Obedece a tu conciencia. Es tu brújula interior, y se manifiesta en todos tus actos, que reflejan tu integridad o tu malicia. Demuestra la ciencia que tu corazón marca el devenir de las cosas, incluso sin que tu mente lo sepa. Sin embargo, tu mente es la responsable de tus actos, que han de ser libres, como consecuencia de ir conformes con la Ley de Dios. El corazón nos inspira, pero la mente nos gobierna. (Si le permitimos).
No te dejes acoquinar, hay mucho tarugo suelto (anticristiano o no); también entre los científicos. No deambules a arrebatos del corazón, que precisamente porque siente antes que razona, es sumamente caprichoso. Agárrate fuerte a tu decisión razonada tras la intuición del corazón, y actúa con la fuerza que Dios te da con su Espíritu. No actúes a caprichos. Si lo haces, entrarás en una espiral que te hará esclavo de tus pasiones. Tu intención y tus obras deben ir de acuerdo con tu intuición y tu razón, adecuadamente tamizadas por la oración. San Josemaría nos enseña a ser santos con lo que el día nos presenta.
No temas nada, si vas de su mano. Dios te acompaña y te asiste en todo momento. Él te ayudará, es el único que nunca falla. Los seres humanos somos extraordinariamente limitados y dados a dejarnos arrastrar por las pasiones, que pueden acabar esclavizándonos. Por eso, aunque son ellas las que nos inspiran, la oración las orienta, pues el corazón también se equivoca. ¿Te has fijado en que todos los niños (y muchos adultos) temen que haya un extraño en la habitación del fondo de su casa? Pues domina tu corazón con tu mente, que es donde reside tu conciencia, como parte de la supraconciencia que te conecta con el Creador. Puede que te liberes de fantasmas.
Así pues, no te escudes en tus antojos (“hago lo que me da la gana”), pues fácilmente te hinchan la soberbia al hacerte creer omnipotente. Lo puedes todo, sí, pero gracias al soplo de vida que Dios te da y con el que te sostiene, guiándote por los vericuetos que te encaminan al cielo. Debes hacer lo que Él te sugiere (también directo al corazón), porque te da la gana a ti, con reflexión, no ligado a tu capricho del momento. Eso demuestra que tu conciencia debe estar formada y amarrada a la voluntad de Dios, tu Padre que te sostiene.
Cantos de sirena
Mantente en guardia, hermano, mi hermana del alma. Hay lobos rapaces que hacen de la ciencia su ley, y la imponen a sus hermanos que no encuentran salida, y aún les pierden más, aunque les den la seguridad del fontanero que se cree neurocientífico… o del neurocientífico que hace apaños de fontanero. Muchas veces (cada día más) se limitan a ignorar al hermano que los ampara y les cuestiona, pues la brújula que siguen señala su ego. Ignorar es una manera tan baja como rastrera. Creen que les evita anímicamente (su intuición) el deber y la valentía que tienen de darse razón (con su discernimiento) a tu cuestión, pero como saben que no tienen razón, por eso evitan todo compromiso con ella y contigo, y siguen su camino dejándote a ti con tu razón y tu supuesto delirio. Y se pierden. Deliran ellos.
Semejante comportamiento no solo es inmoral, sino que además les sitúa al nivel de los pollos sin cabeza, que deambulan perdidos sin más objetivo que el desdén… y así les va, y así se ganan el infierno que ya viven en vida. ¡Los hay que incluso usan la ciencia para justificar su desaire! “Por sus frutos los conoceréis”, sentencia Jesús. No debemos obviarlo de ninguna manera: “Del corazón proceden los malos propósitos, los homicidios, fornicaciones, robos, testimonios falsos, blasfemias. Esto mancha al hombre” (Mt 15,19-20). Por tanto, lo que dice el corazón hay que tamizarlo con la razón, y evitar sus embates, que nos pueden hacer descarrilar para siempre.
Cada uno obtiene lo que da. Si das, recibes, aunque (como vimos en el artículo del viernes pasado) no sea aquello que tú perseguías. Debes estar abierto a tu destino, que no tiene por qué ser el que imaginas. Dios siempre premia tu labor por su Reino, y te da más de lo que tú imaginabas y pretendías. Por Su camino llegarás, sin duda, a la puerta que te da entrada en el Paraíso. Será tu decisión abrirla o no, inspirado por tu intuición y tamizado por tu razón. No te dejes ninguna, so pena de arriesgarte a que la puerta no se abra. Puede que sea la última.
Twitter: @jordimariada
Agárrate fuerte a tu decisión razonada tras la intuición del corazón, y actúa con la fuerza que Dios te da con su Espíritu. No actúes a capricho Compartir en X