Las fuerzas rusas han estado presionando durante semanas en el este de Ucrania, reclamando avances casi diarios, con la mirada puesta en lograr una victoria estratégica antes del 9 de mayo, día en que se conmemora el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Chasiv Yar, además de ser un punto estratégico hacia Kramatorsk, representa un trofeo significativo para las celebraciones de Putin, ya que busca establecer un punto de inflexión en el conflicto.
Sin embargo, las hostilidades no se limitan a esta zona: Kharkiv, en el este de Ucrania, fue objeto de un ataque aéreo ruso que dejó heridas a cuatro personas, incluida una niña de 13 años, destacando la violencia constante que caracteriza la guerra.
En este clima de tensión, las autoridades rusas envían mensajes fariseos, deseando una Pascua llena de luz y paz, mientras continúan oprimiendo y ocupando las regiones ucranianas.
Libertad religiosa
La propaganda y la restricción son herramientas clave en la agenda rusa: escuelas transformadas en centros de adoctrinamiento, maestros que piden a los niños que dibujen para los soldados rusos y una campaña de reconstrucción que oculta la profunda crisis humanitaria que vive la población local.
En este contexto, la Iglesia greco-católica ucraniana continúa luchando por la libertad religiosa y por la liberación de los religiosos detenidos ilegalmente. El arzobispo Sviatoslav Shevchuk, líder de la Iglesia, hace un llamado a un gesto pascual de liberación de prisioneros, invitando a la solidaridad internacional.
Zaporizhzhia, considerada una «nueva región» desde la perspectiva rusa, ha sido ampliamente anexada a la Federación Rusa, con el 80% del territorio ahora bajo control de Moscú.
Esto conlleva una serie de represiones contra iglesias y libertades religiosas, con muchas parroquias cerradas o transformadas para fines militares y de control.
Don Oleksandr Bogomaz, un sacerdote greco-católico expulsado de Melitopol, describe una situación en la que el clima de terror y opresión es generalizado, con interrogatorios, requisiciones de edificios religiosos y persecuciones a quienes no se conforman con las políticas rusas.
Incluso durante las celebraciones de Pascua, la represión es palpable: las autoridades aconsejan evitar los ritos religiosos y muchas iglesias se ven obligadas a operar clandestinamente.
El Kremlin ha extendido esta celebración a las regiones ocupadas de Ucrania, imponiendo símbolos y rituales rusos, incluyendo una agresiva campaña de rusificación que también implica expropiaciones y confiscaciones forzadas de casas y propiedades.
Celebración de la Pascua
En medio de la guerra, Ucrania y Rusia celebran la festividad de Pascua por tercera vez consecutiva, en un contexto donde el conflicto parece no tener fin a corto plazo.
La iglesia ortodoxa celebró la Pascua este domingo 5 de mayo. El presidente Volodímir Zelénski oró por el ejército que lidera y por estos años de batalla contra Rusia. Pero la guerra en Ucrania no ha tenido tregua ni siquiera durante la Pascua ortodoxa. Las autoridades rusas de Belgorod han anunciado que seis personas han muerto y otras 33 están heridas tras un ataque ucraniano a Belgorod.
Los ataques tuvieron lugar el domingo por la tarde, día de celebración de la Pascua ortodoxa, tanto en Rusia como en Ucrania. La Fiscalía ha abierto una causa penal por violación de las leyes de guerra.
La Fuerza Aérea ucraniana ha anunciado este lunes que ha destruido 12 de los 13 drones de ataque que Rusia ha lanzado en su territorio en las últimas horas.
La Pascua en Ucrania y Rusia es un momento de resistencia y esperanza, pero también de contienda y opresión. Mientras la guerra continúa devastando los territorios, la población permanece unida en la fe con la esperanza de un futuro de paz y libertad.