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Energía: el largo y complicado camino hacia una economía verde

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Gran parte de la economías de las principales potencias mundiales están virando hacia una energía con menos impacto medioambiental. Según un reciente artículo publicado en el Informe Mensual de Caixabank Research, la evolución prevista del consumo energético durante los próximos diez años dependerá de 4 factores distintos: Medidas de descarbonización (reducción del dióxido de carbono), mejora de la red eléctrica, impulso de la llamada fiscalidad verde y, por último, la reducción de la intensidad energética (energía consumida por unidad de PIB).

Sin embargo, continua el articulo, la Administración de Información de Energía de los Estados Unidos calculan que en los próximos 20 años el consumo global de la energía se incrementará en un 15%. Pero esto no es todo, el coste del consumo de disparará en un 18%. El motivo no es más que el uso energía renovable, que generalmente presenta un coste sensiblemente mayor que otras fuentes más tradicionales. Una quinta parte del incremento del consumo se localizará en Asia, especialmente en India y China.

A pesar de que se estima que el uso de los hidrocarburos disminuya, es totalmente incierto la evolución de la contaminación atmosférica. La situación no es especialmente halagüeña, ya que en 2018 se han emitido 34.854 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono a la atmósfera, un 13% más que en 2010, cuando el objetivo que se persigue es su reducción. China ha contribuido en un 61% a este aumento porque, aunque sus progresos en control de polución están siendo notables, las propias dinámicas de su elevado crecimiento económico y el peso de su industria pesada han jugado en su contra. Otras economías emergentes, especialmente la India, no han registrado progresos, lo que dificultará alcanzar los objetivos fijados.

Otro motivo que genera preocupación es el gran uso que aún se le da al carbón como fuente de energía. Esta fuente de energía, que presenta unos costes considerablemente bajos, supuso en el 2018 el 26,9% del consumo energético global.

En este sentido, la evolución prevista de la intensidad energética a nivel global dependerá críticamente de lo que suceda en China. El gigante asiático continuará siendo un actor fundamental, dado que se espera que aporte un 30,0% del ahorro energético entre 2018 y 2030, por encima de la suma de EE.UU y Europa Occidental (un 16,7% y un 7,4%, respectivamente). Hay que destacar que China prevé centrar su ahorro energético en una notable reducción de la intensidad energética, de alrededor del 20% (superior al 17,4% correspondiente a 2010-2018) gracias a un proceso de transformación estructural hacia un modelo económico con un mayor peso del sector terciario. Por el contrario, Europa Occidental se espera que lleve a cabo una aportación menor, ya que parte de una situación relativamente más eficiente: en 2018, la energía que Europa gastó para producir cada euro de su PIB fue inferior a la que gastaron EE.UU y China, un 31,6% y 40,9% menos, respectivamente.

En definitiva, la economía global está evolucionando hacia un mix energético más sostenible, que pretende combinar un crecimiento económico dinámico con un mayor control de la contaminación. Sin embargo, todo apunta a que los progresos que observaremos en los próximos años serán limitados, ya que, si bien el PIB global se espera que crezca muy por encima del consumo energético, las emisiones de carbono seguirán aumentando de forma notable y la mejora respecto a la última década será modesta.

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