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La pandemia litúrgica con bozal

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Adrede empleo las palabras “pandemia”, “liturgia” y “bozal”. La liturgia establece para todos los fieles cristianos que en la Consagración la actitud es arrodillada (y la forma también), si la salud, la edad y el espacio físico del templo lo permiten. Mi esclerosis y mis 63 años me permiten permanecer de rodillas en todas las misas en el momento de la Consagración. Mi actitud católica de templo me aboca a colocarme el “bozal” o mascarilla por debajo de la barbilla. Pues durante todo el Santo Sacrificio de la Misa mi boca se abre para rezar en voz alta y para cantar en voz alta. La Sagrada Liturgia no entiende de virus y pandemias. ¡Yo rezo y canto a Dios y no al bozal! El bozal es un impedimento para mi alabanza a Dios.

Con todo hay que hacer algún sacrificio actual de templo. En concreto no apoyar la espalda en el reclinatorio de atrás, a fin de que mi camiseta de verano limpia y no sudada no se pegue a la madera tropecientas veces “desinfectada” con líquido destructor de la madera. Procuro situarme, llegando pronto, a medio templo. Persignarse antes de la proclamación del Evangelio en mi mascarilla y no en mi cara requiere un acto de fe. ¡No del Sr. cura y de mis prójimos sino mío!

Realmente hay pandemia de compostura y fidelidad litúrgica. Yo sigo comulgando en mi boca y no en mi mano. No hago carreras para ser el último de la cola. Comulgo cuando me toca. ¡Pero, pero y pero! Elijo yo la misa en función del sacerdote. Elijo yo el templo en función de la actitud litúrgica del ministro celebrante. Tengo que oír, afortunadamente no en voz muy alta de personas allegadas, que si hay pandemia pues a comulgar en la mano. ¡Y un lerele en román paladino! Me entran ganas de hacer algo que de momento no he puesto en práctica. Ir a misa con un bastón de abuelito con la única finalidad de valerme de él para arrodillarme en el suelo y levantarme con seguridad y celeridad delante del sacerdote en el momento de comulgar.

Nunca he exigido poder comulgar de rodillas. He aceptado el hecho consumado anti litúrgico impuesto dictatorialmente de comulgar de pie suprimiendo los reclinatorios. Acepto de buen grado no ser de los primeros en comulgar ahora. No acepto (no me da la gana) competir por ser el último. Lo que nunca aceptaré es la denigrante y antievangélica comunión en la mano. La caridad evangélica implica huir de trifulcas y enfrentamientos. Durante lustros las formas han coexistido. Y si para esta coexistencia debo practicar ahora la comunión de rodillas, eso es lo que haré. ¡Oh Señor yo no soy digno! ¿Decimos esto verdad? Cuando era joven y con otros jóvenes de ambos sexos lo cantábamos a dos voces en el momento de la comunión. ¡Vale la pena aprender este canto eucarístico y divulgarlo mucho!

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • Francesc Martinez Porcell
    24 agosto, 2020 07:21

    Precisión: el producto desinfectante de bancos de iglesia también se pega a la espalda si vistes camisa con camiseta debajo. Este producto debe ser muy perjudicial para la madera. Acabará por estropear los bancos.

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