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El Padre inútil o el necesario Congreso de Educatio Servanda sobre la figura del padre

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La sociedad desvinculada, una de cuyas más potentes expresiones ideológicas y políticas es la ideología de género, ha convertido al hombre en un sujeto bajo sospecha. La definición del feminismo  de género establece como dogma que los “hombres” (no algunos) matan a las mujeres por ser mujeres, y este acto colectivo, digamos “de clase”, es una componente más de la opresión del patriarcado en nuestra sociedad. A pesar de la irracionalidad empírica del principio, esta ideología se ha convertido en dominante incluso en el teórico reino de la razón, la Universidad, y en el caso de España incide en la legislación y las políticas públicas de una forma abrumadora. El mejor ejemplo es la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, que por aquella razón estructural establece penas mucho mas graves para un mismo delito en el supuesto de que quien lo cometa sea un hombre.

Como es lógico, este hombre sospechoso, que ha de ser recreado para el poder, como se hace con los disidentes en China y antes en la URSS- véase el centro de Nuevas Masculinidades de Ada Colau en Barcelona-, se ha extendido a la figura paterna, hasta el extremo de declarar su utilidad o incluso su naturaleza tóxica para la educación del hijo. Existe toda una corriente teórica, como la que expresa la profesora de estudios de la mujer del Wellesley College, Rosanna Hertz, quien afirma que los padres simplemente no son necesarios. El núcleo familiar es el constituido por la madre y el hijo. Los hombres en el mundo actual están obsoletos.

En la misma línea, Peggy Drexler, profesora de la Universidad de Cornell, en su libro: “Educando a los niños sin hombres”, mantiene la bondad de criar a los hijos sin la presencia de un padre, por madres solteras o parejas de lesbianas. Es una forma a lo bestia de intentar  curar una herida que ha ido creciendo en la medida que lo hacían las rupturas del vínculo familiar, y aumentaban madres solteras, abandonadas, separadas o divorciadas que intentaban criar solas a sus hijos, en ausencia absoluta de un modelo paterno. Pero, bajo el dogmatismo de género, en lugar de situar el foco del diagnóstico en la ruptura o la desvinculación, lo que se hace es “inventar” un nuevo supuesto: la inutilidad del padre, que es el que mejor encaja en la criminalización del hombre, que postula el generismo. Solo son aceptados en la medida que se conviertan en una segunda mujer. Una “mamá-bis”; recriminándoles que no sean capaces de cuidar, atender o entender a los niños exactamente como ellas lo hacen.

De esta manera la complementariedad educadora de la unión hombre mujer desaparece, y surge la carencia o como mucho la redundancia feminista. Es la ideología de un nuevo matriarcado. En lugar de abordar los problemas de la pareja y de su función educadora; la disponibilidad de las dos manos, derecha e izquierda, se corta una de las dos como solución, o se aspira a que las dos posean la misma querencia.

Lo irracional del caso es que la familia natural es la que ha permitido nuestro desarrollo. Esta institución es la  que los conocimiento actuales señalan como básica para la plenitud personal, y en lo colectivo, el desarrollo económico y social.  Baste señalar los estudios iniciados en los años ochenta del siglo pasado sobre el capital social, la investigación en Estados Unidos, que señalaban la mayor capacidad de promocionar socialmente de los inmigrantes asiáticos, a pesar de su difícil condición inicial, por encima de la población negra, estaba en la familia, padre y madre   En el caso de esta ultima minoría, la abundancia de mujeres solas con hijos, la desaparición del padre, porque muchos hombres  no quieren sujetarse a responsabilidades, determina no solo unos mayores niveles de fracaso escolar, sino también de delincuencia.

En nuestro país los estudios que señalan la correlación entre los jóvenes sin padre y el número de jóvenes delincuentes es así mismo abrumadora. Y esta por escribir que este hecho está también en la causa del elevado fracaso y bajo rendimiento escolar en nuestro sistema educativo público. La combinación de un acelerado crecimiento de hijos nacidos fuera del matrimonio y una sistema educativo público, que nunca ha considerado la función de la familia, acentuado por la tendencia de los gobiernos socialistas, de reducir al mínimo los derechos paternos en la educación de sus hijos, tiene como consecuencia una verdadera emergencia educativa, que los jóvenes y la sociedad pagan en términos del elevado número de jóvenes que ni estudian, ni trabajan, ni buscan empleo. España sufre, lo hará en mayor medida, una crisis de capital humano joven.

Los problemas en este ámbito en Hispanoamérica, que son  específicos, unidos a este tipo de nuevo impacto, multiplicará en esta región del mundo sus dificultades económicas y sociales, si no frenan la contaminación de generismo y abordan políticas familiares de calado.

Esta liquidación del padre encierra además una evidente consecuencia para el ámbito cristiano, como con gran visión, señaló  Benedicto XVI: ¿qué sentido posee el Padre Nuestro, si el padre, o es prescindible o es maligno?

Toda esta amplia cuestión, de consecuencias graves, está desatendida en España, donde solo se oye la voz del feminismo de género. Por eso es tan importante y merece ser señalado como el camino a seguir, en el proceso de construcción de la alternativa cultural cristiana, el Congreso de la Fundación Educatio Servanda de este 26 de marzo bajo el lema “San José, la sombra del Padre”

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