La prensa reflejó estos días de noviembre de 2018 una curiosa noticia. Un holandés de 69 años había iniciado una batalla judicial para poder quitarse como mínimo veinte años de su documento de identidad, por considerar que tiene una edad “que no se ajusta a su físico” y por ello sufre una discriminación. Un argumento que daba es que “liga” poco en una red social de citas, ya que cuando las mujeres ven que se trata de un hombre de aquella edad no siguen adelante.
El ciudadano en cuestión, Emile Ratelband, es una persona con cierta presencia social en Holanda, ya que da conferencias y escribe libros sobre positividad y budismo. Considera que sus 69 años “son una limitación para desarrollar su vida con normalidad”. Afirma que “si la gente pueda cambiar de sexo o vivir con un corazón trasplantado” no hay motivo para que la Justicia le impida legalmente rebajar la edad y de esta forma no “mentir” en las redes sociales y en el currículum.
Lo primero que aflora al leer tal información es risa, que se trata de un narcisista “pirado”. Y pasar página.
Pero algo tan irrelevante destapa, al margen de cualquier consideración social, económica, filosófica o moral, uno de los grandes dramas de nuestra sociedad: la irracionalidad de la satisfacción a toda costa del deseo. Se da en aspectos diversos, pero de forma preferente en todo el inmenso montaje que impregna en buena parte nuestra sociedad, la ideología de género.
Esta ideología se basa en la no aceptación de la naturaleza, de las cosas tal como son, sino en la satisfacción del “deseo” en relación a lo sexual: Soy hombre y quiero ser mujer o bisexual, nací varón pero quiero ser madre, soy mujer pero amo como quiero, soy una mujer negra pero quiero ser un niño blanco… “Deseos” que, además, son mutables y reversibles, lo que hoy deseamos mañana podemos rechazarlo y querer lo inverso. En algunos lugares lo promueven entre los niños de pocos años.
Dejando de lado cualquier concepto sobre la persona, su dignidad, sus principios… y de las graves consecuencias de aquella ideología, un análisis elemental sin prejuicios permite constatar que la ideología de género aboca a un vivir fuera de la realidad. En el fondo es una gran estupidez, aunque una buena parte de la sociedad la haya asumido con la continua presión de grupos muy activos como los LGTB con todos los aditivos, o los feministas radicales.
Da la casualidad que aunque en el Documento de Identidad del holandés Ratelband aparezca que tiene 49 años, no por ello dejó de nacer hace 69.
1 Comentario. Dejar nuevo
Estamos en el mundo al revés, como cuando jugábamos de niños a ser cualquier personaje, solo que ahora no somos niños y además estas leyes tiene consecuencias para los individuos y para la sociedad en su conjunto.