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El camino sinodal alemán (3): primeros pasos para su realización

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En el segundo artículo sobre el «camino sinodal» alemán resumíamos el estudio sobre los abusos sexuales por parte de clérigos que sirvió de argumento motor para iniciar este proceso.

En el presente artículo nos ocuparemos de la recepción de ese estudio y de los primeros pasos concretos dados para poner en marcha el «camino sinodal» alemán.

El contenido del estudio fue acogido de modo acrítico por prácticamente todos los medios de comunicación. Se hizo hincapié en la cifra negra, pero no en el hecho de que el resultado final fuera que un 4,5% del personal eclesiástico estudiado había sido acusado de abusos, cifra que coincide con el porcentaje habitual en todos los ámbitos sociales en su conjunto, donde también hay que suponer una cifra negra.

Por lo tanto, el personal eclesiástico no era ni menos ni más «abusador» que el resto de la ciudadanía.

Las voces que llamaron la atención sobre los serios déficits científicos de esta investigación fueron casi ignoradas o en algún caso incluso consideradas sospechosas de intenciones de ocultamiento. Si alguna crítica se difundió ampliamente, incluso dentro de la Iglesia, fue la de que el estudio no era lo bastante radical en su denuncia de los abusos cometidos y de que no se había hecho suficiente para destapar a los culpables y sus culpas.

La inmensa mayoría de los obispos alemanes declaró públicamente su conmoción por los resultados del estudio y asumió sus tesis.

Sorprende que los obispos parecieran reconocer de manera súbita y unánime las dimensiones de un problema latente desde hacía mucho tiempo y discutido desde hacía años. Dicho de modo coloquial: ni el estudio es una deslumbrante luz divina en el camino de Damasco ni los obispos son San Pablo cayendo del caballo.

¿No advertían la inconsistencia científica del estudio? ¿Intentaban de congraciarse a una desorientada y agresiva opinión pública por medio de un acto de corrección política y de zafarse de posibles acusaciones por parte de unos medios de comunicación hostiles?

Son preguntas difíciles y desagradables, pero que es imposible no plantear. Recordemos que anteriormente buena parte del clero y la jerarquía había reaccionado de modo desastroso, sea banalizando el problema, ocultándolo, escondiendo la cabeza en la arena o por el contrario exagerando y en algún caso haciendo ruido de modo sensacionalista, más por perjudicar a adversarios personales o teológicos que por otra cosa.

Por supuesto hubo muchos que tomaron en serio el asunto y actuaron tan bien como pudieron y les dejaron. Sin ellos jamás se habría iniciado un proceso de depuración. Pero sus acciones han sido a veces ignoradas, a veces usurpadas o, todavía peor, tergiversadas y calumniadas, como en el caso de Benedicto XVI.

En este crispado ambiente, a mitad de camino entre un súbito rechazo de la complicidad y una caza de brujas en nombre de la corrección política, la Conferencia Episcopal Alemana decidió iniciar un proceso de reforma, que sería urgente a causa de los resultados del estudio. Los denominados «cristianos de base», ínfima isla en un océano de católicos decepcionados y resignadamente indiferentes, sintieron llegada su hora.

El 29 de junio de 2019 Francisco I hizo pública una «Epístola al peregrino pueblo de Dios en Alemania», cuyo estilo y buena parte del contenido llevan a pensar que no fue redactada personalmente por el Papa.

En este largo texto, el Pontífice desarrollaba pensamientos, ponía ejemplos y en el fondo no hacía otra cosa que desplegar y fundamentar unos pocos argumentos muy concretos, insistiendo una y otra vez en ellos. Su mensaje era que el llamado «camino sinodal» debía huir tanto de ignorar las realidades materiales y temporales del mundo como de caer en la mundanidad. El proceso sinodal no debería limitarse a (o concentrarse en) reformas estructurales, su fin no sería el amoldar la Iglesia a modelos mundanos vigentes, pues eso significaría asumir soluciones sólo aparentes y, en el fondo, contraproductivas. De lo que se trataría sería de lograr una revitalización espiritual proyectada sobre la realidad del mundo. Estos argumentos no eran nuevos, pues ya habían sido formulados por Benedicto XVI.

Estamos aquí ante un punto débil que da lugar a una cierta ambigüedad y que deja la puerta abierta, demasiado abierta, a interpretaciones arbitrarias

En determinados pasajes la carta advertía explícitamente de los riesgos de seguir un camino erróneo. En buena medida era una llamada a la reflexión, la generosidad, la seriedad, la serenidad y la profundidad en la labor sinodal. Sin embargo, resultaba difuso el modo en que se refería a los problemas y asuntos concretos de los que debería ocuparse el sínodo. Las referencias a los problemas actuales, a la situación actual, etc. eran genéricas y en general vagas, el texto parecía querer evitar entrar en ellas, pasaba junto a ellas como de puntillas. Estamos aquí ante un punto débil que da lugar a una cierta ambigüedad y que deja la puerta abierta, demasiado abierta, a interpretaciones arbitrarias.

Especialmente relevante, quizá por ser la única «tarea» concreta que el Papa encomienda al camino sinodal es su referencia a la evangelización:

«Por lo tanto, como ya han recalcado vuestros obispos, es necesario recuperar la primacía de la evangelización (…).  La evangelización así vivida no es una táctica para situar a la Iglesia en una posición nueva en el mundo de hoy ni un acto de conquista, de dominación o de expansión territorial; no es un ‘retoque’ que adapta a la Iglesia al espíritu del tiempo actual, pero que provoca la pérdida de su originalidad y su misión profética.»

La evangelización es pues un proceso espiritual, aparece más como reevangelización de individuos y culturas que como misión evangelizadora en el sentido clásico, la cual en este párrafo aparece considerada casi como actividad de tintes coloniales.

Sigue la carta:

«Evangelización tampoco significa el intento de recuperar costumbres y prácticas que tuvieron un sentido en otros contextos culturales».

Este párrafo anuncia ya claramente lo que será el motu proprio Traditionis custodes, que en 2021 derogaría la epístola apostólica Summorum pontificum de Benedicto XVI: Francisco I suprimía así casi totalmente la liturgia en latín según el misal de San Juan XXIII.

También es relevante el concepto de sinodalidad expresado por Francisco I en su discurso del 20 de mayo de 2019 a los obispos italianos, citado literalmente en la carta a los católicos alemanes:

«Sinodalidad desde abajo hacia arriba, significa el deber de ocuparse de la existencia y del buen funcionamiento de la diócesis, de los consejos, de las comunidades parroquiales, de la participación de los laicos… (cfr. CIC 469-494) comenzando por la diócesis. No se puede hacer un gran sínodo sin contar con la base… Sólo más tarde viene la sinodalidad desde arriba hacia abajo.»

El sector más «reformista» de la Iglesia en Alemania parece haber asumido fundamentalmente estos dos últimos párrafos y haber pasado por alto la mayor parte de la epístola. De hecho, las interpretaciones divergentes que se hicieron de la misma la convirtieron en manzana de una discordia que ha dominado en todo este proceso. Pero vayamos por partes.

La Conferencia Episcopal Alemana no actuó en solitario al convocar el «camino sinodal». A su lado, como verdadero motor del proceso, tenía al Comité Central de los Católicos Alemanes, la principal organización de laicos del país, estrechamente ligada a la Conferencia.

En principio, la Conferencia Episcopal fijó tres temas principales:

1- El poder dentro de la Iglesia y las consecuencias de su abuso.

2- Revisión de las formas de vida del clero (es decir, abolición del celibato)

3- Reformas en la moral sexual católica.

El Comité Central obtuvo que se añadiera otro tema:

4- El papel de la mujer en la Iglesia.

Apoyándose en la epístola de Francisco I, el obispo de Ratisbona, Voderholzer, y el arzobispo de Colonia, cardenal Woelki, ambos descontentos con el cariz que tomaba la situación, presentaron una contrapropuesta que incluía siete temas, seis de los cuales se referían directa o indirectamente al ámbito de la evangelización, mientras que el restante se ocupaba de los abusos sexuales.

La propuesta fue rechazada por la Conferencia Episcopal en septiembre de 2019.

También desde Roma el cardenal Ouellet, Prefecto de la Congregación de los Obispos, advirtió que el camino sinodal alemán estaba atribuyéndose competencias que no le correspondían. También sus objeciones fueron rechazadas, en este caso por el cardenal Marx, presidente de la Conferencia, quien negó a su vez que Roma fuera competente en el asunto.

Por parte de Francisco I no hubo ninguna reacción oficial personal en ese momento.

Por parte de Francisco I no hubo ninguna reacción oficial personal en ese momento. Marx es (o era) uno de sus más estrechos consejeros; Ouellet, como prefecto de una congregación de la Curia, era un muy alto miembro del «gobierno» de la Iglesia. La inhibición del Papa en este disenso no contribuyó a aclarar la situación.

Los estatutos del «Camino Sinodal de la Iglesia Católica en Alemania» fueron elaborados y aprobados tanto por la Conferencia Episcopal como por el Comité Central. El proceso se inauguró oficialmente el 1 de diciembre de 2019. La primera sesión de la asamblea se convocó para los meses de enero y febrero de 2020, justo en el momento en que comenzaban las restricciones con motivo de la extensión del virus corona…

Desde Roma el cardenal Ouellet, Prefecto de la Congregación de los Obispos, advirtió que el camino sinodal alemán estaba atribuyéndose competencias que no le correspondían Clic para tuitear

 

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