En un extenso artículo publicado en El País el domingo 13 de marzo, “El feminismo ensimismado”, la directora de opinión del periódico y principal inspiradora en estos ámbitos de la línea editorial de este periódico, que a su vez asume el papel de intelectual orgánico del liberalismo progresista de género, establece lo que bien puede constituir las consignas del feminismo de estado en la hora actual. Todo ello a cuenta de la crisis por la que atraviesa el feminismo, como consecuencia de las discrepancias entre la corriente más tradicional, la del feminismo más ligado al PSOE, situado en los postulados de género, que antagoniza con el hombre como “clase” y su “estructura de poder” el patriarcado, y la otra corriente que sigue la concepción queer y que tiene en las identidades LGBTI y sobre todo en la bandera trans, su eje político. Unidas podemos y la ministra Montoro es quien encarna esta opción enfrentada con la socialista, que ha resultado la perdedora y, en buena medida, disidente
Es una pugna, digámoslo así, como la que dentro del marxismo se dio entre leninistas y tronquistas.
El detonador de este conflicto ha sido la ley trans impulsada por Montero, que pretende que una mujer o un hombre puedan cambiar su condición civil simplemente alegando que siente otra, sin efectuar ningún tipo de cambio en su aspecto físico. Al margen de la arbitrariedad de lo que esto significa en términos médicos, es decir, científicos, constatando una vez más que nos encontramos ante ideologías de la irracionalidad, y lo que significa de destrucción del futuro de muchos adolescentes sometidos a tratamiento de cambio de sexo prematuros, la cuestión fundamental, la que preocupa a Máriam Martínez–Bascuñán, es el conflicto aducido por el feminismo de género de que esta elevación de los trans a una situación legal de privilegio, va ha significar lo que denominan el “borrado de las mujeres”, porque su naturaleza como tal desaparece. Bienvenidas a bordo.
Obviamente, la condición femenina desaparece en cuanto a su naturaleza real porque un hombre puede convertirse en mujer simplemente alegando que lo es. El caos que esta legislación puede provocar, las injusticias que pueden darse en su nombre, la confusión sobre la aplicación de las leyes será extraordinaria. Pero no se de qué se extrañan ahora. Era uno de los corolarios del desarrollo de la llamada perspectiva de género, desde el momento en que se asumía el carácter “fluido” de este concepto, se marginaba la significación real de la caracterización sexual, se consideraba decisiva la construcción cultural y se consideraba que la especie humana no se diferencia entre hombres y mujeres, sino entre heterosexuales y todos los demás, homo, CIS y una lista cada vez más larga de distinciones. En el momento que el feminismo calló ante todo esto, pensando que solo iba contra los hombres, estaba cavando la tumba de la mujeres, porque ambos, aunque les sepa mal, van de la mano.
Pero no es mi intención céntrame en la brutalidad de la legislación trans, porque lo que me interesa señalar es un aspecto concreto de cómo concibe la necesaria rectificación del enfrentamiento, la responsable de opinión de El País
Una de las líneas estratégicas es la de asociar toda discrepancia con la visión queer y los postulados del homosexualismo político con Putin. Si alguien critica que en escuela pública se enseñe el descubrimiento de la identidad sexual a los niños para que determinen qué quieren ser, si alguien discrepa en que el minoritario matrimonio homosexual, en términos de países que lo reconocen, es un derecho humano universal y considera que la igualdad de derechos entre las personas no equivale a asignar nomas especiales y privilegios a un grupo por sus querencias sexuales, como se hace al utilizar el matrimonio, vínculo de unión entre un hombre y la mujer, en algo que une en el mismo marco jurídico dos personas del mismo sexo, entonces todo esto significa convertirse en un aliado de Putin. La operación de asociación es burda, pero da lo mismo, ya la vienen practicando con éxito con la Iglesia, asociándola a la pederastia, aunque saben perfectamente que solo una ínfima cantidad de estos delitos son cometidos por personas a ella vinculadas. Si esta asociación y escamoteo de la realidad está funcionado, también puede funcionar en las políticas de género y queer. La cuestión es estigmatizar al discrepante. Marcarlo socialmente como paso previo a su destrucción mediática.
De esta manera el no a la guerra, que significa la negativa a convertir Ucrania en un nuevo Afganistán para los rusos, lo convierte Máriam Martínez–Bascuñán en una cortina de humo, que oculta a la extrema derecha y los intentos patriarcales y machistas de recuperar el terreno perdido. La directora de opinión de “El País”, riñe a las feministas porque con su pugna con la ley trans desvían la atención y dejan escapar la oportunidad de oro de convertir a quienes critican su desafuero, en amigos de Putin, y así con esta asociación, conseguir hundirlos.
Hay que ver lo que da de sí la mala uva.
1 Comentario. Dejar nuevo
La frase que sirve de cierre no puede ser más exacta. La mala fe puede dar mucho juego y siempre encontrar resquicios para su aspiración de perfeccionamiento.
Escrito de la jefa de opinión un periódico que muchos colegas del mismo y de otros diarios suscribirían; pero si nos acomodamos en el sillón y con el mando a distancia del televisor hacemos un pase ligero por los canales veremos que una inmensa mayoría de las emisiones aprovechan cualquier motivo para dar rienda suelta a la «perspectiva de género». Anoche, por ejemplo, en uno se desacreditaba la religiosidad en Polonia por su «proximidad a la ultraderecha política».
En ámbitos institucionales y en casi todos los medios informativos periodistas y locutores se van habituando a la resignificación del lenguaje. En el impreso para solicitar un carné de biblioteca o para darte de alta como usuario de internet no preguntan por el sexo sino por el género. Este titular de prensa es del pasado día 10: «Estados Unidos empieza el 11 de abril a expedir documentos en los que no especifica el género de las personas». Hay monitores contratados por institutos públicos de enseñanza como personal de apoyo a las clases de tutoría que han sido perfectamente adiestrados para comunicar con los adolescentes desde la perspectiva de género.
Y, como muy bien se dice en el artículo, este asunto discurre por la vía de la más absoluta irracionalidad. Recientemente una amiga me decía que ella era reivindicadora de la contradicción, lo que prestamente asocié a la elasticidad de conciencia de Lutero: ten fe y haz lo que quieras no tiene nada que ver con ama y haz lo quieras.