y malentendidos.

    Responder
    • Silveri Garrell
      31 diciembre, 2023 09:32

      Jesus no imponía las manos a ciertas parejas, sólo les decia «tus pecados son perdonados».

      Responder
      • Jesús imponía las manos para expulsar demonios. ¿Por qué no las habría impuesto para expulsar de las parejas los demonios de la lujuria, uno de los cuales es el de la homosexualidad?

        Responder
  • Silveri Garrell
    31 diciembre, 2023 09:28

    Esto se puede solucionar muy fácilmente: bendecir individualmente cada miembro de la pareja separados sin estar juntos. En el momento que se bendiga a la pareja juntos queda a la vista del público y la opinión general que la bendición es una especie de casamiento, no hay ninguna otra alternativa de comprensión, queda la imagen plástica como una boda, es una confusión en donde el Pueblo de Dios crecerá en más dudas sobre la infalibilidad papal, y de ahí al abismo en donde cae la Iglesia, por esto ciertos prelados eclesiales se dignan presentarse como los que han dado un paso adelante para la Iglesia, adelante para caer al abismo, cierto.

    Responder
    • Lleva razón en lo que dice, Silveri Garrell. En mi opinión, hay una solución más acorde y sencilla: bendecir a la pareja en privado, sin asistentes, ni alardes públicos.

      Responder
  • Silveri Garrell
    18 enero, 2024 00:31

    Es que viendo la imagen de un sacerdote bendiciendo a una pareja de homosexuales me viene a la cabeza la memoria de las escenas cómicas de circo. Realmente una payasada a más no poder.

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.