El relativismo cultural deja testimonios que a veces rozan lo esperpéntico, es el caso de la ministra presbiteriana Rebecca Todd Peters, que publicó un artículo en USA Today en el que afirma: «No tomé mis decisiones sobre el aborto a pesar de mi identidad y fe cristianas, sino por eso».
Todd se define como «ministra presbiteriana, ética cristiana, profesora de estudios religiosos, esposa y madre de dos hijos» y «también he tenido dos abortos«.
«Los valores cristianos que apoyan familias saludables y seguras también requieren una consideración cuidadosa, reflexiva y moralmente rica sobre la decisión de convertirse en padre o no», afirma.
«El hecho de que el bienestar social, físico y moral de los niños sea principalmente responsabilidad de los padres -afirma Todd- significó que mi esposo y yo pensamos cuidadosa y profundamente en nuestras decisiones de tener y no tener hijos».
En ese sentido, y planteando una profunda contradicción, la ministra presbiteriana afirma: «Guiada por principios cristianos que promueven la vida en abundancia, buscan la justicia y reconocen la dignidad humana de la mujer, la decisión de interrumpir un embarazo puede ser una decisión moralmente buena. Y en un mundo donde las voces cristianas dominantes insisten en que el aborto es moralmente incorrecto, es hora de que aquellos cristianos que creen lo contrario digan en voz alta y clara que el aborto puede ser un bien moral».
En 1967, 19 ministros y dos rabinos anunciaron la formación del Servicio de Consulta para el Clero sobre el Aborto a través de un artículo de primera plana en The New York Times.
Todd considera que los cristianos de hoy «no pueden permanecer en silencio mientras las personas embarazadas en nuestras comunidades son acosadas, maltratadas y obligadas a tener hijos por parte del estado».
Esta ministra presbiteriana sorprende por su postura, que trata de autojustificar sus decisiones tratando de alterar la doctrina cristiana.
«Reconocer y afirmar que la crianza de los hijos -afirma- es una responsabilidad sagrada significa que debemos reconocer la sabiduría moral que mi mamá compartió conmigo: no debes tener un bebé solo porque estás embarazada, debes tener un bebé porque quieres ser madre, quieres tener una familia«.
«Poner fin a un embarazo cuando uno no puede costear el cuidado de un niño (u otro niño) puede ser una decisión moralmente responsable», considera Todd.
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El último paso hacia atrás que quedaba por dar. Convertir a Dios en el garante de la decisión de abortar. La consecuencia es que la maldad procede de las mujeres que no abortan aunque estén embarazadas sin haberlo deseado o previsto. La obligación moral de estas mujeres es abortar.
La argumentación de esta «ministra presbiteriana» no es más que una sofistería estúpida, además de un síntoma de su ignorancia respecto a la realidad biológica de la generación de una nueva vida.
Dice que «Los valores cristianos que apoyan familias saludables y seguras también requieren una consideración cuidadosa, reflexiva y moralmente rica sobre la decisión de convertirse en padre o no».
Dicho tal cual, tiene razón. Pero resulta que la ministra incluye en estas consideraciones que reclama la decisión de abortar, lo cual no tiene nada que ver con la decisión de convertirse en padre o no. La paternidad no se realiza y ejerce después de nacer una persona, sino unos 9 meses antes, en el momento de la concepción. Esto lo saben todos los padres que hayan vivido un embarazo deseado. El hecho de que el embarazo sea no-deseado no cambia en nada la realidad del hijo que se está gestando, cuya existencia es siempre única y distinta a la de sus padres.
Lo que la ministra llama «la decisión de convertirse en padre o no» se ejerce antes de practicar un coito vaginal. Porque cuando se ha producido el embarazo ya se es padre. Abortando al hijo concebido se perpetra un filicidio, lo cual, lejos ser cristiano, es un acto pagano, bárbaro y retrógrado.
Pero claro, esta ministra no sabe nada sobre reproducción humana. O hace como si no supiera. Lo que le interesa es justificar el acto de abortar, simplemente porque ella ha abortado a posta dos veces y necesita una coartada ideológica con la que bonificar su mala conciencia. Pura hipocresía.
Pobre señora. Si la hubiesen abortado a ella ahora no estaría aquí impartiendo lecciones de mala fe.
Gracias por su comentario. Se echa a faltar una reflexión así en el contenido del artículo.