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La Vanguardia, primer apunte después de treinta años

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Este lunes 29 de mayo publiqué mi último articulo en La Vanguardia después de tres décadas de colaborar en ella, fue mi despedida y en estos términos lo hice: «Adiós»

Cuando algo a lo que uno se siente vinculado se pierde, resulta inevitable revisar con tranquilidad y corazón sincero lo hecho en el tiempo transcurrido, no tanto para añorar como para comprender. Mi primera impresión, porque son cosas que hay que madurar, es que, para quienes piensan y actúan en mis términos, los espacios públicos en Cataluña están cada vez más cerrados. El historial, el currículum, si ustedes quieren, lo hecho y lo que todavía se percibe que se puede hacer, no cuentan para nada.

No hay lugar para los disidentes, sobre todo si su raíz y aplicación pretende ser cristiana; preciso más y digo católica, que no se conforma con el silencio, ni la aceptación pasiva de la cultura dominante, ese mainstream, que nos está destruyendo, que al tiempo que dice defender la diversidad y descalificar la polarización, desertiza todo criterio, toda opinión que no sea la que comulgue con sus tótems y tabúes intocables, y destierra toda nota disonante.

Lo lamento, claro está, por mí, pero más todavía por lo que se está destruyendo: la riqueza de los contrarios que confrontan con respeto, porque en sus diferencias saben que participan de una misma virtud: la de la amistad civil que forja en el bien a los pueblos. Pero, no hay que exclamarse en exceso, no hay nunca final si la esperanza vive en el corazón del hombre. En eso estamos, en eso seguimos.

@jmiroardevol

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3 Comentarios. Dejar nuevo

  • Javier Gonzalo
    2 junio, 2023 16:46

    Es una lástima que dejes de publicar en LaVanguardia, pero tus escritos rechinaban a los totalitaristas ateos o ácratas.
    Te echaremos de menos; la difusion del catolicismo que haces, no lo hacen los clérifos: estos estan llenos de miedo, todo lo contrario a Jesus. Un fuerte abrazo. Javier Gonzalo desde Lleida

    Responder
  • M. Carmen Geli Batllori
    4 junio, 2023 22:15

    No comprendo los derroteros que esta tomando la Vanguardia, pero en mi opinión, esta pasando de ser una prensa ecuánime, a una prensa tendenciosa según las ideas que están en alza en este momento. Llevamos muchos años de suscripcion, pero ahora no me gusta nada su actual director, me estoy planteando dejar la subscripcion .
    Echaré de menos sus fantasticos articulos. Gracias por los años que nos ha deleitado con sus opiniones.

    Responder
  • Celebro la ecuanimidad, la prudencia verbal e incluso la esperanza con fue escrito el artículo de despedida de «La Vanguardia»; lo leí el mismo día de su aparición. Sólo por este señorío debiera el rotativo plantearse a dónde se dirige. Ya en junio de 2017 se despidió, por conveniencia de la empresa no contenta con el estilo del colaborador, al veterano Gregorio Morán, tras veinticinco años.
    En este escrito de Forum Libertas, Miró Ardèvol vuelve a mostrar el meollo de su ser cristiano –eso que no soporta el mundo ateizado–: la entereza ante la adversidad y la tristeza pasadas por el tamiz de la Providencia.
    A ese mundo se ha entregado «La Vanguardia» hace años, sólo hace falta ver con qué desdén se publican artículos sobre la maternidad en torno al día de la madre o los contenidos y titulares favorables a la amplia gama temática de la ideología de género, bastante frecuentes.

    No pocas personas directivas o con cargos de responsabilidad de este periódico y de otros muchos medios de comunicación creen, ilusamente, que los cristianos activos sufren una merma en la potencia de su raciocinio por el mero hecho de que profesar una fe, la fe católica, hace divagar en el terreno no empírico del misterio, o en el tobogán de la sentimentalidad. Nada más erróneo que esto. Justamente Benedicto XVI dejó muestras de todo lo contrario: la fe como mejor vive es nutrida por la razón; y no hay mejor modo de razonar que cuando se parte de la humildad ante el misterio de la fe por paradójico que parezca (la paradoja no suele ser entendida ni aun bien llevada ni por el racionalismo ni por el hoy rampante emotivismo). De donde se colige que son precisamente las personas ateizadas las que a buen seguro razonan en penumbra, disminuidamente.
    Jamás me ha publicado «La Vanguardia» ni una sola de las cartas al director. Tampoco me dio el Defensor del Lector más que la callada por respuesta acerca de la retirada de internet del vídeo con la entrevista al cardenal Omella en «Fotos de Vanguardia» en noviembre del año pasado (por si alguien todavía cree que en la democracia española no hay censura).
    Por todo ello, para mí es una gran noticia que Josep Miró Ardèvol haya sido despedido. Un pensador cristiano de su tenacidad y su cultura no merece estar en un medio hace tiempo vendido a la corriente chusca del totalitarismo de guante blanco, sin la grandeza de la que presume de dar voz a todas las voces.

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