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El Papa recuerda que «la vida humana es inviolable» y se opone al «diagnóstico prenatal para abortar»

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El Papa Francisco recibió a los participantes en el Congreso internacional «¡Yes to Life! El cuidado del precioso don de la vida en la fragilidad». Ante ellos, el Pontífice aseguró que “el aborto no es nunca la respuesta que las familias buscan”. «Son necesarias y urgentes acciones pastorales incisivas” dijo, exhortando a crear “redes de amor” a donde las parejas puedan buscar apoyo.

«Ningún ser humano puede ser jamás incompatible con la vida, ni por su edad, ni por su salud, ni por la calidad de su existencia”, afirmó con fuerza el Papa Francisco en el evento internacional organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida y por la Fundación «El corazón en una gota», «una de las realidades -recordó el Papa- que en el mundo trabajan cada día para acoger al nacer a niños en condiciones de extrema fragilidad. Niños que, en algunos casos, la cultura del descarte define como «incompatibles con la vida».

En su discurso a los 300 participantes del Congreso presentes en la Sala Clementina, el Papa asegura que “todo niño que se anuncia en el vientre de una mujer es un regalo, que cambia la historia de una familia: de un padre y una madre, de abuelos y hermanos. Y este niño necesita ser bienvenido, amado y cuidado. ¡Siempre!».

El Santo Padre recuerda la relación especial entre la madre y el niño que lleva en su vientre y el “diálogo cruzado que se instaura entre ellos”: «Una relación real e intensa entre dos seres humanos, que se comunican entre sí desde los primeros momentos de la concepción para favorecer la adaptación mutua, a medida que el niño crece y se desarrolla. Una capacidad comunicativa –precisa Francisco– que no es solo de la mujer sino sobre todo del niño, que en su individualidad envía mensajes para revelar su presencia y sus necesidades a la madre”.

«Hoy en día, las modernas técnicas de diagnóstico prenatal son capaces de descubrir desde las primeras semanas la presencia de malformaciones y patologías», sospechas que llevan  » a las mujeres y las parejas a una desaliento profundo». Pero nadie – observa el Papa – «puede predecir el resultado cierto» de esa patología «porque la evolución de cada enfermedad es siempre subjetiva y ni siquiera los médicos saben a menudo cómo se manifestará en cada individuo».

Que los médicos comprendan el valor sagrado de la vida humana

«Sin embargo, hay una cosa que la medicina sabe bien: los niños, desde el vientre materno, si presentan condiciones patológicas, son pequeños pacientes, que a menudo pueden ser curados con intervenciones farmacológicas, quirúrgicas y asistenciales extraordinarias, capaces ahora de reducir la terrible brecha entre las posibilidades diagnósticas y terapéuticas, que durante años ha sido una de las causas del aborto voluntario y del abandono de la atención al nacer de muchos niños con enfermedades graves», afirma el Papa.

«Las terapias fetales -prosigue-, por un lado, y los Hospicios Perinatales, por otro, logran resultados sorprendentes en términos de atención clínica y proporcionan un apoyo esencial a las familias que reciben el nacimiento de un niño enfermo. Estas posibilidades y conocimientos deben ponerse a disposición de todos«, mientras que «es esencial que los médicos comprendan claramente no sólo el objetivo de la curación, sino también el valor sagrado de la vida humana, cuya protección sigue siendo el objetivo último de la práctica médica”.

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