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Los abusos sexuales: un problema de la sociedad

Familia

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Los depredadores sexuales responden a perfiles que a menudo desarrollan una estrategia para acercarse a sus víctimas. Tratan de encontrar trabajos con los que relacionarse con menores o se internan en ambientes que saben son susceptibles de darse ese tipo de relaciones. Es por eso que en la familia o en los centros escolares o de menores es donde se da el mayor número de abusos sexuales. Las religiones, como lamentablemente se ha dado en la Iglesia católica, no ha sido una excepción.

En ese sentido, recientemente el líder religioso tibetano dalái lama reconoció que estaba al tanto de los abusos sexuales por parte de maestros budistas «desde los años noventa» y que «en 1993» ya discutió el tema con líderes budistas occidentales. En una entrevista con varios medios neerlandeses, el dalái lama afirmó que los testimonios e historias que cuatro víctimas holandesas y belgas le hicieron llegar el pasado viernes en un encuentro sin precedentes en Rotterdam «no son nuevos» para él, porque «ya sabía todas estas cosas» desde hace varias décadas.

Además, especificó que estaba al tanto de las acusaciones contra Sogyal Rimpoché, uno de los maestros budistas más conocidos y polémicos, acusado desde 1992 de todo tipo de abusos a sus alumnos en diferentes centros de retiro en Europa, especialmente en el sur de Francia, país que le está investigando por esta cuestión.

El líder espiritual tibetano reiteró que la «autodisciplina es importante» para los maestros y que las víctimas de estas vejaciones «deben hacer públicas» sus historias, señalando la identidad de su agresor, para que así «los maestros estén preocupados por si son humillados» en público.

En el País Vasco, educadoras abusaron de internos

En ese mismo sentido, esta semana se ha sabido que los vigilantes de seguridad del centro de menores de Zumárraga (Gipuzkoa), el único de régimen cerrado del País Vasco, denunciaron el pasado julio la existencia de “relaciones íntimas” entre menores recluidos en él y educadoras. Según los denunciantes, los hechos abarcan desde septiembre de 2012 hasta marzo de este mismo año.

La información adelantada por ‘El Diario Vasco’ se basa en la denuncia presentada el 27 de julio por el portavoz de los vigilantes de seguridad ante la Policía Nacional de San Sebastián. Según el citado medio, este miembro del centro, que junto a otros dos compañeros fue despedido tras ser objeto de un expediente disciplinario laboral, entregó una querella de 31 páginas en las que se aportan “19 documentos probatorios” y otros 59 folios más.

Además de las “relaciones íntimas” expuestas entre menores y personal educativo, los documentos revelan el “habitual y peligroso tráfico e introducción” de sustancias estupefacientes dentro del centro. Asimismo, se advierte de la “desprotección de los menores frente a casuísticas de descontrol emocional”, abordadas, siempre según el denunciante, con la “aplicación de castigos y denegación de asistencia médica”.

A estos casos que tristemente constituyen un goteo continuo en los medios de comunicación hay que sumarle los casos que tradicionalmente aparecen en los entornos culturales, especialmente en los de cine. En ese sentido se han dado casos como el de Roman Polanski, Kevin Spacey y la polémica reciente en torno al  productor estadounidense Harvey Weinstein. Una lacra que la sociedad debe admitir que está en sí misma para enfrentar su verdadera dimensión.

 

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