Un reciente artículo del presidente emérito de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC) aborda la polémica cuestión del transexualismo en los niños, que incentiva la Ley transexual contra la opinión de los médicos, también los médicos católicos.
El doctor José María Simón Castellví recuerda su preocupación cuando oyó al presidente norteamericano Barack Hussein Obama decir, en 2016, que si un niño se sentía niña debía ir al lavabo de niñas.
«Hasta entonces había pensado que entre la naturaleza y el sentido común de las sociedades avanzadas la cosa no sería un enorme problema. Pero si el presidente de la nación más poderosa e influyente de la Tierra entraba en estos detalles debíamos preocuparnos. Y no solo por el género. Leo que en Australia hay niños que “se sienten” animales (1) y la cosa irá a más…», afirma el galeno.
Castellví quiere «proteger a nuestros niños de graves mutilaciones, bloqueadores de la pubertad y otros muchos sufrimientos como las altas tasas de suicidios» y cita una contundente máxima de Hipócrates en Medicina que es el “primum non nocere”, es decir, lo primero es no hacer daño.
En el reciente congreso internacional de la FIAMC (Roma, septiembre de 2022) «hemos oído ponencias muy pedagógicas sobre el tema. Por una parte, se han mostrado las ya consabidas deficiencias científicas en el estudio, diagnóstico y tratamiento médico o quirúrgico de la disforia de género. Incluso con la aparición en la literatura mundial de estudios falsos o como mínimo con resultados radicalmente contrarios a otros muchos», afirma.
«Se ha habló -prosigue- también del efecto de contagio social. Este genera problemas de identidad a muchos niños. Igual que una moda y apoyándose en la disponibilidad que tienen de acceder a cualquier contenido en internet. Un experto pediatra nos afirmó categóricamente que el 85 % de los niños con supuesta disforia, si son bien atendidos y encauzados por padres, maestros y pediatras, no tienen rastro de la misma con el paso de los años«.
El presidente emérito de la FIAMC lamenta «que tengamos que volver a explicar la realidad tal como es. Nacemos varón o mujer. Y eso no se puede cambiar». Por otra parte, aunque hay lobbies que pretenden convencer de que hay muchos diversos sexos, algunos oscilantes en el tiempo, y muchas variantes de la sexualidad, «ello no es así». Por cierto, «que siempre esconden sin miramientos una realidad médica, que se estudia en todas las facultades de Medicina desde siempre, que es la existencia de los estados intersexuales o hermafroditismos».
«En general, cuando uno habla en occidente del ejercicio correcto de la sexualidad humana, que es exclusivo de un hombre y una mujer que se han dado uno al otro para siempre delante de la más alta autoridad que ellos reconocen, es tachado de homófobo (o tránsfobo en este caso) y a veces se le intenta multar o procesar por un supuesto delito de odio. Sin embargo, en psiquiatría una fobia es un temor irracional y por tanto difícilmente punible. Aunque se tuviere no depende de la voluntad. Los delitos de odio, que existen y deben combatirse y hay que buscarlos en otros lares. El mal absoluto existe y actúa. Todos estamos expuestos a él, bajo riesgo, y debemos hacer todo lo posible para que los niños no caigan en sus garras y se les robe continuadamente su inocencia», afirma Castellví, de los médicos católicos.
Las dudas, los sufrimientos y los grandes problemas que tienen algunos niños no se deben afrontar educando en la mentira, según el autor del texto, ni presionando a los maestros para que enseñen la teoría de género, «agobiando a los padres con problemas artificiales o publicitando por todos los medios posibles y a todas horas que el sexo se puede cambiar a demanda«.
«La paciencia, la profesionalidad y evitar la yatrogenia -concluye el presidente emérito de los médicos católicos- ayudan a ver al ser humano como es (5), un ser que no se ha dado a sí mismo la vida y que aparece con unos atributos físicos, psíquicos, espirituales, familiares y sociales concretos que debemos desarrollar bien. Somos seres con algunas limitaciones pero con libertad e inteligencia para saber leer el Libro de la Naturaleza y también el Libro de la Vida».