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La sociedad de la vida

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En la construcción de la alternativa cultural cristiana, un empeño colectivo al que contribuye Forum Libertas, unos conceptos y su desarrollo son esenciales.

Es el caso de la sociedad desvinculada y sus causas, así como las consecuencias que en secuencia determina: las grandes rupturas, las crisis acumuladas  y la incapacidad de las políticas y las instituciones de darles la respuesta apropiada.

Un segundo tipo de cuestiones, relacionadas con lo anterior, es la importancia decisiva de la familia como centro de la respuesta a las rupturas y crisis de la desvinculación. No de todo tipo de familia, sino de aquella que es capaz de aportar los recursos necesarios para paliarla primero y superarla después. Y esta familia  desdice el relato oficial y hegemónico de que todas ellas son iguales en cuanto a sus consecuencias. No es así. El modelo que maximiza los aportes es el vínculo estable entre un hombre y una mujer, formalizado en un compromiso público ante la comunidad, y esto es el matrimonio abierto a la descendencia, y que asume y se prepara para desarrollar su tarea educadora. Aquella estabilidad  optimiza su función manteniéndose hasta la muerte de uno de los dos cónyuges, absorbe todo el periodo educativo de los hijos y minimiza el tiempo de soledad. Que este modelo de matrimonio coincida básicamente con el que define el catolicismo, no hace otra cosa que constatar una vez más que existe un trasfondo común de leyes humanas vinculadas a la ley natural que conducen por el mejor camino.

Existe un tercer grupo de cuestiones. Son las relacionadas con el modo de vida. La forma cómo las personas y la sociedad dan sentido a su vida a partir de enlazar los actos cotidianos con el fin que persiguen. Si el siglo XIX y XX fueron el del gran conflicto sobre el modo de producción, el de nuestro siglo y donde se juega el bienestar, la paz, la posibilidad de prosperar en la armonía la vida de todos nosotros, en especial de los mas jóvenes, es en el modo de vida. Es así en Occidente, en Europa y de una manera especial en España, por la velocidad de su deterioro, a causa de la levedad de las resistencias y la falta de una alternativa fuerte. Claro está que existen otras sociedades europeas donde la desvinculación y sus resultado, el modo de vida desvinculado, lleva más tiempo funcionando, pero su evolución ha sido más lenta, y por ello menos traumática Es el caso de  Suecia y los  Países nórdicos, y también, y esto es decisivo, porque la productividad histórica de la mayor parte de los países de la Europa Occidental, y el buen hacer de las instituciones democráticas, lleva mucho más tiempo funcionando. Lo primero asegura, no de manera ilimitada, no para siempre,  mayor capacidad de afrontar los costes de las rupturas y del modo de vida desvinculada, lo segundo genera unas inercias de una mejor política, que en España no existen.

Que el modo de vida es cada vez más decisivo lo podemos literalmente leer cada día en los medios de comunicación. Ahora mismo con el brote  de la viruela del mono. Lo más llamativo no es la presencia de casos de una enfermedad contagiosa exótica, sino la velocidad con que se ha extendido en España, y el que se halle sin control por parte de la sanidad pública por la gran dificultad en identificar los contactos. Y esto es así porque los dos focos iniciales, y a partir de ahí la mayor parte de contagios, tienen su origen en dos núcleos de relaciones homosexuales, en Maspalomas en Canarias y en una sauna de Madrid. La viruela del mono no es fácil de contagiar si no hay contacto de fluidos corporales, y ahí es donde juega el modo de vida, el que es mayoritario en la cultura homosexual, el de la relaciones íntimas, abundantes y con desconocidos. El resultado es el que se está produciendo: contagios y desconocimiento de quién era el otro con el que se había mantenido una fugaz relación sexual. Los medios de comunicación informan de todo esto con la boca pequeña, por miedo a que se diga que se estigmatiza a un grupo social. No es así. Se  describe una realidad sin cuyo conocimiento, la prevención y la salvaguarda de las personas del grupo no es posible. Pero, resulta evidente que sin una promiscuidad sexual tan acentuada esta enfermedad contagiosa y sus consecuencias y costes, no tendría el alcance que ha logrado.

Y lo mismo se podría decir de las causas de los estragos en la salud mental de la juventud, una nueva epidemia que se asume sin profundizar en las causas, o el  alarmante  crecimiento de las enfermedades de transmisión sexual que también sufren.

El modelo que construye un modo de vida seguro, que permite la mejor realización personal es la de la sociedad de la vida, la que postula la Manifestación convocada en Madrid el 26 de junio. Ya era hora de pasar de la palabra, siempre necesaria, a la movilización y a la organización, porque como bien dice  su lema “Nos va la vida” en ello.

Y en el trasfondo de ese modo de vida y modelo de sociedad, una vez más se encuentran como respuesta  los valores cristianos. Y si no pregúntate, por ejemplo, cómo sería cada vida y la de nuestra sociedad, si la hegemonía estuviera enmarcada por un marco de referencia tan potente -aunque algunos católicos desnortados crean que es algo del pasado- como  los nueve dones del Espíritu Santo. Saber entender y actualizar los fundamentos de nuestra fe, en el lenguaje y prácticas en nuestro tiempo, forma parte de nuestro deber y servicio. Olvidarlo para semejarse a un mundo en crisis, no solo es renunciar al mandato recibido, es que además es una bobada cósmica.

Manifestación Pro Vida

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