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La eutanasia progresista

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Cuando el pasado año entró en vigor la conocida como LEY DE EUTANASIA, se aprobó  con prisa y sin gran  discusión en las Cortes, aunque sí con la oposición de PP y VOX, y  se  tramitó  “con absoluta falta de participación del sector científico y del Consejo del Poder Judicial” entre otros organismos, al usar la técnica ya habitual de la PROPOSICION DE LEY, y no de PROPUESTA DE LEY, que obligaría a pedir informes a varios sectores , entre ellos a los Consejos de Médicos, comisiones deontológicas, Organismos científicos etc…

Es una ley, al decir de los promotores, PSOE, PODEMOS y otros que dieron su suporte, entre ellos Ciudadanos, ERC, PNV etc.… “progresista”; es decir en un país gobernado por el social-comunismo y el nacionalismo sin freno, esta Ley debía aprobarse si la Sociedad quería ser progresista, atributo del que presumen los promotores.

Somos, sin embargo, muchos los que, apelando a la libertad, consideramos que esta, está por encima de calificaciones oportunistas y que cuando se imponen normas de conducta tan personal como negar el derecho a la vida, o mejor al mal llamado derecho a la muerte, se conculcan nuestras libertades y se pasa de progresismo a la IMPOSICION.

La clase médica, sobre todo, aunque también toda la clase sanitaria en general, se ha encontrado con una Ley, para la que no se han desarrollados los mecanismos alternativos, cuidados paliativos, alternativas sanitarias y sociales, que presumiendo de ellos los “progresistas”, la ley deja en definitiva la mayor parte de la acción y por ello de la responsabilidad en la improvisación de los médicos y la exigencia de familiares de “parientes que ya molestan”

es una ley en la que, aunque prevé la objeción de conciencia, ésta no tiene la suficiente garantía como para que un médico principalmente de un centro sanitario público, lo tenga fácil para objetar

Pero lejos de ser una ley que permita ejercer claramente la libertad del médico que no quiera practicar la eutanasia, es una ley en la que, aunque prevé la objeción de conciencia, ésta no tiene la suficiente garantía como para que un médico principalmente de un centro sanitario público, lo tenga fácil para objetar. Eso sin contar con los 17 sistemas de las 17 autonomías a quienes la ley faculta para regularlo. El Estado central regula las matriculaciones de vehículos, pero en la eutanasia no establece un registro central único.

Hay que reconocer la “tajada” que este gobierno y quienes le apoyan ha sacado de la pandemia para “sembrar el miedo” en todos los sectores, sobre todo el miedo a salirse del régimen establecido y legislado. Ha de tratarse de un médico valiente para negarse a practicar la eutanasia, y ya se sabe que cada vez quedan menos ciudadanos que se enfrenten a este régimen social-comunista, como siempre ha sucedido así en los países dominados por esta forma de gobierno, que no de ideología que sería respetable.

Si supieran los supuestos sectores progresistas que ya los griegos y romanos practicaban la eutanasia, Cicerón lo relata entre otros, atribuyendo a los suicidas una cierta heroicidad, lo hubieran invocado; claro aquellas sociedades no sabían lo que eran cuidados paliativos ni alternativas médicas, porque no las había.

Hoy en esta sociedad “del tener todo” podrían los pacientes terminales elegir una forma de muerte digna, sin necesidad de que esta Ley permita se les administre una dosis mortífera que supuestamente acabe casi en el acto, con el sufrimiento y se proporcione, según esta Ley, lo que llamen sin saberlo, muerte digna, aunque esta norma con tales formas de eliminación tiene una estrategia similar a los campos nazis. ¿Eso es progresismo?

Se nos ha convertido, como bien publica Forum Libertas, en una sociedad desvinculada de todo principio y esa Ley así lo corrobora. No piensan luego se les dirige.

Aunque vigentes los principios de Hipócrates  en las códigos deontológicos de los médicos, que son normas de obligado cumplimiento, y que convierten al médico en profesional que tiene obligación de curar y no de matar, hacen que se vaya extendiendo la ruptura con aquel principio de “confianza” en el médico por parte de todos y principalmente ancianos, personas con déficits importantes o sus familiares , que por ello se logra un  derecho a desconfiar del médico porque éste pueda  seguir la eliminación amparándose  en una ley con licencia para matar.

Los principios, y cito ahora el de confianza, se quieren suplir con una supuesta forma de vida “progresista” en la que cabe todo, y lo que se publica en el BOE, es lo bueno, asumiendo una gran parte de la sociedad que las leyes que se aprueban son buenas y necesarias.

Los médicos juran que respetaran la vida humana y la dignidad de la persona y el cuidado de la salud del individuo y de la comunidad; no están aquí para impartir justicia y decidir quien debe morir y quien no o en qué momento, por mucho que los familiares de un enfermo o el propio enfermo lo reclamen. Pero lo tienen difícil.

Y es que esta  difícil papeleta del médico  se encuentran  en  la ley  excusándose en que ya prevé la  declaración de la Objeción de conciencian; cierto , pero véase el caso de Catalunya y otras comunidades autónomas en las que tramitar ésta, además  forzosamente por internet, no vale un comunicado escrito cualquier,  convierte la llegada al registro en un recorrido largo, difícil y a  veces imposible;  eso sin contar con que quien ejerza en un centro sanitario público, se va a conocer , al saberlo los dirigentes del mismo y tener miedo a ser señalado por otros facultativos, profesionales de la sanidad, pacientes y parientes.

Tampoco se dispone en la mayoría de los casos de simples instrucciones de cómo actuar cuando a un medico se le pide por el paciente o familiares acabar con su vida, ni menos se han desarrollado los cuidados paliativos, entre otras cosas porque es mas caro que administrar una sustancia y acabar con lo que denominan sufrimiento inútil.

Algunos apelan a las estadísticas de que el Estado gasta mucho en medicinas y pensiones y eliminar a determinados ciudadanos ancianos, deficientes etc. supone ahorro; es cierto puede ser así, pero ¿todo vale cuando se habla de la vida de una persona?

Esa mayoría silenciosa de ciudadanos disconformes con las leyes que, nacidas del consenso de tan dispares formaciones políticas, están apareciendo afortunadamente y están aprendiendo a pensar, juzgar y decidir por sí mismos; para muestra la manifestación contra la ley del aborto del 26 de junio en Madrid.

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