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Frankenstein 2.0: científicos simulan el inicio de un embarazo usando un ‘embrión’ artificial

Familia

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La deriva relativista ha afectado profundamente a la ciencia, que desarrolla las posibilidades tecnológicas que está a su alcance sin plantearse las repercusiones éticas. Ahora con el embrión artificial.

Como si de la historia de Frankenstein se tratara (no parecemos aprender de las advertencias que la Literatura nos envía) científicos europeos han creado un embrión artificial a partir de células madre humanas que reproduce en el laboratorio por primera vez un momento crucial del desarrollo humano: cuando el embrión toca por primera vez el útero de la madre y comienza a hacerse sitio para dar lugar a un bebé.

Ese primer contacto se llama implantación y hasta ahora apenas se ha podido estudiar. Rivron, investigador de este estudio del Instituto de Biotecnología Molecular de Austria, explica que solo la mitad de los óvulos fecundados por un espermatozoide acaban teniendo éxito y dan lugar a una nueva persona. De la otra mitad, muchos de los embarazos frustrados suceden justo durante la implantación. ¿Qué decide que un embrión anide felizmente en el útero de la madre y que otro aparentemente igual desaparezca para siempre? Nadie lo sabe.

El equipo de Rivron ha ideado una forma de simular lo que sucede en el vientre de una madre usando células madre cultivadas en un laboratorio. En un estudio publicado el 2 de diciembre en la revista científica Nature, se explica cómo haciendo tres modificaciones moleculares las células madre se reprograman y comienzan a formar esferas muy similares a un embrión de unos siete días de edad, también conocido como blastocisto. En este punto el embrión es una pelota de menos de un milímetro y unas 200 células, pero tiene ya toda la información genética necesaria para generar un ser humano.

El siguiente paso fue juntar estos pseudoembriones con células de endometrio, que son las que recubren el útero. Los resultados Rivron los celebró como “espectaculares”. Si los científicos no hacían nada, nada sucedía, pero si añadían estrógeno y progesterona, hormonas que segregan las mujeres embarazadas, los pseudoembriones se pegaban a las células del útero simulando la implantación.
“Estos experimentos nos muestran que podemos recrear en una placa de cultivo en el laboratorio el primer contacto entre un embrión y la madre”, ha explicado Rivron en una rueda de prensa para divulgar su estudio. El equipo ha analizado la expresión genética de sus pseudoembriones célula a célula y esta coincide con la de los cigotos humanos reales en un 97%. Otra similitud: solo el 50% de los embriones artificiales se implantan, una tasa igual a la de los humanos.
Los riesgos asociados al estudio
Este trabajo abre la puerta a que en unos años se controle la capacidad de generar embarazos o de abortarlos, todo un sueño para la cultura de la muerte.
“La tasa de éxito de la fecundación in vitro es del 25% aproximadamente. Hay mucho margen para la mejora”, afirma Rivron. Una forma de perfeccionar estas técnicas sería analizar la implantación con estos modelos de embrión. Por otro lado, el investigador recuerda que en todo el mundo se producen miles de embarazos no deseados, según él, entre mujeres muy jóvenes. “La mayoría de los anticonceptivos actuales se basan en hormonas, que sirven para prevenir la formación de un embrión o su implantación. Estos tratamientos tienen muchos efectos secundarios y no los pueden usar todas las mujeres, por ejemplo están proscritos para las que sufren cáncer de mama de origen hormonal”, detalla.

El estudio demuestra que una molécula ya conocida —SC144— impide que los pseudoembriones se peguen a las células de endometrio, lo que apunta a que tal vez pueda funcionar como anticonceptivo.

Los científicos solo han permitido que su embrión artificial viva 13 días. Lo han hecho en parte porque en muchos países europeos, incluida España, una ley impide cultivar embriones humanos más allá de los 14 días. La razón es que se piensa que a partir de ese día es imposible que el embrión genere gemelos, por lo que se supone que es justo a las dos semanas cuando aparece un futuro individuo. Ninguna ley impide cultivar embriones artificiales más allá de esta línea roja. Pero Rivron aduce que pasados los 13 días algo se tuerce. El crecimiento de los cigotos de laboratorio comienza a ser más desordenado y diferente al de embriones normales. Es algo que también sucede con los embriones humanos reales cultivados en laboratorio y, de nuevo, nadie sabe por qué.

Esta investigación abre también posibilidades delirantes, como implantar uno de estos embriones artificiales en el útero de un animal o incluso de una mujer e intentar que nazca un bebé. Rivron resalta que “nunca” debería hacerse tal cosa y añade que probablemente no tuviera éxito. Su equipo lleva años intentando implantar un pseudoembrión de ratón en el útero de una ratona. En ninguna ocasión consiguieron generar ratones recién nacidos. “Con toda probabilidad” tampoco funcionaría en humanos, resalta.


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2 Comentarios. Dejar nuevo

  • esron ben fares
    15 diciembre, 2021 19:33

    Pues si impide la implatación del cigoto ya no sería un anticonceptivo sino un aborto.

    Responder
  • Un cúmulo de barbaridades:

    «haciendo tres modificaciones moleculares las células madre se reprograman y comienzan a formar esferas muy similares a un embrión de unos siete días de edad, también conocido como blastocisto. En este punto el embrión es una pelota de menos de un milímetro y unas 200 células, pero tiene ya toda la información genética necesaria para generar un ser humano.»

    Eso es generar un clon humano cuya constitución genética es igual a la persona de la cual se ha tomado la célula madre. Dice que «El equipo ha analizado la expresión genética de sus pseudoembriones célula a célula y esta coincide con la de los cigotos humanos reales en un 97%.» No esta nada mal, ¿eh? Jugar a crear seres humanos aberrantes y eliminarlos antes de que nadie pueda verlos. ¡Qué divertido!

    «Los científicos solo han permitido que su embrión artificial viva 13 días. Lo han hecho en parte porque en muchos países europeos, incluida España, una ley impide cultivar embriones humanos más allá de los 14 días. La razón es que se piensa que a partir de ese día es imposible que el embrión genere gemelos, por lo que se supone que es justo a las dos semanas cuando aparece un futuro individuo.»

    O sea que interrumpen el desarrollo del embrión a los 13 días de su desarrollo. Lo cual es tan inmoral como hacerlo a partir de los 14 días, digan lo que digan las leyes. Lo de los gemelos no es motivo alguno para permitir o prohibir que estos embriones sigan desarrollándose. Si no hay división gemelar habrá un individuo y si la hay habrá dos. ¿Dónde está la diferencia que justifique permitir la generación y desarrollo de estos embriones hasta el día 13? ¿Es que los gemelos que llegan a nacer son menos personas que las demás porque son dos individuos iguales en vez de uno? Está claro que no. Pues lo mismo ocurre durante los 13 primeros días, solo que aún no se ha concretado si es un individuo o son dos individuos. Además, mientras no se manifiesta la división gemelar se trata de un individuo completo. A partir de la división se trata de dos individuos completos. Usar esta diferencia para autorizar la generación y destrucción de embriones humanos es hacer sofisterías.

    “La tasa de éxito de la fecundación in vitro es del 25% aproximadamente. Hay mucho margen para la mejora”, afirma Rivron.
    Cuando les conviene para darse pisto con su experimento, hasta reconocen que la FIV es un fracaso, una manipulación chapucera con la que producen no sólo muchos más embriones de los que implantan, sino que implantan muchos más de los que resultan viables. Una masacre de embriones.

    El investigador dice que “La mayoría de los anticonceptivos actuales se basan en hormonas, que sirven para prevenir la formación de un embrión o su implantación. Estos tratamientos tienen muchos efectos secundarios y no los pueden usar todas las mujeres, por ejemplo están proscritos para las que sufren cáncer de mama de origen hormonal”

    Si impiden la implantación de un embrión no son anticonceptivos sino abortivos. Eso de que el embrión solo es embrión cuando se implanta es otra sofistería. Por eso se sacaron de la manga el término pre-embrión, algo tan falto de sentido como si a un niño se la llamase pre-hombre para con ello quitarle la categoría de persona. El embrión que se implanta es el mismo ser humano que antes de implantarse.
    Y una vez más, para enaltecer su descubrimiento, son capaces de reconocer que los tratamientos anticonceptivos basados en hormonas, tan recomendados durante tantos años con el señuelo de la liberación de la mujer, tienen muchos efectos secundarios y hasta son nocivos para muchas de ellas.

    En fin, lo que hay que aguantar con todos estos aprendices de brujo. Cualquier día nos vendrán con que han producido en laboratorio un hombre-escarabajo como el que imaginó Franz Kafka.
    Después del trans-género, la trans-especie, no solo a una de los mamíferos, sino a una de los insectos.

    Responder

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