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El Islam y la urgencia de la paz (XI)

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Una disciplina aparentemente tan árida como la estadística puede ayudarnos a entender la gravedad moral de estos sucesos, si somos capaces de hacer un esfuerzo de imaginación, y sobre todo de compasión, que nos permita ver lo que esconden las cifras.

Los números que mencionamos a continuación nos han sido proporcionados por la sección alemana de la International Physicians for the Prevention of Nuclear War (IPPNW), una organización internacional de médicos que trabaja por la paz y que fue galardonada con el Permio Nobel de la Paz en 1985. La sección alemana de esta entidad celebró recientemente una conferencia sobre las consecuencias de las llamadas guerras contra el terrorismo. Especialmente agradecemos aquí a sus colaboradores la Sra. Lara-Maria Krausse y el Sr. Joachim Guillemin, quienes nos facilitaron abundantes datos. Sobre la mortandad causada por estas guerras el Sr. Guillemin ha realizado estudios y aportado cifras basándose en datos de investigaciones del aquí ya citado Watson Institute for International and Foreign Affairs de la Brown University en Rhode Island y otras fuentes dignas de toda consideración, por lo que su aportación es de gran interés.

Uno de los mayores problemas a la hora de dar a conocer el verdadero alcance humano de estas contiendas es la inverosimilitud de los datos oficiales.

Según el Pentágono las tropas estadounidenses habrían causado la muerte de sólo 85 civiles en Somalia, el Afganistán y el Irak entre 2017 y 2020. Según la ONU sólo en el Afganistán entre 2016 y 2020 habrían caído 2.000 civiles en acciones de la OTAN, mayoritariamente en ataques estadounidenses. Pero también las cifras de la ONU son inverosímiles si se las analiza debidamente. Para 2010 este organismo daba una cifra de entre 2.800 y 3.800 civiles muertos, es decir entre 7 y 10 por cada 100.000 habitantes. Si se compara esta cifra con la de muertes violentas en ciudades alemanas como Bremen en 2021 (83 cada 100.000 habitantes) o Wiesbaden (57 cada 100.000 habitantes) o con la cifra de muertos en accidentes de tráfico en Alemania (2.724 en 2020) resulta que el Afganistán es un país muy seguro.

Además de las víctimas directas (tanto civiles como combatientes) de las acciones militares, existe una cifra muchísimo mayor de fallecidos a consecuencia de las destrucciones producidas en las guerras. Deficiente atención médica (si la hay), hambre, epidemias, caos de violencia callejera y de ejecuciones arbitrarias, desatsres ecológicos derivados de las contiendas, accidentes debidos a la destrucción de las infraestructuras más elementales, indefensión frente a catástrofes naturales por el mismo motivo, carencia de medios para protegerse de las inclemencias climáticas naturales (por ejemplo, por haber perdido la vivienda), etc. producen entre cuatro y quince veces más muertes que los combates en sí.

Los sectores más vulnerables de la sociedad (niños, enfermos, ancianos, mujeres, pobres, etc.) son los más afectados.

Según las estimaciones de IPPNW la guerra y la ocupación del Irak (de 2003 a 2012) habrían producido 1.800.000 muertes, cifra verosímil si se considera que sólo la conquista de Mossul causó 90.000 muertos en su mayoría a causa de los bombardeos. En el Afganistán el resultado de veinte años de contienda (2001 a 2021) sería aproximadamente de 1.000.000 de muertos. Las guerras de Siria con 2.000.000, el Yemen con 700.000 y Libia con 300.000 sumarían tres millones más.

Es decir, la «guerra contra el terrorismo» deja un balance de cerca de seis millones de muertes en sus escenarios principales, sin contar los secundarios, como el Pakistán, Somalia, etc., donde también se han producido muy numerosas muertes de civiles y combatientes.

Volvamos a los 4.700 asesinados por el terrorismo islámico en Occidente en los últimos 42 años: el balance es de 1.276 muertos en las guerras antiterroristas por cada asesinado por los mismos terroristas. Aun el caso (evidentemente falso) de que la cifra de muertos en las guerras antiterroristas fuera una tercera parte de lo que es, y aun cuando aceptáramos la totalmente inverosímil falacia de que estas guerras se han hecho también por las víctimas no occidentales de los terroristas islamistas (168.000 en los últimos 42 años), el balance seguiría siendo aterradoramente desproporcionado: 12 muertos en guerras por cada víctima del terrorismo yihadista. Si consideramos que la masa de estas víctimas está formada por civiles y que entre ellos abundan los niños, si la consciencia no se nos ha adormecido o pervertido demasiado, entenderemos el horror ante el que nos encontramos.

Ni siquiera desde un punto de vista económico tiene valor la vida de los civiles en los países invadidos.

El ejemplo de la masacre de Kundus es aleccionador. En este lugar del Afganistán se encontraban estacionadas tropas alemanas, cuyo comandante lo era al mismo tiempo de todas las fuerzas aliadas en ese sector. Advertido de la presencia de un camión cisterna y de una aglomeración de personas en su entorno, el coronel Klein, temiendo un ataque suicida contra sus tropas, ordenó a la aviación estadounidense bombardear el camión. Después del ataque se comprobó que el vehículo llevaba combustible para abastecer a la población civil, que lo rodeaba provista de recipientes para llenarlos de combustible. Se ignora el número exacto de muertos, que podrían ser más de 150, entre ellos muchos niños.

El gobierno alemán reconoció el fallecimiento de 93 personas y heridas graves a 11 y concedió una «ayuda humanitaria» de 4.300 € por víctima a las familias afectadas, recalcando que no era una indemnización. En Alemania se levantaron voces criticando la mezquindad de estas «ayudas», a lo que se respondió que en el Afganistán 4.300 € tienen más valor que en Europa y que con eso bastaba. Los intentos de las familias de todas las víctimas de obtener una indemnización mayor llegaron hasta altos tribunales europeos, pero sin éxito.

En 20 años de guerra Alemania ha gastado 12.500.000.000 €. Lo que se ha pagado por las víctimas de Kundus es el coste de menos de 6 horas de intervención militar alemana. En todo caso, estas ayudas son una excepción total. Las víctimas civiles de la inmensa mayoría de ataques, incluídos los «errores» como éste, no recibe ni un céntimo.

Continuará en un próximo artículo

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