La asignatura de Religión católica está siendo objeto de ataque en los centros educativos de España.
Lejos de recibir el respeto y la consideración que merece, ha sido relegada a una posición marginal, tratada como si fuera una actividad extraescolar en lugar de un componente fundamental para la formación integral de los estudiantes.
Esta situación no es casual, sino la consecuencia directa de la implementación de la Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE), conocida como Ley Celaá, impulsada por el Gobierno de Sánchez, que ha reducido drásticamente el valor y el horario de esta asignatura en el sistema educativo.
Religión como «séptima hora»: una barrera disuasoria
En la etapa de Bachillerato, los estudiantes que desean estudiar Religión deben sacrificar su tiempo libre, ya que se les obliga a cursarla fuera del horario lectivo, convirtiéndola en una «séptima hora».
¿Por qué este trato a la asignatura?
Mientras los alumnos que no eligen Religión se retiran a sus casas, quienes optan por esta materia deben quedarse una hora extra, enfrentándose a un horario adicional que, en la práctica, penaliza su elección. Esta medida disuade activamente a los alumnos y pone trabas a quienes desean recibir una formación basada en valores éticos y religiosos.
Esta situación es un intento de transformar una asignatura lectiva en una actividad extraescolar.
¿Quién se apuntará a una materia que exige quedarse más tiempo en el centro mientras sus compañeros descansan?
Este encuadre no solo desalienta la participación, sino que convierte la asignatura en una elección incómoda, impidiendo que los alumnos puedan formarse según sus convicciones. La consecuencia de esta maniobra es que cada vez menos estudiantes optan por la asignatura, afectando también la carga laboral de los docentes, quienes ven reducido su horario y salario a media jornada.
Un ataque a la libertad de elección y a la formación integral
La Ley Celaá ha limitado la asignatura de Religión a su mínima expresión. Los alumnos y sus familias, que desean una educación que incorpore los valores de la fe cristiana, ven cómo sus derechos se ven vulnerados bajo la excusa de una educación laica.
Sin embargo, reducir la asignatura de Religión no solo atenta contra los valores cristianos, sino contra la libertad de los padres para decidir la educación de sus hijos.
Reducción de la asignatura
En Castilla-La Mancha, bajo la administración de Emiliano García-Page, la asignatura de Religión ha sido reducida a una sola hora semanal.
A pesar de que es una asignatura demandada por los padres, los responsables de educación han ignorado la voluntad de las familias, restando valor a esta formación que es fundamental para el desarrollo humano y cívico de los jóvenes.
Esta reducción horaria no solo afecta a los alumnos, sino que ha puesto en precario el trabajo de muchos docentes que dedican su vida a enseñar y formar.
Las consecuencias de estas políticas son devastadoras, ya que más del 80% de los profesores de centros públicos consideran que la LOMLOE ha dificultado significativamente su trabajo y la formación integral. El resultado es un profesorado cada vez más debilitado, enfrentado a condiciones laborales inciertas y viendo cómo su labor es menospreciada por una administración que relega la educación católica.
Una asignatura que merece respeto y dignidad
La asignatura de Religión ha sido atacada y despreciada de manera continua en los últimos años, y la LOMLOE representa el más reciente intento por minimizar su importancia.
Esta actitud del Gobierno es, en realidad, un ataque a la libertad y a los derechos de las familias y los estudiantes que desean una formación integral.
La religión no solo enriquece el conocimiento, sino que proporciona una orientación moral que es fundamental para la convivencia en una sociedad plural y respetuosa.
El esfuerzo por relegar la Religión a una «séptima hora» fuera del horario lectivo es un acto discriminatorio que niega el derecho de los alumnos a recibir una educación integral según sus creencias y de acuerdo a sus derechos.
La administración debe respetar y proteger esta asignatura, reconociendo su valor en la construcción de una sociedad que respete la libertad y fomente la responsabilidad.