¿Se encuentran las instituciones europeas sumidas en una práctica de apostasía estructural? No nos compete emitir un juicio definitivo, pero sí es responsabilidad de todos analizar la realidad a la luz de las políticas actuales. Observamos con preocupación cómo el hecho cristiano es marginado de la esfera pública, mientras se consolidan estructuras que contradicen la ley natural.
Ante este escenario, cabe evitar tanto el relativismo indiferente como el uso equivocado de la retórica apocalíptica, a menudo reducida a una visión de destrucción catastrófica. Nuestra posición se asienta en el realismo de los hechos; una descripción objetiva de la realidad que, por su propia gravedad, puede parecer excesiva, pero que no es sino el reflejo de lo que sucede.
Un ejemplo alarmante es el reciente acuerdo del Parlamento Europeo sobre el denominado «turismo del aborto». Esta medida no solo pretende financiar con fondos comunes —el esfuerzo de todos los ciudadanos— el desplazamiento para interrumpir el embarazo en otros países, sino que supone un trato de favor institucional hacia una práctica que, incluso bajo las visiones más permisivas, debería considerarse un drama y no un derecho. Resulta paradójico que, mientras naciones precursoras del aborto masivo como China rectifican sus políticas, Europa redoble su apuesta ideológica.
Sin embargo, lo más grave desde el punto de vista institucional es la vulneración de la seguridad jurídica. El Parlamento Europeo, en su deriva ideológica, parece ignorar que las competencias sobre esta materia corresponden exclusivamente a los Estados miembros. Si las propias instituciones subvierten las reglas de juego de la Unión, ¿con qué autoridad moral se exigirá después su cumplimiento a los demás?
Lo que este fenómeno demuestra es la caída de los pilares del humanismo ante el altar de derechos pretendidos e inexistentes. El aborto, elevado a la categoría de ídolo de nuestro tiempo por determinadas corrientes ideológicas, se impone como una prioridad de Estado.
En estas fechas de Navidad, donde celebramos el misterio de la vida y el nacimiento, resulta pertinente confrontar esta deriva con la advertencia que San Pablo formula al inicio de su Carta a los Romanos (1, 21-32), donde describe las consecuencias de una sociedad que decide vivir de espaldas a la verdad y a su Creador.
21. Pues, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció. 22. Alardeando de sabios, se hicieron necios, 23. y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. 24. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta la impureza, con que deshonraron sus propios cuerpos entre sí, 25. a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. 26. Por eso Dios los entregó a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; 27. e igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío. 28. Y como no juzgaron digno de tener el conocimiento de Dios, Dios los entregó a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene: 29. llenos de toda injusticia, malicia, codicia, maldad; llenos de envidia, de homicidio, de discordia, de engaño, de depravación; chismosos, 30. calumniadores, enemigos de Dios, ultrajadores, soberbios, fanfarrones, inventores de maldades, rebeldes a sus padres, 31. insensatos, desleales, desamorados, despiadados, 32. los cuales, conociendo la sentencia de Dios —que quienes hacen tales cosas son dignos de muerte— no solo las hacen, sino que incluso aprueban a quienes las practican.
¿Se encuentran las instituciones europeas sumidas en una práctica de apostasía estructural? #UnionEuropea Compartir en X
