Escribo estas líneas no como director de Forum Libertas, sino como padre de familia. Sobre todo, como padre de una niña de cuatro años diagnosticada con autismo y portadora de un botón gástrico.
Mi hija acude hoy a un colegio ordinario porque, tras consultar a varios especialistas y tras muchas horas de reflexión, mi mujer y yo entendimos que era lo más idóneo para ella en este momento. Y lo hacemos, como cualquier padre, buscando lo mejor para nuestra hija, aunque a menudo suponga sacrificios que pocos imaginan.
Pero permítame una pregunta, señor López: si con el paso de los años nuestra hija —o cualquiera de nuestros hijos— necesitara una educación especial, ¿qué deberíamos hacer? ¿Acaso usted decidiría por nosotros?
Usted, señor López, supongo que no sabe lo que significa tener un niño con necesidades especiales. No sabe lo que es pasar noches en vela, acompañar terapias, hacer trámites interminables y pelear cada día por un pequeño avance. Nosotros sí lo sabemos, porque lo vivimos. Y por eso me resulta intolerable escucharle decir que, si mi hija fuese a un centro de educación especial porque así lo decidiéramos sus padres, la estaríamos llevando a un “gueto escolar”.
¿De verdad tiene usted la osadía de acusarnos de “discriminar, disgregar y hacer guetos escolares con las personas con discapacidad”? ¿De verdad cree que quienes nos desvivimos por nuestros hijos queremos apartarlos, en lugar de ofrecerles lo que más necesitan?
Hace años participé en la plataforma +Plurales, antes incluso de que naciera mi hija pequeña. Allí tuve la oportunidad de escuchar a muchos padres de niños en centros de educación especial y también de hablar con esos mismos niños.
Padres entregados, hijos que encontraban un entorno adaptado a sus necesidades.
¿También ellos son culpables de levantar guetos?
Señor López, espero que algún día tenga el valor de mirarnos a los ojos y repetirnos esas palabras. Que sea capaz de mirar a nuestros hijos de frente y decirles que es usted quien les niega la posibilidad de ir a un centro donde puedan recibir la educación y la atención que necesitan.
Yo quiero lo mejor para mis hijos. Usted, amigo Patxi, parece querer otra cosa.










2 Comentarios. Dejar nuevo
Este artículo te enfrenta a la cruda realidad que viven muchos padres. Gracias por compartir vivencias.
Diré algo en defensa de patxi lópez: habla cuanto habla debido a su anancefalia. Quienes nacen con ella tienen una supervivencia de sólo pocos días. La de lópez no es congénita. Fue adquiriéndola progresivamente. No de manera lenta, sino acelerada. Cuando desde edad temprana empezó a acusarse su condición, no fue llevado a un «gueto» para atención especial. Por eso, hoy ha alcanzado ese nivel extremo. Fácilmente detectable en cada frase que con titánico esfuerzo logra articular.