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¿El problema de la economía? El envejecimiento

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El envejecimiento es lo que está frenando la economía. Esta afirmación, sorprendente teniendo en cuenta el nulo seguimiento de ello en los principales medios de comunicación, es cada vez más avalada por economistas y expertos.

La ONU admite que “en los próximos cuarenta años el 58% del crecimiento de la población mundial se corresponderá con el incremento del número de personas de más de 60 años, mientras que solo un 6% se corresponderá con personas de menos de 30 años”. Es, por lo tanto, una situación alarmante.

Tanto es así que Naciones Unidas prevé que, “para el 2035, la población de niños menores de 5 años, ya en declive en muchos de los países desarrollados, caerá también a nivel global”. “Esto significa que la cifra de población mundial podría estar descendiendo con el cambio de siglo, sobre todo si las tasas de fecundidad no rompen con la tendencia a la baja”, añade.

Oriol Carreras y Adrià Morron Salmeron, en el último informe mensual de CaixaBank Research, advierten de que prácticamente todos los estudios documentan que el envejecimiento ha tenido un impacto negativo sobre los tipos de interés en las últimas décadas. Es más, muchas estimaciones sugieren que ha sido la principal fuerza detrás del declive del tipo natural.

La demografía sigue unas dinámicas relativamente predeterminadas y que, según el grueso de los estudios, continuarán pesando sobre los tipos de interés en las próximas décadas. De este modo, más allá de los incrementos y reducciones de tipos que realicen los bancos centrales por razones cíclicas, es probable que la política monetaria y el entorno financiero del futuro estén condicionados por un contexto de tipos de interés relativamente bajos.

El componente del ahorro también está siendo afectado por el envejecimiento de la población: por un lado la población más madura tiene menores tasas de ahorro ya que «desahorran» buena parte de lo acumulado durante su vida laboral («efecto flujo»), y, por el otro, posee un mayor volumen de ahorro acumulado a lo largo de la vida laboral («efecto estocaje»).

Estos componentes son algunos de los que, hasta ahora, no habían sucedido en Occidente en las últimas décadas (cuando la población era sensiblemente más joven).

El economista Josep Mestres, en otro estudio, describe las nuevas amenazas que poco a poco son más latentes. El autor del estudio económico apunta la relación entre el crecimiento económico y la natalidad del país. Si bien los países que actualmente muestran un mayor crecimiento tienen altas tasas de natalidad, en Occidente las tendencias demográficas irán desacelerando las economías.

La disminución de la población en edad laboral reducirá de manera significativa el crecimiento en los países de la OCDE entre 2015 y 2025. En promedio, se estima una reducción de la tasa de crecimiento potencial del 0,64%. Cabe destacar que el impacto no se produciría solo por el menor crecimiento de la fuerza laboral, sino también por la reducción de la productividad laboral asociada al envejecimiento.

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