El diario El País prosigue su campaña contra las terapias de reparación homosexual a través de un reportaje en el que explica la historia de Christopher, que explica su experiencia en Brothers Road (El camino de los hermanos), una organización que opera también en México, Israel y Polonia para abandonar la vida homosexual. Usaban la desnudez para dejar de sexualizar el cuerpo masculino, como para recuperar la inocencia, afirma.
Los miembros de aquel grupo tenían en común su vinculación a alguna iglesia. Había jóvenes, viejos, y alguno que había viajado de un país árabe donde la homosexualidad era ilegal, afirma el reportaje de El País.
«Terapias como esta, también llamada de reparación, son denostadas por su ineficacia y el daño y efectos adversos que provocan», afirma El País.
Tres países prohíben las prácticas para convertirse en heterosexual (Malta, Brasil y Ecuador), pero hay varios que, como España o Estados Unidos las vetan en autonomías o estados. Aragón, Comunidad Valenciana, Andalucía y Madrid, en el caso español.
Los estudios sobre terapias de reparación homosexual contradicen a El País
Sin embargo, hay estudios que demuestran lo contrario que quiere plantear El País. Por ejemplo, ya ForumLibertas habló de un estudio que era el primero sobre terapias ex-gay y que concluía que no dañan y muchas veces son eficaces.
Fue el primer estudio de campo hecho con entrevistas en profundidad a un grupo bastante homogéneo de personas que querían dejar la orientación homosexual y se llevó a cabo hace ahora algo más de tres años.
Los autores eran el profesor de psicología Stanton Jones, del Wheaton College, y el psicólogo Mark Yarhouse, director del Instituto para el Estudio de la Identidad Sexual de la Regent University.
Ambos reconocían las limitaciones del estudio: empezaron con 98 personas de las que 73 se mantuvieron constantes en colaborar con los cuestionarios y entrevistas. Todos ellos participaban en la metodología de los grupos Exodus, un movimiento cristiano evangélico de ex-gays que ayuda a personas con atracción por su mismo sexo a vivir en castidad o cambiar su orientación. Por lo tanto, no da datos sobre todo tipo de terapias, sino sobre las de Exodus, que tienen un fuerte enfoque centrado en la fe, la motivación religiosa y de comunidad y la oración y por ello no atrae a toda clase de personas.
Los investigadores además agruparon a los participantes en tres categorías: una común a todos, otra subpoblación de 57 participantes que llevaban menos de un año en Exodus, y una subpoblación de 55 participantes que por su comportamiento e inclinaciones antes de Exodus demostraban ser claramente homosexuales, y no simplemente bisexuales o confusos.
Este tercer grupo, de inequívoca homosexualidad, es el que mas cambios reflejaban cuando se le preguntaba si seguían pensando en sí mismos como homosexuales. Eso debilitaría un argumento de los grupos homosexualistas: decir que los que cambian de orientación no eran homosexuales, sino bisexuales. Este estudio demuestra que no es así.
Otra forma de analizar los cambios era clasificar en seis posibilidades distintas la situación de los participantes con la terapia: desde Éxito: cambio de orientación a Fracaso: identidad gay.
Los que registraban Éxito: cambio de orientación (15%) más los que registraban Éxito: castidad(23%) sumaban un 38%. Otro 29% no podían mostrar un cambio convincente pero se mantenían esperanzados en lograrlo.
Para los autores del estudio, son porcentajes de éxito similares a los que se dan recientemente en las terapias contra la depresión usando medicinas. Solo que aquí no se usan medicinas.