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Francisco, un papa para la vida (y II)

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El viernes pasado no pudo publicarse este artículo porque mi gestora de ForumLibertas tenía fiesta. Pero hoy, aun a riesgo de parecer inoportuno en pleno cónclave y elección papal, regresa Francisco a clarificarnos la senda… y yo cumplo mi compromiso al concluir esta serie con esta nueva y última entrega, esperanzado en que Dios hable a través del nuevo papa como solo Dios −y no los hombres− sabe hacerlo.

Retomando el hilo, diremos que aquellos que respiran aliviados de que Francisco no les señale ya sus hipocresías y doble fondo, ignoran que el nuevo papa profundizará en su talante y ejemplo, fiel a las enseñanzas de Jesús recogidas por los Apóstoles y la Tradición. De momento, solo salir al balcón, León XIV ya llama a la sinodalidad. Estamos en la hora esa en que muchos de los hombres y mujeres de bien y de mal han hecho sus apuestas sobre los papables, sin percatarse −por desconocimiento unos y por mala idea otros− de que deberían haber apostado por el papa que Dios quisiera. Ya se dice sobre esos favoritismos entre los que van a entrar al cónclave que “el que entra papa, sale cardenal”.

Con todo, las voces que escuchan a Dios nos orientaban. “Sueño con una mezcla de los tres papas: el vigor, la convicción y la fortaleza de Juan Pablo II; alguien con la fuerza intelectual del Papa Benedicto, y me encantaría ver a alguien con el corazón del Papa Francisco”. Estas son las características que debería poseer el nuevo papa, según el arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan. Y añadió una postilla: “El corazón cálido de Francisco con… ¿cómo lo diría?, con más claridad en la enseñanza, más refinamiento de la Tradición de la Iglesia, excavando más en los tesoros del pasado”. Sea como sea, el cardenal Omella puso negro sobre blanco cuando aclaró que no se trata de elegir un papa “progresista” o “retrógrado”, sino “fiel al Evangelio”. ¡Y así se perfila León XIV, invocando a María!

Ciertamente, aunque en medio de tanto ruido parezca mentira, resulta más que evidente, si abrimos un poco la mente, que un papa no es más que papel mojado si no es fiel a las enseñanzas de Jesús, que están resumidas en los Evangelios. Por eso quien debe mojarse −sin que nosotros lo incordiemos− es el Espíritu Santo, puesto que sabemos que es Él quien elige al papa. Y el Cónclave es un lugar privilegiado para ser escuchado y oído por quienes tienen potestad… y así ha sido, dándonos un papa a punto de caramelo.

El Papa Francisco ha dejado algunos asuntos inconclusos y otros, pendientes en el tintero. Será labor del papa León XIV seguir caminando, con la asistencia del Papa Francisco desde el cielo: ahora Francisco nos las bordará, a través de otro papa santo, pero con las propias características y gestos personales como sabemos que todos los humanos tenemos. Por medio de ambos nos llegarán los desarrollos y, nuevamente, las novedades que cada papa es capaz de apercibir al encarar un asunto, y bajo esa luz debe avanzar.

Ya nosotros, si somos fieles a Dios, como cristianos de a pie que intentamos amar a Dios como es debido, somos asistidos por el Espíritu, que nos impele; ¡qué no será de su asistencia al rector de su Iglesia, pues sabemos que es el Espíritu, por medio de los seres humanos, quien lo dirige!

El perfil del nuevo papa

Esperamos novedades con el nuevo papa, y así debe ser, porque la Iglesia ha de renovarse (ha habido más de veinte concilios en estos dos mil años y 267 papas), pero siempre, como buen pastor, siendo fiel a la Palabra de Jesús, sin la cual fidelidad la Iglesia no sería más que una secta más, además de culpable y especialmente castigada por el Señor. La Iglesia (que somos todos) debe ser ejemplo de santidad.

No hemos de asustarnos. La Iglesia está en constante renovación, gracias al Espíritu y los santos, según el mandato de nuestro Señor, (“un letrado que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo”: Mt 13,52), como el propio papa san Juan XXIII, que con el Concilio Vaticano II abrió el melón que aún no hemos saboreado del todo. En esa línea quiso avanzar el Papa Francisco, sin resultar un abuelo casposo, sino todo lo contrario: un joven de ochenta y ocho años, más o menos como los ochenta y uno del que es conocido como el “Papa Bueno”; ambos, jóvenes de corazón.

Para despedirnos, ¿cómo resumiremos el pontificado de Francisco? Pienso que podríamos aventurarnos a resumirlo en una frase sintética: “Vivamos con misericordia, cada uno en su lugar y todos a una, la ecología integral del hombre y del mundo que Dios ha querido, para vivir con la responsabilidad de una Iglesia en salida que comprenda a todos: desde el centro a las periferias”. ¿Una palabra?: “Misericordia”, la llamada de la Virgen de Fátima, junto con la oración que ya Francisco pidió solo salir al balcón tras ser escogido por Dios 266º papa de la Iglesia católica, en conjunción con el lema papal que eligió: “Lo miró con misericordia y lo eligió”. No está muy lejos de León XIV.

No nos encapsulemos, hermano, mi hermana del alma, en nosotros mismos con cavilaciones que nos hagan perder la paz. No nos toca meternos en ese berenjenal como hacen algunos, que es lo que pretende el Enemigo con sus cuitas. Abramos el corazón a tanto mal que hay en el mundo, de la mano de la persona que Dios pone en nuestro camino: el papa, sea el que sea, ciertos de que Dios lo ha elegido.

¿Qué más podemos esperar? ¿Poder? ¿Dinero? ¿Fama? Tantos corren y deambulan a cabezazos, ya por el mundo, ya por las redes sociales, esclavos de su yo. Grítales: “¡Sin docilidad al Espíritu, no llegaremos al cielo!”. Ante la nueva elección papal, invoquemos a María, que es Esposa del Espíritu Santo, Puerta del Cielo y Madre de la Iglesia. Recemos por el alma del Papa Francisco (maestro de la imagen y tan distinto de Juan Pablo II, que lo fue especialmente). Dicen que Francisco murió con el solideo puesto, símbolo de pastor. Unámonos en su recuerdo, orando por el nuevo papa.

Sabedor de que, en un tiempo complejo como el nuestro, León XIV deberá pastorear con impulso y prudencia siendo asistido sinodalmente y con subsidiaridad por el Colegio Cardenalicio y por los obispos de todo el mundo, el cardenal italiano Marcello Semerano bien resumía: “En el cónclave buscamos un director de orquesta, no a un solista”. ¡Y ya lo tenemos!

…Pues así, Dios nos ha dado el nuevo pastor que ya anhelábamos, que según sus primeras palabras nos llama a sembrar una paz “desarmada y desarmante”, eso es, justa. La única manera de conseguirlo es, como ya ha avanzado como hilo conductor de su pontificado (pues lo es su lema episcopal): “En Aquel Uno, uno solo”, sabiendo y aceptando que no podremos ser uno entre nosotros hasta que no esté nuestro corazón unido a Dios. ¡Pidámoslo, pidiendo por León XIV!

Twitter: @jordimariada

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