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Cuando la vivienda deja de ser hogar: partitocracia, abandono y vacío espiritual

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El drama de la vivienda no es solo económico. Es el reflejo de un sistema político que ha abandonado a su gente. ¿Cómo esperar estabilidad familiar o vocación comunitaria cuando ni siquiera se puede acceder a un hogar? ¿Cómo hablar de justicia social si los jóvenes no pueden emanciparse, formar familia ni proyectar un futuro digno?

La partitocracia ha secuestrado la democracia. Millones se destinan a propaganda institucional, asesores y estructuras improductivas, mientras barrios enteros se vacían de oportunidades. Los sindicatos han dejado de representar al pueblo. La administración crea dependencia, no libertad.

Sin vivienda, sin trabajo digno, sin representación real, no hay alma colectiva que resista. Urge una respuesta desde la base: plataformas ciudadanas en favor de la familia, la natalidad, el empleo estable y la dignidad del esfuerzo. Que los fondos europeos no alimenten el monstruo burocrático, sino la economía real. Que las ayudas públicas vinculen formación y trabajo. Que se recupere el valor del hogar, no como bien de inversión, sino como núcleo de comunidad.

Si no reconstruimos el tejido moral de nuestra sociedad, todo lo demás será parche. Porque el alma de un país comienza por su gente. Y su gente necesita hogares, trabajo y esperanza.

Twitter: @lluciapou

Sin vivienda, sin trabajo digno, sin representación real, no hay alma colectiva que resista. Compartir en X

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