Son evidentes algunas dinĂ¡micas que avanzan imparables sin que ni gobiernos, opiniĂ³n publicada y opiniĂ³n pĂºblica asuman el gran riesgo que significan. De hecho, a pesar de la evidencia de su peligro, no figuran en la agenda polĂtica. QuizĂ¡s acabe siendo cierto aquello de que los dioses ciegan a aquellos que quieren destruir. Esperemos que no.
Estas tendencias son tan evidentes que resulta fĂ¡cil visualizarlas.
La primera se refiere al automĂ³vil, y puede esquematizarse asĂ:
- El coche es malo para la ciudad, porque genera daños a las personas, desde la contaminaciĂ³n a la colonizaciĂ³n del espacio.
- Se desarrollan nuevos hĂ¡bitos y tecnologĂas que reducen su uso
- La combinaciĂ³n de algoritmos, trasportes pĂºblicos de nuevas generaciones, nuevos modos de movilidad personal y usos optimizados de vehĂculos
- El coche va siendo expulsado de la ciudad que es el lugar donde mĂ¡s abunda y queda reducido a cubrir determinadas distancias y la comunicaciĂ³n rural.
- Se compran cada vez menos coches, por consiguiente, desciende cada vez mĂ¡s la producciĂ³n, se reduce la ocupaciĂ³n, la exportaciĂ³n y el PIB. De hecho, esto ya ha sucedido en Alemania, y estĂ¡ empezando a suceder en España, como refleja el Ăºltimo Ăndice de la actividad industrial, y eso solo por el impacto de los motores diĂ©sel.
- Los paĂses exportadores de coches registran una contracciĂ³n de su PIB, un empobrecimiento, y crece el paro si otros sectores no absorben una mano de obra muy cualificada de altos salarios.
- PaĂses como Alemania, Francia, Italia, el Reino Unido y por descontado y de una manera importante, España se verĂan afectados y con ellos se multiplicarĂan los efectos en toda Europa.
- Los coches elĂ©ctricos y hĂbridos ademĂ¡s de no resolver siempre el problema de la contaminaciĂ³n, solo lo trasladan a los puntos donde se genera la energĂa, si esta es contaminante, reemplazarĂ¡n parcialmente el parque actual de automĂ³viles, porque serĂ¡n estos en su conjunto los que se verĂ¡n desplazados por nuevas formas de movilidad, y por la limitaciĂ³n de su uso en el espacio urbano.
Esta transformaciĂ³n posee efectos muy benĂ©ficos, pero al mismo tiempo puede generar un fuerte impacto econĂ³mico negativo que puede ser planificado con tiempo si forma parte de las agendas polĂticas. Hasta ahora no es asĂ, y este es el peligro de que avance sin previsiĂ³n.
Otra gran amenaza es el gran endeudamiento total (sector pĂºblico, familias y empresas) y de manera especial el de la administraciĂ³n. En el caso español entre el 2008 y el 2017 los costes de la deuda se han doblado, pasando de 16.679 millones de euros a 32.266 millones, y es ya la tercera partida mĂ¡s importante del gasto pĂºblico despuĂ©s de la Seguridad Social y las transferencias a ayuntamientos y comunidades autĂ³nomas. Es mĂ¡s de cinco veces superior a lo destinado a investigaciĂ³n.
En este caso el esquema es:
- El endeudamiento pĂºblico es muy superior al del inicio de la crisis
- Ha continuado creciendo o, bien su reducciĂ³n ha sido muy modesta
- Al mismo tiempo se ha producido una pĂ©sima distribuciĂ³n de los costes de la crisis y de los beneficios de la recuperaciĂ³n que ha perjudicado a las rentas inferiores y a una parte importante de la clase media.
- La Ăºnica respuesta polĂtica aceptada es aumentar el gasto pĂºblico para paliar la desigualdad generada. Los partidos y gobiernos carecen de autoridad moral y capacidad para emprender otros caminos.
- Lo cual dificulta la reducciĂ³n del dĂ©ficit o lo aumenta
- Lo cual aumenta su coste y reduce la posibilidad de gastar en otros Ă¡mbitos, sean pensiones, sanidad o investigaciĂ³n.
- La nueva ola tecnolĂ³gica no solo afectarĂ¡ a los empleos menos cualificados, sino a determinados Ă¡mbitos de nivel superior. Todo aquello que la IA pueda hacer se verĂ¡ afectado. Con el tiempo se generarĂ¡n nuevas ocupaciones, pero la sincronizaciĂ³n entre creaciĂ³n y destrucciĂ³n de ocupaciĂ³n no es en ningĂºn caso evidente
- Todo ello redundara en una reducciĂ³n de los ingresos fiscales, si no se crean nuevas figuras impositivas
- El resultado en un cruce entre tensiĂ³n polĂtica de necesidades mal resueltas y desequilibrio econĂ³mico
Todo esto, todas las crisis, se verĂ¡n afectadas, porque el instrumento de medida sobre si vamos bien o mal, el PIB, que siempre ha presentado serias limitaciones, ya resulta plenamente inadecuado para guiar las decisiones colectivas y las polĂticas pĂºblicas en la tercera dĂ©cada del siglo XXI