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Mi familia, mi fortaleza: la cortesía

Familia

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La virtud de la cortesía en el hogar es como el tejido invisible que une los corazones de sus habitantes. La cortesía comienza en casa, que no se nos olvide.  Pues la base de una sociedad armoniosa y respetuosa, son las muestras diarias de caridad entre padres, hijos y demás miembros de la familia.

la base de una sociedad armoniosa y respetuosa, son las muestras diarias de caridad entre padres, hijos y demás miembros de la familia.

En una de las cartas que san Francisco de Sales envió a santa Juana de Chantal este le decía: «cortesía, pequeña virtud, más prueba evidente de otra mucho mayor…Y es necesario ejercitarse en las pequeñas virtudes, sin las cuales las grandes son a menudo falsas y engañosas». San Francisco nos deja bien claro que las pequeñas virtudes requieren de una gran virtud: el amor.

Bálsamo que embellece las relaciones

Ser cortés, no es tarea fácil, pues significa saber limar las asperezas de nuestro carácter. La cortesía en palabras de Emily Post, una renombrada estadounidense de principios del s. XX,  experta en etiqueta y buenos modales, «es el aceite que suaviza las ruedas de la convivencia». En el contexto familiar, este «aceite» se traduce en gestos amables, palabras consideradas y actitudes atentas. La cortesía en el hogar no solo embellece las relaciones, sino que también contribuye a un ambiente donde cada individuo se siente valorado, comprendido y lo más importante, ¡digno!

Hacer de la cortesía una práctica habitual en la vida familiar implica no solo mostrar buenos modales, sino también estar dispuesto a escuchar y comprender a los demás. La cortesía ayuda a saber cómo mostrar afecto por los demás, incluso si no estamos de acuerdo con ellos. Lo cuál resalta su importancia como un puente que conecta las diferencias y promueve la unidad en el hogar. La cortesía no se aplica sólo de hijos a padres sino que afecta a toda la familia. Todo el mundo, también los hijos,  tiene derecho a nuestra consideración. «Guardaos, dice el Señor, de despreciar a ninguno de estos pequeños».(Mt 18, 10).

En resumen, la cortesía en el hogar es una virtud que trasciende las meras formalidades, convirtiéndose en un pilar fundamental para construir relaciones familiares sólidas y un hogar verdaderamente cristiano. Adoptar la cortesía como parte integral de la vida familiar nutre la conexión entre sus miembros, creando un ambiente en el que el amor y el respeto florecen.

Cultivar la virtud de la cortesía

Cultivar la virtud de la cortesía en el hogar implica rivalizar en deferencia los unos para con los otros. Vamos a la acción:

Modelar el comportamiento: Los niños aprenden observando, así que si como padre demuestras respeto y afecto en tus acciones diarias, ellos seguirán tu ejemplo.

Comunicación abierta: Es muy importante crear en el hogar un ambiente donde todos se sientan acogidos expresando sus pensamientos y sentimientos. La comunicación abierta reduce la posibilidad de problemas, fortalece y enriquece las relaciones familiares.

Empatía: Enseña a tus hijos la importancia de ponerse en el lugar del otro. La empatía promueve la comprensión y nos abre a una relación más sincera.

Reconocer y agradecer: Promover en el hogar el hábito de expresar gratitud. ¡Gracias! Mostrarse agradecido por las pequeñas acciones fomenta un ambiente alegre y fortalece los lazos familiares.

Establecer límites respetuosos: El hecho de definir límites claros y respetuosos dentro del hogar ayuda a poner en práctica las reglas de convivencia.

Resolver conflictos de manera constructiva: Es muy importante enseñar a toda la familia a abordar los desacuerdos de manera respetuosa. La resolución de conflictos constructiva implica escuchar, comprender y buscar soluciones juntos.

Valorar la existencia del otro: Es precioso poder expresar aprecio mutuo dentro del seno de la familia. Se puede aprovechar cualquier ocasión para alabar las cualidades positivas de los demás.

Todo esto  no solo mejora las relaciones familiares, sino que también prepara a cada uno de los miembros de la  familia, célula indispensable de la sociedad,  para llevar consigo estas virtudes en sus interacciones con el mundo exterior.

Con razón dice san Juan Pablo II que  «una señal de atención y de cortesía puede ser una ráfaga de aire fresco en lo cerrado de una existencia, oprimida por la tristeza y por el desaliento».

Una señal de atención y de cortesía puede ser una ráfaga de aire fresco en lo cerrado de una existencia, oprimida por la tristeza y por el desaliento.(san Juan Pablo II) Clic para tuitear

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